Florencia Infante lleva Yo soy la tormenta al auditorio del Sodre

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Florencia Infante: "Las mujeres nos teníamos que afear porque no se podía ser linda y graciosa, y yo quiero todo"

El próximo 22 de marzo, la actriz se presenta en el Auditorio Nacional del Sodre con Yo soy la tormenta
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12 de marzo de 2022 a las 05:00

El pronóstico del tiempo advierte “precipitaciones y probables tormentas”, aunque es uno de esos días en los que no es necesario ser una especialista para preverlo: el gris del cielo es una amenaza desde la mañana, y sobre la rambla de Montevideo el viento no hace más que afirmar el presentimiento de que lo inminente está por llegar. Apenas pasan las diez de la mañana en un bar de Pocitos y ahí está: Florencia Infante es la tormenta.

Yo soy la tormenta es el título del unipersonal que la llevará al Auditorio Nacional del Sodre el próximo 22 de marzo, algo que la convertirá en la primera mujer en subir a ese escenario bajo este formato. “Las tormentas por definición son contradicción: es el choque de un frente frío contra un frente caliente e implica agua. Eso es una tormenta. Es la vida: lo que quiero, lo pretendo, lo que deseo, lo que puedo, lo que soy y lo que quiero ser. Y llorar. Implica agua, siempre”, explica sobre el título de su tercer espectáculo.

A Infante le cuesta conciliar el sueño, y es una característica que siente que comparte con otros artistas. Pasa la mayor parte del tiempo “no durmiendo” porque tiene la cabeza llena de ideas. Eso hace que tenga un ritmo de producción casi musical: un show adelanta material, o ideas, para el siguiente. Así como algunos músicos dejan letras para el próximo disco. Jardín de Infante dejó un rastro para Intensidad, que adelantó la premisa de este nuevo show. “Cuando hicimos Intensidad hablamos de la maternidad, hablamos del amor, y tenía muchas ganas de hablar sobre la soledad. Me parece que tiene una connotación negativa sin sentido, siento que es una idea patriarcal y machista que nos pesa mucho a las mujeres, eso de que solo estás completa si tenés una pareja, no importa si es hombre o mujer. Este concepto de que el otro te viene a completar y que aprendimos desde niñas”.

Dice que hace tiempo que no se sentía tan bien “sola”, que toma las decisiones que realmente quiere tomar y que disfruta de sentarse en un bar a tomar una cerveza aunque la pregunta del mozo sea inevitable: ¿va a pedir ahora o espera a alguien más?.

“Me encontré hablando de este tema con un montón de gente increíble y mega inspiradora que está caminando por ese razonamiento. Hay que hablar de esto. ¿Cuántas veces dejamos de hacer cosas que queremos hacer porque no nos animamos a hacerlas solos? Es una estupidez”, dice. Ahora, Florencia infante va a reivindicar la soledad ante dos mil personas.

¿Cómo se habla de aquello de lo que "hay que hablar" en un show de stand up? ¿Cómo se disecciona la experiencia personal ante la audiencia sin correr el riesgo de salir lastimada? Infante siente que hay temas medulares. Esos que nos atraviesan a todos: el amor, la soledad, reivindicar algunas cosas de la maternidad. “Estoy intentando ponerme siempre en primera persona y poner la carne en el asador, pero siento que he aprendido a hacer el ejercicio de no vulnerarme, que no me duela lo que digo a pesar de que sea lo que creo y lo que pienso. Capaz que pasé de lo particular a lo general: Jardín de Infante era muy íntimo. Ahora sigue siendo íntimo, porque sigo siendo yo con mi pensamiento, pero en temas que son más abarcativos. Creo que ahí está la receta para no angustiarse haciendo humor". 

Los comediantes suelen subir al escenario para mostrarle al público sus puntos débiles, su talón de Aquiles y su poesía. ¿Pero dónde se traza el límite? "Sigo pensando cada una de las palabras que digo, porque están masticadas, leídas, repasadas y estudiadas mil veces, para adelante y para atrás, pero siento que hay una vulnerabilidad que hay que cuidar, porque no deja de ser tu historia. Estoy intentando encontrar el lado luminoso”.

