Emma D

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Entre mordiscos y coronas, House of the Dragon preparó la guerra: lo que dejó la primera temporada

La primera entrega de la precuela de Game of Thrones cumplió su cometido: ser el culebrón medieval de los domingos
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25 de octubre de 2022 a las 05:02

Advertencia: esta nota contiene spoilers de la primera temporada de House of the Dragon

Con un mordisco, dos coronas, dos hijos perdidos y el fuego de la venganza encendido para lo que viene: así fue como terminó este domingo House of the Dragon, la serie que funciona como precuela de Game of Thrones y que sentó las bases para ver, en temporadas venideras, uno de los eventos más importantes en la historia de la turbulenta familia Targaryen: la Danza de los dragones. 

Con el décimo episodio, titulado The Black Queen (La reina negra), HOTD cerró la primera parte de una historia que aparentemente acaba de encender la mecha y que todavía tiene espacio para explotar. Casi como un calco de aquella lejana primera temporada de GOT, los primeros diez capítulos de esta nueva serie de HBO basada en el universo creado por George R.R. Martin cumplieron con un propósito claro: poner el mantel para lo que viene. 

Es así que, para empezar, la producción a cargo de Ryan Condal y Miguel Sapochnik logró acometer una de sus responsabilidades con bastante éxito; esto es, dar a conocer una catarata de nuevos personajes, linajes, hijos bastardos y, por supuesto, dragones. Muchos dragones. Y que esto funcionara y conquistara a los espectadores familiarizados con ese universo pero que, quizás, todavía masticaban los ecos de la decepción del final de la historia de Jon Snow y Daenerys Targaryen

Daemon Targaryen y Caraxes

En ese sentido, si el universo de esta nueva serie podía parecer narrativamente más acotado —en lugar de mil familias distintas acá tenemos casi que únicamente a los Targaryen y sus peleas internas—, lo cierto es que HOTD demostró tener la suficiente carga de tensión y melodrama como para equipararse a su propio antecedente televisivo. Rhaenyra, Daemon, Viserys y Alicent Hightower debían hacer olvidar a Jon Snow, Daenerys, Cersei Lannister y compañía, y lo lograron. Al menos por un rato.

Y eso se logró, en parte, porque el casting parece estar un poco más aceitado que el de aquella serie anterior. Está claro que Sean Bean (Ned Stark), Lena Headey (Cersei Lannister) y Peter Dinklage (Tyrion Lannister) son actores de primera, pero Emma D'Arcy (Rhaenyra), Olivia Cooke (Alicent Hightower) o Paddy Considine (Viserys), que en esta nueva serie ocupan los roles principales, dan bastante más jugo interpretativo que los acartonados Kit Harington (Jon Snow) o Emilia Clarke (Daenerys), nombres sobre los que recayó el peso dramático de GOT al final. Si de comparar se trata, Rhaenyra es por lejos un personaje más profundo, interesante y rico que su lejana descendiente, Daenerys.

Aegon Targaryen II

Y si bien es cierto que las comparaciones son odiosas, en algún sentido quedan habilitadas cuando es la propia serie la que lanza guiños y conexiones permanentes a lo que, en términos cronológicos, vendrá después. HOTD no tuvo reparos en aferrarse al legado de GOT con menciones constantes a “la Canción de Hielo y Fuego”, al “príncipe que fue prometido” y hasta mantuvo la ya clásica banda sonora de Ramin Djawadi. El temor por perder el tren del éxito se notó, y en realidad fue bastante innecesario: la serie tocó sus mejores teclas cuando se preocupó por sus tramas, sus personajes y su propia mitología, cuando se olvidó del peso de aquel legado. 

Por otro lado, fue buena idea no dejarse llevar por la inmensidad del conflicto que vendrá, del poder visual de los dragones, y preferir plantear las cosas a un ritmo más calmo, incluso desechando la clásica fórmula GOT de utilizar el noveno episodio para dejar que todo explote. La primera temporada, entonces, sirvió para lo que sirven las primeras temporadas en este tipo de historias enroscadas, ambiciosas y aparentemente enormes: adentrarse en los universos íntimos de los personajes, conocer bien sus motivaciones, para sentir cómo los hilos se tensan, las piezas se mueven y todo queda listo de cara al futuro.

En ese esquema, HOTD optó por un tópico casi que principal que la atravesó y, de hecho, marcó mojones con escenas fuertes y hasta difíciles de ver: la maternidad. La serie no escatimó en partos que salieron muy mal —horriblemente mal si pensamos en, por ejemplo, el primer episodio y la dramática muerte de Aemma Targaryen—, ni tampoco en examinar el lugar de sus mujeres protagonistas como cuidadoras y guerreras, un rol que acometen prácticamente en simultáneo y, en general, por presión familiar y social. En algún sentido, la serie abre su juego con la pérdida de un hijo, y enciende la pólvora en el final con otra. Señal más clara que esa no parece haber.

House of the Dragon volverá en 2024

Por otro lado, HOTD ya escogió sus paladines: los héroes obvios de todo este asunto son Rhaenyra y sus fieles, mientras que los Hightower quedaron marcados como los enemigos usurpadores a vencer. ¿Este maniqueísmo es bueno? En algún sentido simplifica las cosas, algo que en medio de las elipsis temporales a mansalva y cambios permanente en el elenco —los Targaryen consumieron un promedio de tres actores por personaje, más o menos— es bienvenido. Sin embargo, en algún punto contradice el encanto que el mundo de Westeros siempre tuvo —aquello de que los buenos no eran tan buenos y los malos tan malos— y personajes más hondos, como Alicent Hightower, cayeron en una bolsa de linealidad de la que deberían salir por su bien. Habrá que ver cómo ella, una jugadora clave en lo que vendrá, construye su futuro como referente del bando de los Verdes sin transformarse en una caricatura.

En definitiva, la expectativa era grande y HOTD estuvo a la altura. Quizás hasta se puede decir que ganó en el choque de titanes que significó su estreno en simultáneo con Los anillos de poder, la serie de El señor de los anillos de Amazon Prime Video. Logró encontrar cierta independencia en su relato, delineó tramas y personajes atractivos, tuvo alguna que otra escena excitante y, si bien no descubrió la pólvora, cumplió y entregó lo que prometía: una telenovela medieval para los domingos a la noche. ¿Para qué más? En el camino dejó polémicas por la oscuridad de algunos capítulos, cierta predilección por la vieja violencia explícita y gratuita que GOT tenía pero que ablandó con el paso del tiempo, algunas dudas por la calidad de sus efectos visuales, pero nada de eso evitó que, cuando los créditos se cerraron sobre el rostro enfurecido, doliente y hambriento de venganza de Rhaenyra Targaryen, todos los espectadores pidieran lo mismo: fuego y sangre.

La Danza de los dragones volverá (o empezará) en 2024.

El bando de los Negros

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