El debate político luce falto de creatividad, variedad, sustancia y provocación intelectual para esmerarse en el razonamiento previo al discurso público. Está aburrido. Está reducido al Sí y al No a la LUC, y los reproches cruzados sobre gestión de áreas del Estado en el actual y anterior gobierno.
Nada profundo; generalmente superficial y con más etiquetas que conceptos.
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