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Internet y la verdad

Cómo se está relajando cada vez más en la web el control de qué es cierto
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19 de noviembre de 2016 a las 05:00
Por Farhad Manjoo - The New York Times News Service

Ahora que la elección de Estados Unidos terminó, ¿podremos limpiar los montones de mentiras, engaños y demás estiércol lanzados tan libremente en esta lección hipercargada y carente de hechos?
Buena parte de todo eso no está claro pues internet ha deformado nuestro sentido de la realidad. Las encuestas muestran que, en materia de información, muchos buscan la seguridad de sus propias cámaras de resonancia. En una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Pew, 81% de los entrevistados señaló que los partidistas no solo difieren en cuanto a las políticas sino también en cuanto a los "hechos básicos".

Por muchos años, los tecnólogos y otros utopistas sostuvieron que las noticias en línea serían una bendición para la democracia. Ese no ha sido el caso.

Hace más de 10 años, cuando yo era un joven reportero que cubría la intersección de la tecnología y la política, observé más bien lo contrario. Internet estaba llena de quienes dudaban de la veracidad de los atentados de 2001, partidarios que creían, contra toda evidencia, que George W. Bush le había robado la elección a John Kerry en 2004 o que Barack Obama era un musulmán nacido en el extranjero. (Él nació en Hawái y es cristiano practicante.)

Por supuesto, Estados Unidos siempre ha estado fascinado por las teorías de la conspiración. Pero los engaños y las teorías marginales en línea aparecieron más virulentos que sus predecesores del mundo real. También son más numerosos y persistentes. Durante la campaña de Obama en 2008, todos los intentos por desmentir el rumor de que no había nacido en Estados Unidos solo hacían que fuera más prevalente en línea.

En un libro publicado en 2008, sostuve que internet abriría una época "posfactual". Ocho años después, en los últimos coletazos de una campaña en la que figura un candidato que embanderó la campaña para mentir sobre el lugar de nacimiento de Obama, hay más razones para desesperarse por la verdad en los tiempos de internet.

¿Por qué? Porque si estudiamos la dinámica actual de la información en línea, básicamente todo se confabula contra la verdad.

No estás siendo racional

La raíz del problema con las noticias en línea es algo que de entrada parecía sensacional: tenemos muchos medios de donde escoger.

En los últimos 20 años, internet ha superado al periódico matutino y al noticiero de la noche con un batiburrillo de información, desde revistas en línea bien fundamentadas hasta tabloides sensacionalistas y los tres tipos del club cuyo grupo de Facebook asegura que Hillary Clinton y Donald Trump son la misma persona.

Se suponía que tener mayor variedad de fuentes de información era un baluarte de la era racional; el "mercado de las ideas", decían sus proponentes.

Pero nada de esto funciona de esa manera. Psicólogos y sociólogos han demostrado repetidamente que cuando se enfrenta a diversas opciones de información, la gente rara vez actúa de forma racional, como autómatas civilizados. Más bien se siente arrollada por prejuicios y tendencias y por lo general acaba haciendo lo que es más fácil: atascarse de información que confirme sus ideas y desdeñar todo lo demás.

Las pruebas no tienen poder

La tecnología digital nos ha bendecido con estupendas formas de captar y difundir noticias. Hay cámaras y grabadoras en todas partes y en cuanto sucede algo podemos encontrar pruebas de primera mano en línea.

Podría pensarse que el aumento de la documentación primaria nos llevaría a un mejor acuerdo cultural respecto de la "verdad". De hecho, lo que ha sucedido es lo contrario.

Los investigadores han demostrado que dos personas con diferentes puntos de vista pueden mirar la misma imagen, el mismo video o documento y salir con ideas absolutamente diferentes de lo que muestra.
Este año hemos visto esa dinámica en acción repetidas veces. Algunas personas ven las revelaciones de WikiLeaks sobre la campaña de Clinton y ven una prueba contundente, mientras otras dicen que no es importante. Y que, además, fueron manipuladas, robadas o sacadas de contexto. Las encuestas muestran que los simpatizantes de Trump vieron el video de Access Hollywood en el que habla vulgarmente de manosear a las mujeres como simplemente "conversaciones de vestidor"; sus oponentes consideraron que era lo peor del mundo.

Las mentiras como institución

Una de las aparentes ventajas de las noticias en línea es la verificación continua. Ahora, cuando alguien dice algo falso, los periodistas pueden demostrar que está mintiendo. Y si los sitios web de verificación hacen bien su trabajo, es probable que aparezcan en las búsquedas en línea y en las redes sociales, constituyendo una referencia útil para quienes quieran corregir las cosas.

Pero eso no es lo que ha sucedido. Hoy en día hay docenas de medios informativos que sistemáticamente verifican lo que dicen los candidatos y muchas otras cosas en línea, pero su empeño ha resultado básicamente inefectivo contra la oleada de falsedades.

Eso se debe a que las mentiras también se han institucionalizado, actualmente existen sitios completos cuya única misión es publicar en línea noticias escandalosas y completamente falsas (como las noticias verdaderas, las noticias falsas también se han convertido en un negocio).

Un análisis reciente realizado por Buzzfeed de las principales páginas políticas en Facebook mostró que los perfiles de derecha publican información falsa o engañosa 38% de las veces, y las de izquierda, 20%
"Mientras que antes los engaños eran difundidos por la tía abuela que no entendía internet, la desinformación que ahora circula en línea es reforzada por las campañas políticas, por los mismos candidatos o por grupos amorfos que trabajan en Twitter alrededor de los equipos de campaña", explica Caitlin Dewey, reportera de The Washington Post que tenía una columna titulada "Qué fue falso en internet esta semana".

Dewey empezó su columna en 2014, pero a fines del año pasado decidió tirar la toalla de la verificación de declaraciones, pues dudaba de estar convenciendo a nadie.

"En muchos sentidos, la desmitificación solo refuerza la sensación de enajenación y escándalo de gente interesada en el tema y, a fin de cuentas, se hace más daño que bien", comentó. 

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