Irene Moreira

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Irene Moreira, la cabildante de hierro más blanca que Lacalle Pou tuvo que echar

La exministra de Vivienda lleva la política en la sangre: integró listas del Partido Nacional desde los 18 años, pero tuvo que dejar la militancia ante la fundación de Cabildo Abierto
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06 de mayo de 2023 a las 05:04

Desbordaban liderazgo. Se paraban para discutirle frente a frente a cualquiera de los hombres que integraban su gabinete, incluyendo los militares. Llevaron a sus países a la guerra. Y la historia guarda para ellas tantas páginas de alabanza por sus aciertos como de oscuridad por los fatídicos errores. Ya sea por una u otra, la exprimera ministra israelí Golda Meir y la expremier británica Margaret Thatcher no pasaron desapercibidas y en ellas encuentra Irene Moreira un tipo de liderazgo que la representa y con el que simpatiza por atributos como la “firmeza” y la “personalidad”, según dijo en una entrevista con Montevideo Portal en octubre de 2022.

Para quienes la vieron defenderse con tenacidad este viernes y quienes la vieron puertas adentro en acción política, durante los últimos años, tiene sentido que Moreira se refleje en esas figuras. “Si vos tenés cuatro estrellas, yo tengo cinco”, le espetó a su esposo, al general retirado y senador Guido Manini Ríos, en una discusión que presenciaron dirigentes durante una reunión de Cabildo Abierto. (A diferencia de la mayoría de los generales que tienen dos estrellas, Manini ingresó al círculo de privilegio de las cuatro estrellas al ser comandante en jefe del Ejército).

Manini Ríos es el líder del partido y así lo repitió ella en el puñado de entrevistas que dio desde que asumió la titularidad del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial. Pero esa frase desafiante pauta que Moreira tiene un nivel de ascendencia sobre el general que dista del que tiene sobre el resto de los militares que fundaron ese novel partido luego de la abrupta salida de Manini de la Comandancia del Ejército en 2019.  Más que eso, expone el carácter de una mujer con una profunda “vocación política”, al decir de su padre, el coronel Roque Moreira, desde sus primeros años de vida.

“Vas a ser abogada y política como la Negra Roballo”, había vaticinado su abuelo paterno cuando Moreira apenas tenía cinco años. La referencia era a una personalidad femenina fuerte de la Lista 15 del Partido Colorado: Alba Roballo. “Captó sus rasgos y actitud frente a la vida a una temprana edad: ella se plantaba con una idea y la defendía”, recordó Roque Moreira en conversación con El Observador. 

El coronel Moreira habla sobre “la doctora”, tal como llama a su hija, con solemnidad y cuidado. Son las 14 horas del viernes y dice que hace 15 minutos que se enteró de las novedades de su remoción por lo que, hasta tener todos los hechos, no adelantará un comentario. Pero dicho eso, sigue revelando los gestos políticos de la infancia de Irene.

Cuenta que en la campaña de 1971 dos dirigentes lo vinieron a buscar a su casa para acompañar a la fórmula del Herrerismo Mario Aguerrondo - Alberto Heber en su gira. Padre e hija estaba en el jardín cuando uno de los visitantes bromeó si Irene, de seis años, ya tenía decidido su voto. Ella lo miró seria y respondió: “votar no puedo, pero ya estoy trabajando para Aguerrondo”, cuenta su padre. 

Irene Moreira ha leído con devoción a Luis Alberto de Herrera y tuvo militancia por el herrerismo desde la reapertura democrática en adelante, pero fundamentalmente desde que su padre fundara la agrupación “Tres Árboles” en Artigas. Fue convencional del partido, edila y se desempeñó en la comisión departamental militando por la lista del presidente que la acaba de cesar como ministra. 

La vida política en el Partido Nacional terminó de un día al otro de forma imprevista e impensada. Su esposo era el elegido para liderar un nuevo partido y ella decidió acompañarlo en la aventura política, pese que su padre dice que le costó demasiado. “Fue traumático”, sentencia Roque Moreira quien también habla de “dolor”. “Fue difícil dar el paso porque ese sector era el amor de mi vida”, reconoció ella en la mencionada entrevista de Montevideo Portal. Es que Irene, la ministra a la que el presidente le pidió la renuncia por una práctica clientelar, era blanca como hueso de bagual. Algunos dicen que aún lo es. 

***

Irene Moreira Fernández nació en el Hospital Militar en 1964, pero su casa siempre fue la ruta 5, un trayecto que recorrió infinidad de veces para trasladarse entre Montevideo y Artigas, en donde su familia tiene actividad agropecuaria. 

Fue criada como hija única (sus padres tuvieron otro hijo varón que murió a los pocos meses) e hizo la escuela y el liceo en la Scuola Italiana. Estudió Derecho en la Universidad de la República, tanto en Montevideo como en Salto, y terminó la carrera en la Universidad Católica. 

“La doctora”, repite su padre, como si su condición de abogada fuera un orgullo ineludible, aunque lamenta que haya dejado de tocar el piano. Fundó su estudio jurídico en la Torre Libertad en donde hizo ejercicio libre de la profesión. 

A Manini Ríos lo conoció en un casamiento en 1980. Ella era una estudiante de 15 y él un alférez del Ejército de 21 con un apellido de peso histórico. Empezaron a salir y a los pocos meses se distanciaron. Estuvieron tres años cada uno por su lado. Él le decía que ella necesitaba madurar. Se reencontraron en 1984 y se casaron en enero de 1987, según contó Manini en el ciclo De Cerca (TV Ciudad). Tuvieron a Bruno y a Micaela.    

