Ser simple es fácil. Ser simple y hacerlo bien, no. ¿Y ser simple, hacerlo bien y que suceda todo en un debut, en ese primer atisbo inédito de talento y posibilidades? Menos todavía. Si pasa, es como para destacar y aplaudir. Y eso se merece, entonces, Shiva baby, de la canadiense Emma Seligman: aplausos. Muchos aplausos. Porque es simple, es una primera película, y lo hace bien. ¿Solo bien? No: estupendamente bien. En este alicaído 2021, es una de esas historias que no hay que dejar pasar. Sus breves —pero acertados— 78 minutos son oro, en este contexto de “sequía” cinematográfica y en cualquier otro también.
La película de Seligman, que se estrenó oficialmente en el último festival de Toronto, puede verse actualmente en Mubi, la plataforma de origen inglés que, a cada semana que pasa, se vuelve más y más interesante, sobre todo para aquellos consumidores que estén buscando un costado más cinéfilo a la cuestión del streaming. Hasta ahora Mubi ha compaginado su catálogo —al que refiere orgullosamente como “seleccionado a mano”—con ciclos de directores renombrados —en este momento tiene dos en ejecución sobre el alemán Christian Petzold (ver abajo) y el iraní Abbas Kiarostami—, clásicos del cine, destaques independientes de todo el mundo y una serie de películas que, por pandemia o por sus propias dimensiones, han optado por la plataforma como vía masiva de distribución. Shiva baby es una de esas producciones.
La simpleza referida en el principio está en el argumento: Danielle, una universitaria, tiene una relación de sugar baby/sugar daddy con un hombre casado. Esto es, a grandes rasgos, un acuerdo en el que un adulto “colabora económicamente” con una persona mucho más joven a cambio de sexo, afecto y más. Se ha discutido mucho acerca de si esta situación entra en la categoría de prostitución o no —en general la relación es más compleja, cercana y duradera que el de la trabjadora sexual y su cliente—, pero en esta película eso no importa. Lo que importa es que Danielle está metida en eso, que su familia la lleva a rastras a un shiva —una celebración judía posterior a un funeral en donde los deudos del difunto pasan a comer algo y dar el pésame— y que en ese entorno claustrofóbico, lleno de desconocidos, indagaciones sobre sus estudios en feminismo, ruido y otras tantas cosas más, aparecen dos personas: Maya, una ex con la que tiene un vínculo amor/odio, y el señor sugar daddy en cuestión. Sí, con esposa y bebé rabioso incluido. En cuanto las piezas se colocan en el tablero, para Danielle el shiva se transforma en el infierno en la Tierra. Bienvenida la incomodidad permanente. Y las ganas de salir corriendo.
Shiva baby se desprende de un corto de Seligman del mismo nombre y que tiene la misma trama y a la misma actriz en el papel de Danielle. Hay que agradecerle a su directora, entonces, que haya tenido el impulso de transformar esos pocos minutos en esta película; Shiva baby no necesita más que una locación, una buena idea y una actriz en estado de gracia —la comediante Rachel Sennott— para enroscar al espectador en una hora y veinte de intranquilidad, vergüenza ajena, risas incómodas, enredos amorosos, discusiones a toda velocidad y, encima, un discurso absolutamente contemporáneo. Pero evitemos malentendidos: nada de lo que sucede en pantalla está diseñado o planteado para generar debate en torno a los temas que subyacen en la historia de Danielle —su bisexualidad, el choque entre generaciones, el género fluido, la tecnología vinculada al sexo y la moral—, sino que son motores casi inconscientes que hacen funcionar el engranaje interno de la historia. Es por eso, y a partir de eso, que Shiva baby alcanza su primer triunfo: no quiere ser una película que hable de los temas de hoy, simplemente lo es. Los vive. Es una historia que nace a partir de ellos.
Por otro lado, con su primer trabajo Seligman ya se muestra como una brutal diseñadora de atmósferas. El shiva al que Danielle y su familia asisten es agobiante. Todo colabora para que el ambiente se acerque más al de una película de terror que al de la comedia negra judía que, cartas a la vista, es: los rostros arrugados que se multiplican, las preguntas insistentes, los encuentros fugaces con la ex y el sugar daddy, los choques abrasivos con la esposa modélica de su amante, la comida en abundancia, la eventual revelación de ciertos mensajes furtivos, una madre pesadísima, un padre bochornoso, un bebé que no para de llorar, las paredes que se angostan, que se cierran, que hacen todo más insoportable, que se vuelven imbancables. Todos estuvimos alguna vez en una situación como esa. Quizás no en un shiva, pero todos fuimos alguna vez Danielle. También quisimos salir corriendo. Y, como ella, no pudimos.
Así definió Seligman, para Página/12, su predilección por esta claustrofobia que, aunque salpicada por destellos de un humor bastante corrosivo, atraviesa el relato y es azuzada por una banda sonora estridente: “La tensión y la ansiedad eran elementos que debían estar presentes, como ocurre en otras películas que transcurren en un único espacio durante un tiempo definido. Pero también es cierto que durante el resto del proceso –la elección de planos durante el rodaje, la edición, la inclusión de la música– se fueron agregando capas que, por momentos, se acercan a esa idea de horror”.
Por eso mismo, que Shiva baby sea una comedia responde en buena medida al enorme talento de su protagonista, Rachel Sennott. Salida de los circuitos del stand-up, esta actriz de 25 años es un hallazgo, un nombre a seguir. Seligman parece advertirlo y la hace brillar entre los tonos apagados, negros, grises y marrones de su película, en los latigazos de sus diálogos, en los gestos que le pide. Bajo la luz difusa del entuerto en el que está metida Danielle, Sennott le imprime un espíritu desenfadado a un personaje que siempre está al borde del colapso y la angustia. No hay paz en medio de la comedia humana que Shiva baby despliega, y por eso su personaje recién logra respirar en esa fantástica toma que cierra la película y que si usted, lector, la vio, entenderá bien de qué se trata.
Y si no es así, si no tiene idea y se encuentra del otro lado, ¿por qué no corre verla y utiliza sus propios medios para comprobar que Shiva baby es de lo mejor que nos tocó en este 2021 hasta el momento?
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