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Estilo de vida caro y muchas dudas: el perfil de los integrantes de la banda del custodio de Lacalle

Las circunstancias de todos son distintas, como así sus roles dentro de la organización, pero tenían algo en común: llevaban un estilo de vida medio alto plagado de incógnitas
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01 de octubre de 2022 a las 05:02

Un escribano, un ciudadano uruguayo de origen ruso que habla poco español y un turista ruso. Así estaba compuesta la banda que falsificaba pasaportes de la que formaba parte clave Alejandro Astesiano, jefe de la seguridad presidencial, según las pruebas que reunió la fiscalía hasta ahora. 

Las circunstancias de todos son distintas, como así sus roles dentro de la organización. Pero tenían algo en común: llevaban un estilo de vida caro plagado de incógnitas. Tanto en Fiscalía como a nivel de Inteligencia están intentando determinar qué tan profunda era esta trama y quiénes más participaron de ella —la fiscal del caso, Gabriela Fossati, señaló que sospecha de otros dos funcionarios públicos—. Para ello se basó en uno de los audios de las conversaciones entre Astesiano  y el escribano, en el que el custodio le indica que “tiene que llamar al director de MI (Ministerio del Interior) que es amigo que le pase fecha pero tiene que entrarle con carpeta”. Luego agrega: “Yo no puedo transmitirle que estaba nervioso porque se los baja. No les importa un huevo la plata. ¿Entendés?”.

Para eso, la fiscal intenta ahondar en los movimientos pasados de Alexey Slivaev, Roman Karpov, Álvaro Fernández y Astesiano. 

El custodio presidencial contaba con 35 anotaciones y una condena con prisión por estafa de la que dio cuenta El Observador. Trabajó para diferentes figuras políticas, entre ellas Sergio Abreu, Luis Alberto Lacalle Herrera y su hijo, el presidente Luis Lacalle Pou. 

Según supo El Observador, cobraban US$ 10 mil cada documento falso.

Alexey Slivaev

Se trata de un ciudadano ruso que se mudó de ese país a Uruguay en 2008 junto a sus hijos y esposa. Desde ese entonces, se instaló en el barrio Buceo y, en su rústico español —que durante sus primeros años en Uruguay fue casi nulo—, daba evasivas cuando tenía que explicar a qué se dedicaba: changas, diferentes oficios e incluso, un falso emprendimiento por el que traía a turistas rusos a conocer Uruguay. 

Pese a las dudas que generaba en sus conocidos, llevaba un estilo de vida costoso y viajaba a su país natal por largos períodos de tiempo —uno o dos meses—, un par de veces al año. No era su único destino: hizo también por lo menos un viaje a México, que fue detectado en la fiscalía como irregular.

De hecho, el caso se disparó en México cuando un ruso fue al consulado y dijo ser hijo de un uruguayo. Funcionarios de inteligencia policial ubicaron a este hombre, ya que la partida de nacimiento decía que tenía tres hijos pero este reconoció bajo acta que tenía uno solo, aunque también admitió que le “firmó papeles” al escribano Fernández “desconociendo el contenido”. “Del expediente surge que a efectos de realizar el trámite, fue acompañado por el señor Slivaev”, argumentó una de las adscriptas de Fossati. 

Este hombre –luego se supo en la investigación de fiscalía– tiene un grupo de Facebook en el que hay casi 8.000 rusos y se llama “Todo sobre inmigración a Uruguay”, donde conseguía a las personas que necesitaban tramitar la documentación.

Al recibir la información, dos jerarcas de la Dirección Nacional de Identificación Civil (DNIC) elaboraron una serie de informes a sus superiores y denunciaron la situación en Fiscalía. Esto permitió detectar que se cobraba por hacer la gestión para obtener documentos uruguayos.

Alexey Slivaev intervenía como traductor y gestor: conseguía los clientes y acordaba los montos que luego repartiría con el escribano Fernández.  

Roman Karpov

Karpov había llegado a Uruguay una semana antes de ser detenido. Salió de San Petesburgo (Rusia) recién operado y por eso debió ser asistido en el Hospital Maciel. Se presentó con dolores y con fiebre alta. 

Cuando se le consultó a qué se dedicaba, respondió que tenía una empresa en Rusia relacionada al rubro audiovisual.

Se alojó en un moderno hotel céntrico, donde no tuvo movimientos inusuales que llamaran la atención. Aunque el martes 21, cuando se dirigió a DNIC a sacar la cédula, los oficiales observaron algunas irregularidades en su partida de nacimiento que los hicieron sospechar de que era falsa. 

Karpov, además, no hablaba una palabra de español y estaba junto a una rusa de 20 años que oficiaba de traductora. Su documento decía que era nieto del uruguayo Alexis Montes, fallecido en marzo de 1991, pero la policía logró contactarse con los hijos de Montes, quienes manifestaron no tener hermanos ni familiares rusos. 

Luego, ante la Fiscalía, reconoció que le pagó US$ 100 a la rusa por esa tarea y que esta era hija de una mujer –también rusa– con la que se había contactado a través de las redes sociales para que le hiciera algunos trámites. 

Fue imputado, sin prisión, por un delito de uso de documento con certificado falso con un delito de suposición de estado civil. Las mujeres siguen siendo investigadas.

Álvaro Fernández

El escribano residía en una de las zonas más coquetas de Punta del Este, sobre la Playa Mansa, según declaró en la Justicia cuando fue detenido. Profesionalmente, traía por lo menos dos inhabilitaciones de matrícula a cuestas, impuestas por la Suprema Corte de Justicia. Una de 2005 y otra de 2022. 

Con él fue con quien Astesiano tenía mensajes comprometedores que, según la fiscal Fossati, borró antes de ser detenido. “No se sabe si es que tuvo conocimiento o no de la investigación, se agotaron todas las medidas para que fuera reservado pero todos sabemos, quienes estamos en el sistema, que a veces no alcanzan los esfuerzos para que la situación se logre”, expuso Fossati en la audiencia. 

Fernández gestionaba las partidas, indicaba los pasos a seguir y oficiaba de gestor en la maniobra delictiva. l

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