Gustavo "El Pato" Torena, realizando excavando en Aiguá

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Gustavo Torena, el Pato Celeste, excava en un predio de Aiguá en busca de desaparecidos

La presencia militar en el predio de un antiguo parador parece estar demostrada, aunque no está claro para qué se usaba. Allí parece haber calabozos abandonados, no consta todavía que fuera un centro de reclusión
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01 de agosto de 2022 a las 05:01

Gustavo Torena, más conocido como Pato Celeste, está excavando en un predio cercano a Aiguá en busca de restos de desaparecidos. El terreno se encuentra en el departamento de Lavalleja, próximo a la frontera con Maldonado, y hoy es propiedad de un particular. Antaño funcionó allí un establecimiento turístico, el parador del Pororó. El predio estuvo en manos del Estado hasta 2013, cuando el Ministerio de Turismo lo vendió a un particular.

Torena tomó la decisión de iniciar una investigación por cuenta propia por entender que la Institución Nacional de Derechos Humanos no ha respondido con la celeridad necesaria a una denuncia que él hizo en mayo, señalando que en ese predio pudo haber existido un centro de reclusión clandestino durante la dictadura.

En la INDDHH, por el contrario, sostienen que ellos sí han investigado la denuncia y si no han logrado avanzar más es porque Torena les ha impedido acceder a un testigo clave.

Por ahora, las excavaciones que ha realizado el Pato Celeste no han sido exitosas, pero según dijo a El Observador todavía resta mucho por relevar.

“En los próximos días –anunció- voy a tener allí una retroexcavadora”.

“Parece una cárcel”

El 18 de mayo, Torena se presentó ante la Institución de Derechos Humanos y presentó una denuncia por escrito.

Allí señala que un vecino de la zona de Punta Colorada le relató que mantuvo una relación con el general Amauri Prantl, jefe del Servicio de Información y Defensa durante la dictadura, y que éste, una noche mientras bebían alcohol, le señaló que un campo de Aiguá había matado “tupas y comunistas”.

Según la denuncia, años después ese amigo preguntó en Aiguá si había algún lugar en la zona donde los militares hubieran actuado durante la dictadura. Lo dirigieron al antiguo parador turístico del cerro Pororó, en aquel momento ya trasformado en vivienda particular. El dueño del lugar, Juan Libechts, lo dejó entrar y el amigo de Torena vio unas construcciones que parecían calabozos.

Libechts también le habría dicho a la fuente de Torena –de acuerdo al escrito presentado- que pudo comprar el campo gracias a la amistad de un familiar con el entonces presidente Jorge Batlle y que cuando se le traspasó el campo se le señaló que en algunos lugares no podía hacer nada, “indicando un lugar donde algo prohibido podría haber”.

En la web todavía se puede acceder a la resolución de la Presidencia del 6 de noviembre de 2003 en la cual se establece que el Ministerio de Turismo vende el padrón 5331 del departamento de Lavalleja a Libechts a cambio de 1.900 unidades reajustables.

El lugar en Aiguá donde busca restos de desaparecidos

Torena relató que hoy el campo ya no es de Libechts, sino de un ciudadano ruso que le permitió entrar a su propiedad y lo habilitó a tomar fotos e iniciar las excavaciones. Para conseguir la autorización, Torena lo visitó con la traductora de ruso Marta Saxlund.

Saxlund dijo a El Observador que el actual dueño del terreno no se sorprendió ante el pedido de Torena de ingresar a investigar y excavar, ya que algunos lugareños ya le habían comentado que allí habían estado los militares porque en el predio se conserva una construcción “que parece una cárcel”.

El actual propietario, narró Torena, también afirmó que en el predio existían unas viejas puertas de chapa con una mirilla como única abertura, tal como suelen ser las puertas de los calabozos.

¿Encierro o esparcimiento?

Quien recibió la denuncia de Torena en la Institución de Derechos Humanos fue la directora Mariana Mota.

La exjueza negó en forma tajante que no se le haya dado curso a la denuncia de Torena.

Por el contrario, relató varios avances concretos que se realizaron desde que se la conoció. Por un lado, se investigó el predio del exparador y se logró corroborar que sí fue usado por los militares durante la dictadura.

