Juan López

Juan López nació en 1908 y murió en 1983. Poca gente sabe quién es o qué hizo.

El vecino de Montevideo Eric Álvarez probablemente no tenía idea de la polémica que iba a levantar su propuesta de nombrar la explanada de la intendencia municipal de Montevideo maestro Oscar Washington Tabárez.
La idea presentada ante la plataforma digital de la comuna denominada Montevideo Decide en el mes de agosto fue de las más votada entre más de 200 iniciativas. Como la normativa vigente no permite tal acción, desde la comuna se le sugirió al vecino, en su lugar, levantar una estatua en homenaje al último seleccionador de la selección uruguaya de fútbol.

Hasta ahí el origen de la historia. Luego el resto. Por más que él no lo haya confirmado todo el Uruguay sabe que el intendente de Montevideo Daniel Martínez busca ser candidato del Frente Amplio en las próximas elecciones y que no da puntada sin hilo para construir su camino hacia la primera magistratura de la República.
“Tabárez recoge lo mejor de los uruguayos. Tolerancia, trabajo, humildad y respeto”, comentó el jefe comunal al salir en defensa de la iniciativa a la que le llovieron críticas y aplausos.

Ya sea por querer sintonizar con el sentir de los montevideanos que se expresaron por esa iniciativa o por sumar votos a su candidatura, el intendente parece haberse apresurado. El tiempo, o las urnas, dirán si su actitud tiene sentido en lo electoral. Lo que no parece tenerlo es la exposición al debate público de una persona respetada en el mundo del fútbol como lo es el maestro Tabárez. 
La iniciativa defendida por Martínez logra un efecto quizá no deseado. Habilita a que se cuestione a quien lideró el proceso deportivo que unió como nadie a todo el país. Si en la última década hay algo que tuvieron en común los uruguayos de todas las clases sociales, géneros, y simpatías políticas fue el amor incondicional por la celeste. Resulta emocionante recordar la llegada de Sudáfrica en 2010. Todo un pueblo sin divisiones recibió a los atletas, cantó y celebró juntos.

Esa pasión y ese orgullo nacional se logró gracias a la selección que armó y dirigió Tabárez. Mucho más allá de los cuatro mundiales a los que clasificó y de la Copa América que levantó en Argentina, la actitud profesional que inculcó en sus jugadores es lo que hace sentir orgullo de ser uruguayo. Debido a ello resulta una pena que un proceso colectivo tan exitoso, que dio ejemplos positivos al mundo por su entrega y profesionalismo se centre en una sola figura. Si hay algo que dejó el proceso de selecciones fue la fuerza de un equipo unido que permitió que lo mejor de las individualidades sobresaliera gracias al grupo, igual que con la selección del 50 dirigida por Juan López, de quien muy pocos se acuerdan. De prosperar la idea del intendente, quizá sería mejor que hubiera dos estatuas, una para cada técnico.