"Está robado, soy un genio", dijo con su mejor risa socarrona Mario Saralegui tras subir las escaleras del Campeón del Siglo. Su Peñarol le había ganado 3 a 2 a Nacional por la última fecha del Torneo Intermedio y mientras un mundo de violencia estallaba a su alrededor el entrenador aurinegro desfilaba solo hasta el vestuario con una triunfal sensación de deber cumplido.
Saralegui vivió en un mundo paralelo desde que llegó a Peñarol el pasado 31 de agosto. Declaró que su objetivo era ganar "la sexta" (Copa Libertadores) y el equipo se estrelló en la fase de grupos. Redobló la apuesta diciendo que el plantel lo tenía todo para ganar el Intermedio, la Copa Sudamericana y el Clausura. Pero armó un equipo inverosímil para el estreno en el Intermedio (River), hipotecó el certamen y en la Sudamericana no pudo ante un Vélez Sarsfield que llevaba ocho meses parado.
En un mundo donde cada declaración pública debe ser cuidada metódicamente para evitar influir negativamente sobre terceros y que no se generen situaciones de violencia, Saralegui ha sido una máquina de cometer desbordes y de calentar irresponsablemente los contextos.
Toda esa verba anacrónica y pendenciera, sumada a un irregular curso deportivo, generó que el DT ya esté actuando a término. El 31 de diciembre se terminará su contrato y ya no estará más en Peñarol, su lugar en el mundo, el banco para el que esperó pacientemente 11 años para pegar la vuelta.
Y así llegó a un clásico en el que los tricolores ya estaban clasificados para jugar la final contra Wanderers y donde lo único que estaba en juego eran puntos para la Tabla Anual donde ahora Peñarol está 10 puntos abajo de Nacional (pueden ser 7 si el aurinegro le gana un duelo atrasado de la sexta fecha a Danubio).
En su mundo paralelo, Saralegui no fue partícipe directo de los estallidos de violencia que tuvo el partido. Ni cuando los jugadores casi se van a las manos en la cancha ni cuando Ayrton Cougo y Alfonso Trezza reaccionaron contra un seguridad de Peñarol.
Saralegui ensayaba una despedida personal con un toque histórico: el primer triunfo clásico de la historia en el Campeón del Siglo.
Más allá de los errores arbitrales que perjudicaron a Nacional y más allá de los errores del propio Saralegui, Peñarol ganó por los méritos que hizo en la cancha donde fue más que el tricolor.
A pesar de que Nacional comenzó mejor con el manejo de Gabriel Neves bien secundado por Emiliano Martínez, fue Peñarol a través de jugadas de pelotas quietas el que más inquietó. Primero con un tiro libre de Jonathan Urretaviscaya y luego con tres centros atacados por Fabricio Formiliano, quien de cabeza adelantó al aurinegro.
Mientras Nacional apostó a la circulación de balón al impulso de Neves, Peñarol buscó ser más vertical y punzante buscando a espacios a espaldas de los volantes visitantes para acelerar a través de David Terans y Facundo Torres.
Terans metió el segundo gol en una acción de lateral. El Cebolla Rodríguez cuerpeó a Rafa García, giró, lo dejó por el piso y asistió para el 2-0. Pero Peñarol nunca pudo trabajar esa ventaja. Porque tomó un gol sobre el cierre del primer tiempo (premio al fútbol de Neves, con fortuna en un desvío en Formiliano) y porque entró dormido al complemento.
Bergessio tocó atrás, Neves lanzó a Castro y este asistió a Santiago Rodríguez que empató. 11 segundos. Todo lo que le costó a Peñarol sacar ventaja y estirarla se le derrumbó así de fácil. La historia misma del Peñarol 2020.
Durante los primeros 20' del complemento, Castro encontró franquicias cada vez que encaró a un Robert Herrera que hizo aguas todo el partido.
Y para colmo, Saralegui metió una variante que desbalanceó a su equipo hacia la izquierda: salió Jonathan Urretaviscaya -¡qué poquito en otro clásico!- y entró Agustín Álvarez Martínez. Britos, Torres -por destrozo, el mejor de la cancha- y Terans se volcaron a la zurda y el juvenil, demasiado liviano, ocupó el centro del ataque.
Hasta que el DT hizo una variante arriesgada pero inteligente. Puso al chileno Christian Bravo de lateral y con su velocidad logró empezar a controlar a Castro. El ingreso de Ariel Nahuelpán por fin le dio a Peñarol lo que nunca tuvo en el año: peso en el área.
En el mundo paralelo de Saralegui, Peñarol habrá sido el Bayern Múnich y él un genio como Mourinho.
Pero la realidad es que el equipo sufrió en defensa, tuvo distracciones insólitas y que además fue favorecido por un claro penal no cobrado y que en el penal que tuvo a favor el autor del gol de rebote (Nahuelpán) cometió antes invasión de área. Si lo ganó fue porque Torres tuvo una guapeza increíble y porque Nacional se jugaba poco y tiene la cabeza ocupada en la Libertadores (el jueves juega de local la revancha de cuartos de final ante River Plate con el que está 2-0 abajo) y a Bergessio no lo tuvo en cancha en los 30' finales.
Peñarol:
Kevin Dawson 7
Robert Herrera 3
Fabricio Formiliano 6
Gary Kagelmacher 6
Joaquín Piquerez 6
Jesús Trindade 6
Cristian Rodríguez 5
Jonathan Urretaviscaya 3
Facundo Torres 9
David Terans 6
Matías Britos 4
DT: Mario Saralegui.
Nacional:
Sergio Rochet 6
Mathías Laborda 4
Rafael García 3
Renzo Orihuela 5
Ayrton Cougo 5
Emiliano Martínez 5
Santiago Rodríguez 5
Gabriel Neves 6
Joaquín Trasante 5
Gonzalo Castro 8
Gonzalo Bergessio 5
DT: Jorge Giordano.
Cambios en Peñarol: 50' Agustín Álvarez Martínez (4) x Urretaviscaya, 62' Agustín Álvarez Wallace (4) x C. Rodríguez y Christian Bravo (6) x Herrera, 75' Ariel Nahuelpán (6) x Britos
Cambios en Nacional: 45' Alfonso Trezza (5) x R. García, 62' Emiliano Villar (4) x Bergessio, 83' Claudio Yacob x Trasante y 90' Pablo García x E. Martínez y Sebastián Fernández x Orihuela
Cancha: Estadio Campeón del Siglo
Juez: Pablo Giménez
Goles: 28' Formiliano (P), 37' Terans (P), 40' Neves (N), 46' S. Rodríguez (N) y 87' Nahuelpán (P)
Incidencia: A los 87', Rochet (N) le atajó un penal a Álvarez Martínez (P)
Tarjetas amarillas: Herrera, Kagelmacher, Bravo, Torres, Urretaviscaya (P) y Castro, R. García, Trezza. S. Rodríguez, Laborda. Cougo, Giordano (N)
Expulsado: 90+3' Neves (N)
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