Edinson Cavani con una venda en el gemelo izquierdo

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La hora de los valientes: Uruguay entre los ocho mejores del mundo

En un partido que fue todo esfuerzo, solidaridad y entrega, Uruguay le ganó 2-1 a Portugal
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30 de junio de 2018 a las 15:47
Saltá. Festejá. Disfrutá y volvé a disfrutar de cómo suena la frase:

Uruguay está entre los ocho mejores del mundo.

Viví este momento. Ese en el que vienen mil imágenes del partido a la mente. Si sos joven te vas a acordar de este partido hasta que seas viejo. Y si sos viejo, emocionate de vivirlo con tus nietos, y de agradecerle a la vida que tuviste la posibilidad de volver a ver tardes de gloria celeste, de esas que habías visto de niño y que durante un tiempo pareció que ya no volverían.

Parece mentira, ¿no? Esta generación, la del cuarto puesto de Sudáfrica, la de la picada del Loco, la de la mano de Suárez, la de la Copa América 2011, La de los goles de Luis ante Inglaterra, te sigue regalando emociones.

Sí, es fútbol. Pero seguramente hace 24 horas que sentís un cosquilleo insoportable esperando el partido. Y la sonrisa no se te va a borrar por otras 24 horas. Es fútbol, sí, pero este equipo te alegra la vida.

Disfrutá. Porque estos jugadores, este entrenador, este proceso, volvió a asombrar al mundo. Hoy el mundo habla de estos corajudos uruguayos, y de esta camiseta que, cuando la hora es más difícil, aparece más grande que nunca.

Si hasta a mí, que tengo la obligación profesional de trabajar, me tiemblan las manos mientras escribo. Se me durmieron allá por el minuto 80, cuando la misión era aguantar y que se moviera el reloj hasta llegar a los 90. Cuando Suárez tenía la camiseta azul de correr y, agarrotado, no podía ya ni subir. Cuando Torreira se vestía de gigante para parar a Cristiano. Cuando Cavani, ese que apareció como los cracks aparecen, en la hora señalada, se iba después de dejar su gemelo derecho en la cancha.

Uruguay está entre los ocho mejores del mundo. Dejó afuera al equipo del mejor futbolista del planeta, que no tuvo una chance clara. Dejó por el camino al campeón de Europa, disminuyendo sus fortalezas hasta anularlo. Fiel a su historia: defendiendo con los dientes, con sacrificio, con solidaridad.

El partido

Era la tarde. Estaba claro desde que aparecieron Suárez y Cavani, que no habían mostrado como se esperaba en toda a primera fase. Una gran conexión entre Edinson Cavani y Luis Suárez trajo el 1-0. Con Edi desbordando por derecha, cambiando de frente y Luis mandándole el centro para que el Matador cabeceara con algo. No se sabe si con el pecho o con el hombro, pero con algo conectó, y anotó el gol que marcó al partido

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Porque el tanto llegó casi cuando no se habían acomodado aún en la cancha. Uruguay presionaba arriba y buscaba mover rápido y vertical la pelota, otra vez con Bentancur como enlace cerca de los delanteros.

Pero llegó el gol y Uruguay dijo: a mi juego me llamaron Bentancur se acomodó como doble cinco con Torreira, que tuvo la misión de ser la referencia de Cristiano cuando bajaba unos metros. CR7 se movió por todo el frente de ataque, por lo que fue una tarea permanente no darle metros al mejor jugador del mundo. Nández se transformó en un segundo lateral, y Cavani agarró el bomberito que conoce tanto, para moverse por donde se necesitara y hacer un enorme esfuerzo de marca, hasta lesionarse.

La celeste se recostó sobre su área, pero aunque la pelota y el territorio fue de Portugal, casi no tuvo opciones de real peligro, a no ser un tiro de afuera de Cristiano que tapó bien Muslera. De pelota quieta o de contra, donde Suárez jugó el clásico rol de pivot, la celeste tuvo alguna aproximación, pero tampoco chances claras.

Pero de movida, en el segundo tiempo, Portugal se adelantó en cancha y encontró mas sociedades que en los 45 anteriores, lo que derivó en un par de jugadas peligrosas, y el gol de Pepe a los 54.

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Pero era la tarde elegida. Seguramente lo sentiste, ¿no? Porque cuando la cosa se ponía complicada, porque los europeos se adelantaban, salió una pelota desde el fondo, Bentancur la tomó con esa prestancia de crack y jugó con Cavani. Y Cavani, cuál bailarín, danzó, acomodó el cuerpo hacia la izquierda y dejó paso a su derecha, para que la pelota se alejara inexorablemente de Rui Patricio.

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Y después sí, a aguantar. A unirse como una piña en los últimos 30. A unirse de la misma manera que lo viste en tu casa, abrazado a un familiar, puteando al juez, gritando cada vez que los portugueses se acercaban al área.

No es casualidad que lo hayas vivido tan parecido a los jugadores. Si Tabárez reconoció, tras el primer partido, que en el entretiempo ante Egipto le habló a los jugadores de vos. De vos, y de todos los que empujaron desde su casa, y que los celestes no se cansan de repetir que son el combustible cuando las piernas no responden.

Vendrá Francia, sí, buscando otra semifinal. Será cuestión de empezar a pensarlo el domingo. También de ver qué tan grave es la lesión de Cavani. Ahora, disfrutá de estos jugadores. De esta camiseta. Andate a dormir con la celeste puesta, soñando con Godín saliendo al frente, con Muslera dominando el área, con Torreira corriendo a cuanto pasara por enfrente de su cara.

Disfrutá de ser hincha de Uruguay. Porque este grupo te sigue haciendo sentir orgulloso.

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