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Estados Unidos: la compra de tierras por una empresa china desata preocupaciones de seguridad nacional
La compra de una fracción de tierra de ciento 20 hectáreas de tierra (300 acres) en Dakota del Norte por una empresa china ha hecho sonar alarmas en Washington DC.
La propiedad, ubicada en Grand Forks es poco más que un baldío ventoso, con pastos crecidos y rodeada de autopistas e instalaciones industriales en las afueras de la ciudad.
Pero la compra, realizada por la empresa china Fufen Group basada en la ciudad de Shandong, la ubica en un lugar que está a 20 minutos de la base aérea militar de Grand Forks, uno de los centros más sensibles de tecnología militar aplicada a drones.
El centro es también el lugar donde se ubica una nueva red de tecnología espacial que es “la columna vertebral de todo el sistema de comunicaciones militares de Estados Unidos en todo el mundo”, según afirmó un alarmado senador por Dakota del Norte.
Expertos militares han alertado que debería detenerse la instalación de un molino de maíz chino –el propósito declarado por la empresa compradora– porque podría permitir a la inteligencia china penetrar las instalaciones militares.
El debate se ha instalado en Grand Forks, encendidos debates en el municipio local, políticos discutiendo entre sí, y vecinos reuniéndose para imaginar cómo bloquear a la empresa, son los temas excluyentes en la pequeña comunidad.
Craig Spencer, propietario de una empresa de transportes vecina a la propiedad china ha dicho que sospecha de las intenciones de la compañía y que se siente nervioso por sus hijos y su familia.
Gary Bridgeford, quien les vendió la parcela a los chinos por US$ 2,6 millones sufre el enojo de sus vecinos que han llegado a amenazarlo e instalar carteles insultantes oponiéndose a la venta realizada.
Bridgeford descree que la instalación de la empresa sea una amenaza a la seguridad nacional, “la gente escucha la palabra China y en seguida se preocupa”, expresó. “Pero todo el mundo tiene en su bolsillo un teléfono probablemente hecho en China, ¿dónde está la línea?, se preguntó.
Por su parte, con una visión más pragmática, el alcalde Brandon Bocheski dijo que hay que mirar el tema como un negocio; “la planta implicaría una inversión de US$ 700 millones y crearía más de 200 puestos directos de trabajo y oportunidades de logística, transportes y otros servicios”, dijo. Para el alcalde, las cuestiones referidas a eventuales problemas de seguridad están más allá del alcance de las autoridades de una comunidad como la de Grand Forks.
La Fuerza Aérea no ha expresado aún su opinión sobre el tema, pero en la base, un oficial hizo circular un memorándum sobre el proyecto empresario alegando que constituía una amenaza a la seguridad nacional que encajaba con el modelo chino de espionaje basado en la utilización de proyectos económicos como pantalla. El oficial, un mayor llamado Jeremy Fox, argumenta que la empresa está localizada en un lugar que le permitiría instalar equipos de recepción pasiva que intercepten las comunicaciones de los drones y los sistemas aeroespaciales.
“No quiero tener al Partido Comunista chino haciendo negocios en mi patio trasero”, dijo el senador demócrata Kevin Cramer, que se opone al proyecto pese a las eventuales ventajas económicas que significan para la región donde se instala.
En el Senado, los representantes demócrata y republicano ante el comité de Inteligencia del cuerpo, han manifestado también su oposición al proyecto, expresando que sería peligroso, tonto y corto de miras permitir que el Partido Comunista Chino compre una propiedad al lado de instalaciones militares de Estados Unidos.
En Grand Forks no esperan que la construcción del molino se inicie hasta el próximo año y el alcalde Bochenski ha dicho que por ahora apoya el proyecto, salvo que nuevas informaciones lo hagan cambiar de parecer.
