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La autofagia, ¿remedio o enfermedad del sistema político?

La salud de la política requiere de la crítica y la denuncia para mantener sus signos vitales; pero la pérdida de la prudencia puede matar al paciente
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08 de julio de 2017 a las 05:00
La discusión sobre la posibilidad de deterioro del sistema político uruguayo y la pérdida de confianza y credibilidad de la ciudadanía en los partidos fue una de las inesperadas derivaciones que esta semana engendró el caso Sendic.

La encendida defensa del presidente Tabaré Vázquez a su vicepresidente alertó sobre los peligros que, a su juicio, puede traer para el sistema político una escalada incontenible del fuego cruzado. Incluso la propia reacción del líder de la lista 711 evocó la imagen de un hombre que dispara en todas direcciones con una venda sobre sus ojos, capaz de dañar a propios y ajenos con una letalidad más importante de la deseable. El presidente resumió todo eso en una palabra: autofagia.

"Hay que acusar cuando hay que acusar, hay que decir las cosas que hay que decir, hay que informar. Pero que exista una autofagia dentro de los propios partidos políticos...a mí me parece que esto es muy riesgoso para un sistema democrático. Hay que tener cuidado cuando se manejan estos temas", dijo Vázquez el martes 4.

El caso de Sendic es el más resonante, pero no es el único. En los últimos meses el Partido Colorado sufrió por los ilícitos de Francisco Sanabria.

¿Está todo el sistema político uruguayo desprestigiado? ¿Cuál es la gravedad del asunto? ¿Qué es peor para un sistema de partidos: la vigilancia y las críticas mutuas –aunque sean muy severas– o un corporativismo que tapa todo entre todos? ¿Cuál es el límite para la denuncia y la crítica?

Luces amarillas

En los últimos años el sistema político uruguayo recibió un mensaje: la ciudadanía está menos conforme con la democracia. En su informe 2016, la corporación Latinobarómetro dio cuenta de una caída en la satisfacción del funcionamiento de la democracia. La cifra pasó del 82% a 51% en los últimos tres años. El informe también mostraba un aumento de los indicadores de "autoritarismo".

En una columna de análisis publicada en el El Observador el 1º de julio, el politólogo Oscar Botinelli afirmó que la confianza en el sistema político es "baja" y está en "creciente caída". "La confianza en el Parlamento está algo por debajo del 30% y la confianza en los partidos políticos más bajo aún, apenas por encima del 20% (...) Esa pérdida afecta a los tres partidos clásicos del país", escribió Bottinelli.

Este decaimiento de la confianza en las instituciones y en los partidos que registran las encuestas de opinión no es un fenómeno particular, sino que representa lo que sucede en varias partes del mundo.

De hecho, la aparición de liderazgos como el de Donald Trump en Estados Unidos es comunmente atribuido a este fenómeno, entre otras razones. "Estamos en una época en la que ha vuelto a ser difícil creer en los partidos en el mundo. Uruguay no se escapa de esa realidad", dijo el politólogo Adolfo Garcé a El Observador.

Sin embargo, para el especialista la situación actual en el país no es tan dramática. Garcé entiende que en Uruguay –a diferencia de otros países como Brasil o en Argentina– no está instalada la popular frase de protesta "que se vayan todos" que marca un clima de desprestigio de la totalidad del sistema político. "Ni siquiera estamos en que se vaya el Frente Amplio. No está tan claro eso", acotó el especialista.

Pero la ausencia de un sentimiento extendido de hartazgo general tampoco quiere decir que la ciudadanía quiera "que se queden todos", opinó Botinelli. "Si se quiere es una disconformidad a la uruguaya, suavemente ondulada", escribió en su columna.

En tanto, Garcé subrayó que es natural que quien está en el poder cargue con más responsabilidades, sufra más criticas. "Es la ventaja del sistema. Siempre es el gobierno es el que se desprestigia un poco más y siempre es la oposición la que aparece como una reserva en todo sentido", dijo. Por eso el politólogo afirmó que la ola de descrédito actual afecta más al Frente Amplio que a la oposición.

"¿Era todo el sistema político el que estaba desprestigiado en el 2002? ¿Era todo el sistema político el que estaba desprestigiado en los tiempos de la famosa embestida baguala? Me parece que siempre hay asimetrías", comparó.

En tanto, el expresidente colorado Julio María Sanguinetti dijo a El Observador que los pilares de la democracia uruguaya siguen de pie. "El sistema democrático uruguayo sigue firme, como es su mejor tradición. Sus principios de libertad, de separación de poderes, de respeto a los Derechos Humanos, de república laica siguen firmes", opinó.

Matices de la autofagia

El juego de denuncias cruzadas, que forma parte de la vida política, estuvo muy presente en los últimos años en el Parlamento –tanto en las cámaras como en la creación o propuesta de creación de cuanta comisión investigadora fuera posible–. Pero las denuncias también han llegado a la Justicia. Desde la reapertura democrática hasta la actualidad fueron investigados vicepresidentes, ministros, intendentes, ediles, asesores, presidentes de bancos, empresas y organismos estatales. Algunos terminaron presos, otros procesados y otros absueltos.

El recurso por parte de dirigentes políticos de ir a la Justicia –conocido como judicialización de la política– no ha sido patrimonio exclusivo de un solo partido. Botinelli entiende que la dirigencia política uruguaya ensaya hace un par de décadas una "especie de intento simbólico de homicidios cruzados" que pueden devenir en "suicidios colectivos".

Esa imagen de autodestrucción es la misma que evocó Vázquez en su defensa a Sendic. "El espectáculo con mucho reality show, de operativos masivos de destrucción de actores políticos –operativos impulsados desde el sistema de poder– conlleva a infundir en la sociedad la imagen de una élite política corroída, en la que resulte imposible creer o confiar", escribió Botinelli.

Sin embargo, aún reconociendo que la denuncia indiscriminada y sin fundamento se puede volver un arma hiriente para la democracia, también es verdad que la crítica pública es aquello que permite que el sistema goce de buena salud.

Para Sanguinetti, el hecho de que haya "debates" que generaren un mayor o menor nivel de apasionamiento no contradice la "esencia del régimen". "Más allá de cualquier situación específica, los debates, lejos de debilitar al sistema lo consolidan. Cuando se advierten situaciones controvertibles en el plano legal y ético bueno es discutirlas y malo es esconderlas", dijo el expresidente.

En la misma línea, Garcé opinó que lo "más sano" para el sistema es la crítica mutua y su "verdadero sistema inmunológico es la competencia y la libertad".

"Arriba la autofagia, me dan ganas de decir. Sin calumnia, sin frivolidad, con seriedad y en su justa medida. Estoy convencido de que los niveles relativamente bajos de corrupción que tiene Uruguay no tienen tanto que ver con el Poder Judicial o con la libertad política y de prensa, sino con el control mutuo. Acá el que amaga en hacer algo indebido recibe de inmediato, desde adentro y afuera, una andanada de críticas durísimas. Y eso es lo mejor que nos puede pasar", concluyó.

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