La apuesta más ambiciosa en la historia del rugby regional: arranca la liga profesional

Cinco equipos profesionales, de cinco países, disputando durante tres meses una liga 100% profesional, con jugadores locales y refuerzos de todo el mundo. Un plan como ese era poco menos que imposible de imaginar hasta hace algunos años, cuando el único modelo posible era el amateurismo de los clubes, y apenas algunos intentos de acercarse al alto rendimiento a partir de las selecciones nacionales. Fue primero Argentina, luego Uruguay y más tarde Brasil los que, en diferentes escalas, empezaron con planes parecidos al profesionalismo, con los que sus selecciones fueron avanzando casilleros en diferentes niveles.

Pero hacía falta un paso más: una competencia anual y exigente para esos jugadores de alto rendimiento. Y un proyecto que les permitiera vivir de lo que hacen, para que Sudamérica dejara de ser el único continente en el mundo en el que, para ser profesional, los jugadores debían emigrar.

Con el liderazgo político del presidente de Sudamérica Rugby, Sebastián Piñeyrúa, y el vice de World Rugby, Agustín Pichot, el proyecto tomó forma hasta llegar a la estructura de hoy. Un torneo de dos ruedas, todos contra todos, con semifinal y final. Con televisación por ESPN para toda América, y por canales locales en cada país (en Uruguay será Vera+ y VTV), además de transmisión por Youtube para todo el mundo.

El proyecto tiene mucho de apuesta, y deberá ir creciendo en el tiempo hasta afianzarse. Sobre todo conquistar una audiencia más grande que la que el rugby hoy tiene, para transformarse en económicamente viable. De ahí la estrategia por la que optaron las franquicias de Uruguay, Paraguay y Brasil: vincularse al fútbol (Peñarol, Olimpia y Corinthians) para captar nuevos fanáticos.

La apuesta está. De hecho, Peñarol, Olimpia y Selknam apostaron a traer jugadores del exterior para subir el nivel de sus equipos, y el de sus propios jugadores, para lo cual tuvieron apoyo económico de World Rugby. Cada franquicia tiene un presupuesto aproximado de US$ 1 millón. En Uruguay, Argentina y Paraguay, el 50% de ese presupuesto lo ponen socios privados, mientras que en Brasil y Chile son apuestas de las uniones nacionales con apoyo de World Rugby. No en vano, las dos últimas fueron las que avanzaron más lento.

¿Cómo llega cada franquicia?

Peñarol

Por cómo se armó, y por la base que tiene de la selección uruguaya, es uno de los grandes favoritos. El proyecto tuvo un robusto apoyo privado, que le permitió rápidamente asegurar a los jugadores de Los Teros que no militan en el exterior, y repatriar tres de los que estaban en la Major League Rugby de Estados Unidos, que son tres de las mayores figuras: Santiago Arata, Alejandro Nieto y Mateo Sanguinetti.
También se trajeron 12 jugadores del exterior, entre los cuales destacan el hooker Namibio Obert Nortje (mundialista en Japón 2019), el segunda línea sudafricano de 2,03 de altura Louis Conradie, el hooker tongano (y mundialista) Sefo Sakalia, el apertura sudafricano Bradley Thain y el wing portugués Raffaelle Storti.
 
Ceibos

Es el otro candidato. Está compuesto íntegramente por equipos argentinos, ya que en la práctica es el segundo plantel nacional, una “reserva” de Jaguares, la franquicia que disputará el Super Rugby. Por ese motivo, tendrá permanentemente refuerzos de jugadores que queden fuera del plantel de Jaguares, pero también aportará figuras a ese equipo cuando lo necesite. De esa manera, su plantel variará bastante, y seguramente se fortalezca con el correr del torneo, en la medida que vuelvan jugadores con roce de uno de los principales torneos del mundo.
 
Olimpia

Los paraguayos se reforzaron fuerte y son una sucursal de las Naciones Unidas: tienen 21 jugadores del exterior, algo lógico teniendo en cuenta que el rugby paraguayo está por debajo de sus rivales de la región. La apuesta se explica por la inversión que hizo el empresario Marco Trovato, presidente del Club Olimpia, para que el equipo pelee el título. En la nómina hay jugadores destacados como el fijiano Napoeloni Nalaga, que brilló en el Clermont de Francia y aunque está lejos de sus mejores días igual será un jugador destacado. También la “Pantera” Manuel Montero, exPuma, o el también exPuma Gabriel Áscarate. También se destacan los medioscrums Damian Stevens (Namibia) y Facundo Munilla (España) y el segunda línea namibio Max Katjijeko.
Su gran problema será la consistencia, por las diferencias de niveles dentro del plantel. Pero le pegarán un susto a más de uno y pueden lograr alguna victoria rimbombante.
 
Selknam

El equipo chileno basó su nombre en una antigua tribu de la Patagonia. Le costó conseguir el presupuesto para jugar el torneo, pero finalmente lo consiguió y conformó un plantel competitivo. La base es de los jugadores de la selección nacional, que vienen trabajando muy bien en los últimos años bajo el mando del DT uruguayo Pablo Lemoine, pero además agregó seis jugadores argentinos, dos fijianos y dos tonganos. Va a estar en la pelea.
 
Corinthians

La franquicia brasileña  fue a la que más le costó ponerse en funcionamiento, y finalmente lo hizo íntegramente con jugadores de la selección local, entre los cuales hay muchos extranjeros: el neozelandés Josh Reeves, los franceses Felipe y Daniel Sancery, el argentino Yan Rosetti y el sudafricano Devon Muller, entre otros. En el único amistoso exigente antes del torneo, cayó con claridad 45-14 con Peñarol. El problema de los brasileños es su previsibilidad: tienen alrededor de 20 jugadores de alto rendimiento, por lo que su equipo, después de dar un par de sorpresas en los últimos años, ya es conocido de memoria por sus rivales. Buscará evitar el quinto lugar y meterse en semifinales.