Infante señala que no nació en cuna de actores y que esa característica quizás sea la que le haga más sencillo conectar con el público. "Vengo laburando y creciendo, soy una nadie que apareció y construyó una carrera en coherencia en los medios a lo largo de estos años, y siento que lo que yo tengo para contar de mi vida debe ser re parecido a tu vida y a la vida de los dos mil que estamos ahí", señala. 

Reconoce además que puede cambiar de opinión acerca de lo que dice en el escenario y eso no la hace menos consecuente. “Me pasó cuando estrené Intensidad, que decía muchas cosas que creía del amor y de la vida, y a los seis meses dije 'paren un poco, esto ya no lo pienso más'. Es coherente que nos pase eso", recuerda. “La vida es eso: es movimiento”.

Hay que desconfiar de quienes nunca cambian.

La tormenta perfecta 

Florencia Infante se siente tormenta por definición. “No tormento", puntualiza, y procede a la definición: “el masculino de tormenta es un castigo físico o psíquico para mortificar a alguien”. Cree que es tormenta todos los días, en esa lucha cotidiana entre lo que es y lo que debería ser, y cada vez menos con lo que los demás pretenden de ella. Sus hijos, en cambio, son su cable a tierra: "Ellos son mi arcoíris”.

Hace unos días entró junto a ellos al auditorio de Sodre y en ese momento todo tomó otro sentido. “Me puse a llorar. Porque era el resumen de todo: yo, llena de mochilas y bolsas, toda sudada, con uno de cada mano en la sala. Es como 'mi mamá es esto y también es eso' y ellos lo entienden mucho más que los grandes”.

Cuando logra dormir sigue pensando en el show, sueña y lo materaliza en vigilia. Adelanta que varias cosas que parecerían imposibles que pasen en un teatro van a pasar en Yo soy la tormenta. “Entre ellas que yo esté en un momento asistida por María Noel Riccetto. ¿Quién me iba a decir eso?”.

La palabra imposible la estoy empezando a dejar de usar. No existe, ni para mí, ni para nadie. Si lo deseás, lo laburás, te lo proponés y lo hacés. Obviamente soy una mujer en un contexto de privilegio, puedo montar los shows que quiero y la gente paga para escucharme hablar. Privilegio absoluto. Desde ahí laburo de sol a sol por mis sueños, entonces no debería ser imposible. Y esta gente demente que me voy encontrando a lo largo de la vida me dice '¿Es imposible? Hagámoslo'. La ecuación es maravillosa".

Florencia Infante con Juan Pablo Olivera y Ernesto Muniz, directores del Club de la Comedia

Considera que este tercer unipersonal es el primero en el que se ve mucho a la actriz: "Hay inspiraciones poéticas sobre el escenario que son más de la actriz que de la comediante", puntualiza.

Todos los días recibe el reporte de la tiquetera y junto al número de entradas vendidas aumenta la sensación de tener una "responsabilidad enorme". Explica que cada detalle del show está previsto. Repite seis veces "todo" y agrega: "no te puedo explicar el todo de lo todo, pero todo". El motivo, argumenta, es que siente mucho respeto por por el público, en especial en el contexto de reapertura de los espectáculos en vivo tras la pandemia. Considera que ahora la gente elige más cuidadosamente qué ir a ver por tres motivos: el tiempo, el costo de las entradas y la posibilidad de exponerse a la circulación del virus. "Todos los que compran una entrada confían mucho en vos".

"Tengo que deslomarme y hacer el mejor show de mi vida, no solo para que lo sea, sino para que esas dos mil personas después digan 'qué bueno que estuvo, vamos a ver otra cosa'. Siento que ese es el trabajo de los artistas: hacer cosas tan increíbles y tan inspiradoras que retroalimenten a la industria. No quiero que solo me vengan a ver a mí, quiero que todos los teatros estén llenos, y que después los bares estén llenos porque la gente fue al teatro. Quiero que todos tengamos trabajo: los cantineros, los artistas, los taxistas, todos. Porque se mueve. Y porque reírse hace bien y ver espectáculos que están hechos con amor hace bien".

