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Italia acepta la ayuda de China
El gobierno de Italia acaba de enfrentar una vez más a la línea política dominante en la Unión Europea. Desde hace algunas semanas, es la primera economía del G7 en adherirse a la iniciativa de China conocida como la “Ruta de la Seda”, para invertir en puertos, rutas y medios de transporte que unirán a países asiáticos y europeos. Antes habían firmado Grecia, Portugal y casi todos los países del este de Europa
La decisión de Italia ignoró a Bruselas y sobre todo a París y Berlín, que buscaban una posición conjunta de la UE frente a la iniciativa china. También Estados Unidos ha manifestado su disconformidad.
Italia es en la actualidad un socio menor de China en comparación con otros países de la UE. A vía de ejemplo, las inversiones de China en Alemania son ocho veces mayores que en Italia y las exportaciones de Italia a China fueron el año pasado de unos € 13.000 millones, en comparación con los € 94.000 de Alemania.
Nuevas fuentes de financiamiento pueden ser útiles para una economía que, como la de Italia, aún tiene que recuperar sus niveles de producción previos a la crisis de 2008, además del estancamiento en el que ha caído en los últimos años. La inversión en infraestructura está aún en un 40% de sus niveles previos a la crisis de 2008, y la mayoría de las municipalidades tienen un déficit de inversión para facilitar el transporte.
Para disipar las dudas sobre la transparencia con la que habrán de ejecutarse los proyectos de inversión correspondientes, China se ha comprometido a invertir en el exterior con base en criterios de “apertura”, “no discriminación”, “justa competencia” e “igualdad de condiciones”.
La primera intención de China es la construcción y mejoramiento de los puertos de Trieste y Génova. Ello pese a que hay opiniones que consideran que hay otros proyectos con un efecto de mayor impacto sobre la economía.
