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Inconsciente por el coronavirus, una madre tardó 74 días en conocer a su hijo

La historia de Maryane y José Bernardo, luchando por la vida en salas separadas
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28 de julio de 2020 a las 17:40

José Bernardo nació el 8 de mayo mientras su madre estaba en una unidad de cuidados intensivos para contagiados por el coronavirus en el estado de Ceará, al noreste de Brasil. Ella, Maryane da Rocha Santos, de 31 años, estaba en coma inducido y solo despertaría cinco días después de que su pequeño viera la luz.

Sin embargo, no lo conocería de inmediato sino muchas semanas después, según relata El País de Madrid.

José Bernardo nació a las 28 semanas de gestación y no pesaba ni siquiera kilo y medio. Pequeñito, muy frágil, fue llevado a la UCI neonatal donde permanecería por los próximos dos meses y medio.

 

Maryane da Rocha ingresó al centro hospitalario en los primeros días del mes de mayo y, según su relato, solo recuerda que le faltaba el aire. El virus le comprometió el 50% de sus pulmones y le causó un paro cardíaco. Los médicos tuvieron que entubarla e inducirle el coma para mantenerla viva.

Cuando despertó y se tocó el vientre, sintió que ya su criatura no estaba allí. Pero la confortaron diciéndole que no se preocupara, que todo estaba siendo atendido.

El pequeño no se contagió. Madre e hijo, en salas diferentes y sin poder recibir visitas por la pandemia, luchaban cada uno por su salud. Cuando ella salió, confiesa que no podía caminar y tuvo que aprender, al igual que a comer alimentos sólidos. El equipo médico la mantenía al tanto de su hijo con informes, imágenes y videos. 

Maryane se recuperó pero eso supuso que tendría que salir del hospital de Fortaleza, la capital de Ceará, y dejar a José Bernardo allí. "Tardé 74 días en conocer a mi hijo", le contó al diario español.

Vivió desde entonces en su casa en una perenne angustia, a veces triste, con días en los que rompía a llorar porque quería tener a José Bernardo con ella. Logró enfocarse en atender a su hijo mayor de 10 años, en lavar y planchar la ropa que tenía preparada para el recién nacido y se negaba a que la invadiera la tristeza porque temía que eso "hiciera que tardara más en recuperarse el bebé".

Le enviaba audios con su voz al equipo médico para que su hijo la oyera y recibía videos con la reacción del niño.

La semana pasada se anunció el fin de su larga espera. El equipo médico le dijo que José Bernardo podía irse a casa. 

Y pronto estaba en el hospital, llevando la bolsa que tenía preparada para la ocasión. Cuando vio a José Bernardo gritó alegre y extasiada: "¡Es mi bebé! ¿Puedo sostenerlo?"

Las enfermeras le colocaron a José Bernardo la ropa amarilla que su mamá le llevó, que había lavado y planchado infinidad de veces, y entonces lo tuvo en sus brazos y caminó con él, mientras el personal médico la aplaudía.

 “Dios mío, era tan pequeño que pensé: ¿podré sostenerlo sin que se rompa? Ahora que ya hace una semana que está en casa, veo que no es tan frágil como me imaginaba. Es un guerrero”, le contó la madre a El País madrileño

 

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