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Ignacio Alonso analiza dar una silla del nuevo Ejecutivo de la AUF a las SAD y está en riesgo el lugar de Peñarol
Las elecciones de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), que este jueves confirmaron a Ignacio Alonso como presidente por el período 2023-2026, dejaron los primeros coletazos políticos, cuyas consecuencias se conocerán en las próximas semanas, mientras comienzan a armar el nuevo mapa político de la sede de la calle Guayabos.
Este viernes comenzaron a transcurrir los 10 días que Alonso tiene para notificarse del triunfo en la elección, una formalidad reglamentaria.
Luego comenzará el proceso para conformar el nuevo Comité Ejecutivo de seis miembros en el que los sectores (fútbol profesional, fútbol amateur y grupos de interés) votarán a sus representantes, y el presidente deberá nombrar a los tres miembros de su confianza.
En 2019-2023, los tres miembros que eligió Alonso fueron los representantes de Nacional, de Peñarol y la cuota femenina. Pero ahora, la evolución política de la AUF en los últimos meses derivó en que un nuevo jugador asome con grandes chances de ganar una silla en el Ejecutivo: las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Y quien corre riesgo de perder un asiento es Peñarol.
¿Qué ocurrió en 2021 que empezó a torcer el peso de las SAD?
Cuando en 2021 los clubes profesionales intentaron aprobar el Estatuto de la nueva Liga Profesional sin considerar a las SAD, inesperadamente comenzaron a torcer la historia del fútbol uruguayo.
Hasta ese momento, las SAD operaban en forma independiente, pero en ese 2021 ocurrió algo que las despertó. Se encontraron con que en el Estatuto que impulsaban varios clubes, que tenía a Peñarol como uno de los grandes promotores, querían aprobar para la Liga Profesional un artículo por el cual cada club hiciera aportes complementarios dependiendo de la figura jurídica.
Ante la posibilidad de que las reglas no fueran parejas para todos los clubes y pudieran verse perjudicados por su condición de SAD, las instituciones que están bajo esa figura iniciaron un frente común y consiguieron quitar ese artículo del estatuto.
Sin querer, lo que en ese momento forzaron los 16 clubes que impulsaban el Estatuto (Peñarol, Liverpool, River Plate, Wanderers, Fénix, Cerro Largo, Progreso y Boston River, de Primera, Danubio, Defensor Sporting, Juventud, Cerro, Rampla, Uruguay Montevideo, Villa Teresa y Rocha, de Segunda, en ese momento), fue constituir una tercera fuerza con tanto poder como el de los grandes.
Nacional se mantuvo ajeno a esa disputa, alineado con el gobierno de la AUF y aleatoriamente con la aspiración de las SAD, y dejaron que las estrategias políticas de los aurinegros en la sede de la calle Guayabos se frustraran.
Los presididos en ese momento por José Decurnex, aunque se habían enfrentado al gobierno de Alonso, habían decidido seguir acompañando su gestión, que habían votado en 2019.
Peñarol, bajo la presidencia de Ignacio Ruglio, eligió confrontar y quedó en casi todos los temas de 2021 en la vereda opuesta al oficialismo. Así fue como el nuevo presidente (asumió en lugar de Jorge Barrera en diciembre 2020) se construyó como líder de la fuerza opositora, y se encontró una y otra vez, hasta este jueves, con derrotas políticas, que por transitiva dejaban siempre a Nacional del lado ganador.
En ese contexto, tras las elecciones de este jueves, Nacional se aseguró su silla en el Ejecutivo para 2023-2026.
El club propondrá a Alejandro Balbi y será aceptado por Alonso, que le concederá una de las tres sillas que puede elegir en el gobierno del fútbol.
El problema con los históricos intereses de Peñarol pasan por lo que piensa Alonso y lo que impulsa Ruglio.
El presidente de la AUF dijo este jueves, tras ganar la elección: "Gastón es un crack, es un gran dirigente de Peñarol, que lamentablemente quedó expuesto a esa diferencia interna en el club. Es un gran capital para el fútbol uruguayo".