Ella dice que mira las salidas públicas de su esposo con “ojos muy críticos” y que procura que los temas del trabajo (la política) no lleguen a la casa. “Tratamos que los problemas queden fuera de la casa. Pero cuando hay un consejo o punto de vista, que yo le doy o él me da a mí, escuchamos con mucha atención. Nos tomamos la mano hace más de 30 años”, dijo a El País en abril de 2020.

Los tiempos de la actividad política que ambos asumieron han conspirado contra la pareja. Cada uno recorre el país con sus agendas, a veces coincidentes y otras no. Pero esas rutas que los dividen también los unen: las carreteras son el gran punto de encuentro para compartir novedades y discutir sobre política también. 

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Moreira fue ministra porque Manini decidió no serlo. Había una decisión estratégica en ello: construir el partido que había logrado el voto del 11% del electorado teniendo apenas unos meses de vida.

Lo único que ella deseaba era ser diputada por Artigas, pero la elección la llevó al Senado, cargo que no pudo asumir al ser propuesta para encabezar uno de los ministerios que Cabildo Abierto había pedido.

Sus latiguillos como ministra están presentes en todas las entrevistas (incluso estuvieron en su última declaración de prensa este viernes): que no llegaba con “espíritu refundacional”, que apostaba por el Plan Juntos que había fundado el expresidente José Mujica, que la vivienda sería el motor de recuperación de la economía tras la pandemia y que haría el mayor esfuerzo por conseguir el mayor número de viviendas al menor costo posible, algo que incluso la llevó a viajar a Suecia y Finlandia para explorar nuevas tecnologías de construcción en madera, un material al que apostó decididamente.

Pero cuando tomó conciencia que sería “una locura” pensar en construir 50.000 viviendas o una “utopía” prometer “asentamiento cero”, se ocupó de decir que no era una promesa electoral de ella y que apenas lo pensaba como una expresión de deseo. “Yo no dije eso en campaña, porque era candidata a diputada por el departamento de Artigas y, si dijera eso, dirían que estoy loca”, repitió, en referencia a la meta de construcción de viviendas, en varias entrevistas.

Más allá de dichos y responsabilidades, lo que pronto quedó claro fue que los principales asuntos en los que Lacalle Pou se enfocó durante la campaña no recibirían las políticas de shock anunciadas.

Desde el ministerio, Moreira empezó a construir su propio espacio político en Cabildo Abierto. Sin la impronta militar que atraviesa al partido, el “irenismo” nacía como una nueva columna interna que tenía como objetivo afrontar los “problemas de crecimiento” de Cabildo Abierto, publicó Búsqueda en marzo y agosto de 2022. El tallado de su perfil también implicó el movimiento de fichas dentro de la secretaría. 

“Entendemos que es la posibilidad de ensanchar las bases y de crear corrientes, todas apuntando hacia nuestro líder, sin lugar a dudas. El único líder que tenemos es el senador Manini Ríos. Que cada persona pueda trabajar desde el lugar en el que se sienta más cómoda, y que el electorado tenga la posibilidad de tener un abanico más abierto y amplio, y elegir desde qué lugar aportar. Algunos compañeros me vinieron a hablar y me dijeron que se sentían cómodos trabajando conmigo”, contestó a El Observador en setiembre de 2022 sobre la creación del "irenismo".

Más que “ensanchar las bases” lo que esa decisión también sugería es que Irene Moreira, la seguidora de Herrera, no estaba del todo cómoda con algunas de las banderas más conservadoras de Cabildo Abierto, sobre todo cuando se hablaba de agenda de derechos. Sin embargo, finalmente descartó la posibilidad de abrir un nuevo sector. 

***

Dentro del gabinete de gobierno cultivó un perfil bajo. En el Consejo de Ministros se le escuchó poco la voz y no fue una cara recurrente en los medios. Recorrió el país, vio miseria y estuvo en contacto con la ciudadanía (otro de sus latiguillos), sobre todos aquellos que resultaron beneficiarios de las políticas sociales de su ministerio. Su padre recuerda cuando la acompañó a una entrega de viviendas en Salto. Dice que la mujer que recibía la casa se puso a llorar. Que Irene la abrazó. Que la ministra lloraba. Que al final eran varios los que lloraban.

Irene Moreira sabía que no culminaría el periodo en el ministerio. Su vuelta al Senado sería solo una cuestión de tiempo. De tiempo electoral. 

Todo eso se precipitó esta semana, luego de que radio Universal informó que había entregado una vivienda de forma discrecional a una militante de su partido. 

No era la primera vez que Moreira ni su partido aparecían en las noticias por práctica clientelares. En mayo de 2021 trascendió que le había preguntado a la presidenta de la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea), Silvana Romero, si había podido “colocar” algún cabildante en el organismo. “¿Necesitas a alguien? En Cabildo (Abierto) hay cv para varios perfiles”.

En este caso, sus explicaciones no conformaron al presidente. La supuesta norma en la que se amparó nunca apareció. Este viernes recibió la llamada de Lacalle Pou y varias horas después confirmó su renuncia en una declaración de prensa.

Lo hizo de forma implacable, como una de las damas de hierro que sigue, con los dientes apretados y levantando la voz para marcar acentos donde correspondiera. Así, la exministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial se despidió de su secretaría haciendo otra prueba de carácter: defendiendo la legalidad de su accionar y reivindicando que no dudaría en hacerlo de nuevo. 

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