Hace un par de años, como le sucede a diario a cada actor de la cadena apícola –uno de los sectores del mundo de los agronegocios particularmente afectado por varias adversidades desde hace mucho tiempo–, Fernando Blanco Riccetto tenía un anhelo: detectar algún nuevo modo de generar valor agregado a la producción, debido a los bajos precios que había (y aún hay) por la miel. Entonces, junto con Nelson Bentancor, su socio, se embarcó en una aventura que de a poco arriba a buen puerto: la producción de hidromiel.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá