El conflicto social que tiene en vilo a Colombia pone en duda a ese país como sede de la Copa América que se realizará entre el 13 de junio y 11 de julio próximos. Lo mismo ocurrió hace 20 años con la Copa América 2001 que al final se jugó, pero con equipos disminuidos, sin Argentina y con una selección de alternativa de Uruguay.
En el país cafetero especulan con el posible traslado de la sede a Paraguay, al tiempo que la Conmebol reprogramó tres partidos de las copas Libertadores y Sudamericana de esta semana a disputarse en Colombia "en función a la falta de garantía por parte de las autoridades de seguridad de las ciudades de Armenia y Pereira, que garanticen la realización de los mismos" informó en un comunicado.
Los encuentros Independiente Santa Fe-River Plate y Atlético Nacional-Argentinos Juniors, ambos por la Libertadores, así como La Equidad-Lanús, por la Sudamericana, se disputarán este jueves en Asunción.
La Copa América que por primera vez se va a jugar en sedes compartidas (Argentina y Colombia) se iba a desarrollar en 2020 y fue aplazada por la pandemia de covid-19.
Australia y Catar fueron invitados a participar junto a los 10 países del continente, pero este año decidieron retirarse priorizando otros compromisos. Los partidos programados en Argentina se disputarán en Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y Santiago del Estero, mientras que en Colombia fueron elegidos los estadios de Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali.
En mayo de ese año, dos meses antes del inicio de la competencia, una serie de atentados con dinamita fueron perpetrados en cinco de las siete subsedes de la Copa América, matando a 12 personas e hiriendo a más de 200, lo que puso en entredicho la realización.
La gota que colmó el vaso fue el posterior secuestro del vicepresidente de la Federación colombiana de fútbol, Hernán Mejía Campuzano, por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en ese momento la principal guerrilla del país.
El 28 de junio, el vicepresidente de la Conmebol, el uruguayo Eugenio Figueredo, comunicó que debido a la violencia la Confederación había vetado a Colombia como organizador del torneo.
Enseguida se anotó Brasil para tomar su lugar y el presidente del país cafetero, Andrés Pastrana, dijo que la decisión de la CSF fue "una bofetada" para su país.
Ese mismo día, Pastrana confirmó que el dirigente Mejía Campuzano fue liberado en una zona rural, tres días después de haber sido secuestrado.
Frente a la presión del gobierno colombiano, la Conmebol resolvió mantener la sede, con la posibilidad de postergar el torneo para 2002. Pero Traffic, dueña de los derechos de televisación no lo permitió y se jugó tal como estaba previsto, aunque sin la presencia de Argentina, que renunció a participar por la inseguridad. Honduras ocupó su lugar, invitada 48 horas antes de su debut.
Tampoco concurrió Canadá, que había sido invitada, y la sustituyó Costa Rica que entonces era dirigida por Alexandre Guimaraes, el mismo que ahora conduce a Atlético Nacional, rival de Nacional en la Copa Libertadores.
Brasil y Uruguay concurrieron con selecciones alternativas.
La selección uruguaya en aquella oportunidad era dirigida por Víctor Púa y se presentó con un plantel casi desconocido de jugadores como consecuencia de las presiones de Peñarol y Nacional, que se preparaban para disputar la Copa Mercosur, que tenía un mayor atractivo económico para los clubes.
Púa citó solo a cuatro jugadores de los grandes: los goleros Gustavo Munúa y Adrián Berbia, Joe Bizera y Richard Morales. Además, los jugadores uruguayos de equipos de Europa prefirieron tener unos días de vacaciones.
El único jugador que hasta ese momento había sido titular en los partidos de Eliminatorias para el Mundial de 2002 y que concurrió a la Copa América fue Gonzalo Sorondo. También fue convocado el delantero Javier Chevantón, a quien Púa conocía de juveniles, pero disputó el primer partido ante Bolivia, se lesionó y regresó a Uruguay. A los pocos días fue transferido al Lecce de Italia.
En la lista también estaban Pablo Lima, Sebastián Eguren y Ruben Olivera, que unos meses antes habían integrado la selección sub 20 que jugó el Sudamericano en Ecuador.
El plantel fue el siguiente: Gustavo Munúa, Adrián Berbia, Joe Bizera, Gonzalo Sorondo, Carlos Díaz, Diego Pérez, Pablo Lima, Christian Callejas, Andrés Martínez, Rodrigo Lemos, Ruben Olivera, Walter Guglielmone, Carlos Gutiérrez, Alejandro Curbelo, Carlos Morales, Jorge Anchén, Julio Rodríguez, Fabián Estoyanoff, Javier Chevantón, Richard Morales, Sebastián Eguren y Claudio Dadomo.
Uruguay le ganó 1-0 a Bolivia, empató 1-1 con Costa Rica y perdió 1-0 ante Honduras. Antes de éste último partido los celestes ya estaban clasificados y les servía perder para no enfrentarse a Colombia o Brasil en cuartos de final.
En cuartos, la celeste venció 2-1 a Costa Rica y en semifinales perdió 2-1 contra México. Por el tercer puesto Urugauy cayó ante Honduras 5-4 por penales, tras empatar 2-2.
El campeón fue Colombia, que venció 1-0 a México en la final, disputada en El Campín de Bogotá.
Por el momento la Conmebol mantiene las sedes de Argentina y Colombia para la Copa América.
El organismo que preside el paraguayo Alejandro Domínguez no se ha pronunciado al respecto de la convulsión social del país cafetero.
La semana pasada Conmebol recibió las vacunas contra el covid-19 donadas por China que será entregadas a sus 10 federaciones nacionales para que las distribuyan entre sus asociados. El cargamento de 50.000 vacunas Sinovac llegó la noche del miércoles a Montevideo, desde donde serían distribuidas.
"Las vacunas serán para hacer más seguras las competiciones internacionales", apuntando a la Copa América de 2021 y a las copas Sudamericana y Libertadores, que están en pleno desarrollo, señaló la Conmebol.
La campaña de la Conmebol alcanzará a miles de jugadores, jugadoras, árbitros, técnicos y colaboradores, quienes también serán favorecidos en su entorno familiar.
Las vacunas fueron donadas por la farmacéutica china Sinovac Biotech Ltd. a través de una gestión que realizó el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou.
El mes pasado el rumor era que Argentina dejaría de ser sede de la Copa América debido al crecimiento de contagios de coronavirus, pero el presidente de la Conmebol lo desmintió y señaló: "Argentina está más firme que nunca para la Copa América".
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