Ruglio, quien lidera la política del club, no quiere a Tealdi en el próximo ejecutivo.
Tealdi fue una pieza clave en el gobierno de Alonso en 2019-2023, articuló en temas del día a día en el fútbol local y benefició a su club en el escenario internacional porque acercó a Peñarol a Conmebol y generó vínculos que la institución había dinamitado en la década pasada.
Por esa razón se abre en estos días una instancia de negociación en la que el presidente de Peñarol, que quedó debilitado políticamente y comprometido con Conmebol por ir a la Justicia contra la AUF, deberá encontrar un camino para volver a recuperar el lugar que perdió en la consideración del nuevo gobierno del fútbol.
Según pudo conocer Referí, en el próximo Ejecutivo habrá un representante de las SAD.
Esto puede ocurrir por dos caminos: 1) a través del representante del fútbol profesional, cargo que eligen los clubes del Consejo de Fútbol Profesional en el que la oposición que impulsaba a Ferrari tiene mayoría; 2) si Alonso le otorga uno de los tres cupos que tiene, y en ese caso dejará fuera de la mesa a Peñarol.
La primera lectura de estas elecciones es que las SAD asumieron un rol protagónico, que dejaban traslucir desde agosto 2021, y que Peñarol, tras el cambio de política del club que decidió Ruglio en diciembre 2020, quedó en un tercer orden, por detrás de Nacional y de las sociedades anónimas.
El nuevo gobierno del fútbol asumirá en la última semana de marzo o en la primera de abril, y en las alianzas políticas que se conformen en los próximos días se sabrá si Peñarol integra el comité ejecutivo para 2023-2026 o si por primera vez en la historia queda fuera de la mesa.
La única vez que ocurrió esto fue en el cisma de 1922, cuando Peñarol se fue de la AUF, en otros tiempos del fútbol, porque conformó su propia liga y jugó torneos con equipos argentinos, algo que en 2023 será imposible porque no podrá competir ante ningún equipo afiliado a Conmebol ni participar en competencias internacionales.
¿Cómo llegamos hasta acá?
Históricamente, el Ejecutivo de la AUF estuvo integrado por los grandes, salvo en el gobierno de Sebastián Bauzá (2010-2014), quien gobernó sin Nacional ni Peñarol y con cuatro dirigentes de clubes chicos.
A lo largo de los años, casi como una tradición, los representantes de los grandes en el gobierno del fútbol fueron propuestos por los clubes y aceptados por el presidente.
Se entendía, en la vieja estructura del fútbol uruguayo en el que los clubes profesionales tenía el 94% de los votos de la asamblea, que los grandes debían estar representados, aunque no estaba escrito en el Estatuto.
Con el nuevo Estatuto aprobado en noviembre 2019, comenzó a cambiar ese perfil histórico, aunque Alonso estuvo acompañado en su primer mandato por un representante de Nacional y uno de Peñarol. Tampoco está escrito ahora que los grandes tienen una silla en el Ejecutivo.
Este cambio comienza a tomar forma para 2023-2026 y es el resultado del nuevo Estatuto y de las nuevas figuras que surgieron en el fútbol con el nacimiento de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Por un lado, el Estatuto de 2018 le quitó el poder absoluto a los clubes profesionales, que pasaron a tener de 94% a 60% en el Congreso, sin capacidad para decidir cuando se necesitan mayorías especiales y con la obligación de tejer alianzas con los nuevos habitantes del máximo órgano del fútbol: el amateur (23% de los votos) y los grupos de interés, de jugadores, entrenadores y árbitros (17%).
Por otro, las SAD se transformaron en un nuevo bloque de poder.
Tras la elección de este jueves, en la AUF se instaló un nuevo escenario, que fue explicado por Referí en agosto de 2021, en el que Nacional se mantuvo en su lugar, pero, a partir de su estrategia, Peñarol, bajo la política impulsada por su presidente Ruglio, se transformó en oposición y cayó a una posición que, en estos momentos, lo presenta como la tercera fuerza política en la AUF, detrás de su tradicional rival y de las SAD.