“Efectivamente, ese fue un lugar de uso de los militares, pero hasta donde hemos podido averiguar fue un sitio de reunión y de esparcimiento, no un centro de reclusión”, dijo Mota a El Observador.

Sobre el cierre de esta edición, la funcionaria agregó que personal de la INDDHH logró contactar a Libechts, quien vive hoy en el departamento de Rivera. “El anterior dueño negó que se le hubiera condicionado de alguna forma el uso del predio”, informó.

Mota señaló que el equipo de la institución continúa trabajando en la denuncia. “Para poder avanzar en la investigación es muy importante para nosotros poder hablar con la fuente directa de la información. Es eso lo que se hace siempre”, agregó. “Por supuesto que a todas las fuentes le garantizamos una total confidencialidad, y así se lo hemos dicho a Torena. Pero él se niega a proporcionarnos el nombre de esta persona, o a ponerlo en contacto con nosotros. Él no habilita ese contacto buscando mantener el protagonismo, y eso nos obliga a recorrer un camino mucho más lento y largo”.

Torena, en cambio, criticó la tardanza en ubicar a Libechts. Pero sobre todo dijo no comprender por qué nadie de la INDDHH ha ido a observar el predio, cuando su dueño está dispuesto a que se investigue y se excave.

El pasado jueves también denunció la situación ante la Fiscalía especializada en Crímenes de Lesa Humanidad y en el Ministerio de Defensa Nacional.

“Cualquier dato que aparece sobre los desaparecidos, me parece justo que sea investigado y que se sepa la verdad”, manifestó. Torena pide que cualquier persona que sepa algo respecto al predio en cuestión se lo haga saber. El empresario y exmascota de la selección uruguaya de fútbol aceptó que su fuente dialogara con El Observador. En una esquina de Montevideo, con Torena como testigo, el hombre contó la historia tal como figura en la denuncia presentada ante la INDDHH.

Recordó que conoció al general Prantl en 1989, gracias a un contacto que le hizo un comerciante de Maldonado hoy fallecido. Mencionó cuál era el nombre de ese comerciante, el rubro en el cual se movía, el nombre de su empresa, el hobby que tenía y por qué tenía trato con Prantl.

Un hijo de ese empresario fernandino corroboró que los datos dados por la fuente de Torena son verdaderos, y afirmó que su padre estaba en condiciones de haber conocido al general ya que tenía vinculación con muchos militares.

Sin embargo, hay un dato que no coincide: según consta en los registros del Cementerio Británico, Prantl falleció el 1 de setiembre de 1985, cuatro años antes de la fecha señalada por el hombre. La lápida de su tumba tiene inscripta esa fecha.

Han pasado muchos años y podría ser una confusión en la memoria de la fuente.

Torena ha recogido testimonios de vecinos que recuerdan que el viejo parador tuvo en la dictadura una presencia militar importante, que llegaban y salían jeeps, incluso alguno habla de aterrizaje y despegue de helicópteros. Lo que no ha aparecido por el momento es alguien que recuerde haber estado detenido allí.

Gastón Grisoni, presidente del colectivo de expresos políticos Crysol, dijo que nunca oyó nada al respecto.

Antes de comenzar a excavar por su propia cuenta, Torena llevó al terreno al antropólogo y arqueólogo José María López Mazz, profesor universitario y una de las personas que más sabe sobre búsqueda de desaparecidos en Uruguay, una tarea de la cual fue responsable entre 2005 y 2014. Torena le mostró el terreno y las construcciones que parecen calabozos.

Según dijo López Mazz a El Observador, él concurrió a conocer el lugar, pero no participa en las excavaciones que se están realizando. Lo que observó allí –explicó- no le permite por el momento tener una opinión definitiva.

“Es interesante, hay indicios, pero todavía no podemos asegurar nada”, dijo el especialista. “Es llamativo que no exista ningún testimonio de ninguna persona que relate haber estado detenida allí. Eso querría decir que si hubo detenidos ahí, no habría sobrevivido ninguno. Mi conclusión es que hay que seguir investigando”.

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