"Yo quiero todo, ¿por qué menos?"

Afuera sigue la amenaza. Los precavidos cierran los toldos de los comercios y salen con paraguas a la calle. Adentro la tormenta mueve entre sus dedos un sobre de edulcorante vacío y, entre las uñas azules, relampaguean pequeños rayos blancos en los dedos anulares mientras habla sobre el lugar de las mujeres en la escena de la comedia local. Es una tormenta eléctrica.

“Hay muchos varones muy buenos, porque no hay que sacarles mérito, llenando muy rápidamente las salas. ¿Por qué a las mujeres nos cuesta? Si no hacemos shows de otra calidad”, se pregunta, y luego acota: “todavía hay resistencia”.

A los hombres todavía les queda incómodo escuchar a mujeres hablar sobre determinados temas. No a todos, por suerte. Pero es más cómodo para ellos, capaz que por identificación, escuchar a varones. Yo no digo malas palabras, por ejemplo, pero me siento como una bomba sexy desde hace unos años y me parece que también hay un tema con asociar a la mujer haciendo humor con la fealdad. Para hacer humor, las mujeres hace muchos años nos teníamos que afear porque no se podía ser linda y graciosa. Yo quiero todo. ¿Por qué menos? Si ellos pueden nosotras también", dice.

Infante ve el cuidado por los detalles que tiene con su trabajo en los espectáculos de otras mujeres uruguayas, pero no le pasa lo mismo en el caso de muchos hombres. “Siento que nosotras tenemos que preparar la escena para pegar el cuchillazo y al hombre se le sigue permitiendo mucho más en escena. Pero en la medida de que no nos sigan dando oportunidades, no se van a enterar de que hay muchas mujeres haciendo cosas geniales por ahí".

“Dicen que la ignorancia nos hará felices. No, lo verdaderamente difícil es saber la verdad y aún así ser feliz. No estaría mal que nos empezáramos a dar cuenta de que en esto de que las mujeres tuvimos que pelear tanto para ocupar esos espacios hemos aprendido muchas cosas. Siento que las mujeres que estamos en escena sabemos tanto de técnica y de semiótica que cuidado: ¡cuidado con los montajes!", señala. Además anima al público a tener una postura crítica sobre los espectáculos, incluso con el propio: "Empiecen a buscar dónde hacemos agua. No hay. No hay un agujero donde meterse porque esto es el trabajo de un obsesivo". Dice que bien podría renombrar el clásico de Konstantín Stanislavsky: Una obsesiva se prepara. Se ríe y se predice una vida de delirio hasta el 22 de marzo.

A Florencia Infante se le ven las ideas arremolinarse en la cabeza hasta que las pone en la voz. ¿Cómo amansa las ideas? Camina, corre y a veces se baña más de una vez al día para tener espacios de lo que llama "agua Jane de la cabeza". Pero hay una pregunta que le ronda la mente y parece que le cuesta limpiar: ¿Ahora qué? Una pregunta razonable viniendo de una mujer que se propuso hacer unipersonales de humor y llenar salas, y lo hizo. Una mujer que viene construyendo una carrera sólida en medios de comunicación, que proyecta un libro para mediados de año, que llegó a hacerse un lugar en el informativo más visto de la televisión nacional, y que advierte que “hay que tener cuidado con lo que uno le dice al universo porque hay algo ahí que está escuchando". Lo dice una mujer que está a punto de estrenar el show más grande de su carrera. ¿Y ahora qué?

Uno de mis grandes defectos y virtudes es que tengo los pies muy puestos en la tierra, pero mi cabeza está siempre en lo próximo. Ernesto Muniz hace un tiempo me dijo '¿podés disfrutar algo?'. El otro día haciendo una nota con Álvaro Carballo me di cuenta de todas las cosas que había hecho. Entonces ahora no sé si solo puedo decir que soy actriz, pero prefiero que el tiempo o los demás se encarguen de decir quién fui", dice Infante, y caen un par de gotas de lluvia. "Quiero ser coherente y que después las otras personas digan quién fui. Yo soy feliz, que los demás le pongan los títulos que quieran a eso".

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