Agro > TRIBUNA / PABLO CARRASCO
¿Ganadores y perdedores?
La posibilidad de un TLC con China está arriba de la mesa. Como cualquier otro intento de cambio en el Uruguay, de manera automática se generan dos bandos, uno a favor y otro en contra, pero en este caso quienes denostan la iniciativa están afuera de la zona de confort.
Se trata de acordar con un país comunista en lo político, pero convencido de que la riqueza se genera de una única manera, permitiendo que las personas persigan sus sueños.
Por otra parte, este eventual acuerdo tiene como antecedente una idéntica iniciativa previa, de uno de sus líderes históricos como fue Tabaré Vázquez. Ante esta dificultad, se ha optado por dividir a los uruguayos entre ganadores y perdedores, y a ese análisis se refiere esta columna.
Cuando se habla de ganadores y perdedores parece evidente que se habla de empresas que verán afectada la competitividad de sus productos y de otras que competirán sin problema con la contraparte.
Varios referentes de la izquierda se han posicionado del lado de los perdedores por su condición de tal, lo que por oposición quiere decir que a los que no somos de izquierda no nos interesan los que pudieran quedar por el camino.
Más allá del maniqueísmo incluido en ese mundo de buenos y malos, quisiera referirme a un gran ausente en la discusión: la gente.
¿Qué quiere decir que una empresa pierda en un acuerdo con China? Pues que los productos chinos habrán de tener un costo menor para los consumidores uruguayos. También quiere decir que sin el TLC nuestros ciudadanos seguirían rehenes de la protección artificial a determinadas empresas.
Son estas y no otras cosas las que están detrás de uno de los países más caros del mundo.
No puede ser que justamente la izquierda la que se olvide de su tan amado pueblo, para defender a empresarios prebendarios.
Es correcto que el gobierno detecte estas situaciones y apoye la reconversión de aquellos que solo pueden funcionar en un ambiente cerrado, pero no es correcto que se pierda el único objetivo que debe movilizar a un gobernante, como es una mejor vida para su gente.
Mirémoslo desde el otro punto de vista: ¿Qué quiere decir que habrá ganadores? Y entre ellos claramente el sector agropecuario. Pues quiere decir que hay sectores de la economía que han debido producir a precios competitivos con el mundo y que si están operativos es porque han tenido la necesidad de adecuar sus costos y productividad para que ello se pueda hoy cosechar.
El agro en particular no solo estuvo a la intemperie estatal, sino que debió forjar su negocio a pesar del batllismo primero y la izquierda después.
Fueron vistos por Montevideo como un modelo de desarrollo primitivo y sin valor agregado y no fueron pocos los años donde, como en Argentina hoy, los productos exportados por el campo fueran objeto de detracciones que subsidiaron el modelo “correcto” de fábricas citadinas y sustitución de importaciones al son de la música fúnebre que tocaba la malhadada Cepal.
Los sectores competitivos son los que permitieron desde siempre que los uruguayos pagaran estos productos al mismo precio que en cualquier país. Ninguno de ellos ha incidido en la carestía uruguaya y por lo tanto sería completamente canallesco castigarlos con impuestos por estar prontos para comerciar con el mundo.
El comercio solo produce ganadores. Un país más barato pone dinero en el bolsillo de sus habitantes y este dinero termina en el ahorro y el consumo generando empleo y riqueza a sus conciudadanos.
Al decir del presidente actual: condescendientes con la personas, pero firme con las ideas.
