La Isla Decepción, una esperanza en la tierra de encontrar vida en Marte

Peces, kriles, anémonas y esponjas marinas subsisten en un ecosistema de contrastes extremos anclado en el estrecho de Brandsfield, a unos 420 kilómetros de Tierra del Fuego, el extremo sur del continente americano.

Desde hace miles de años, el volcán cubierto de nieve que la formó entra en erupción. Las más recientes datan de 1967, 1969 y 1970, y arrasaron las bases antárticas británica y chilena, además de forzar la evacuación de la estación argentina de la isla.

Sin embargo, con el paso del tiempo renació la vida. Los investigadores están convencidos que ese lugar de apenas 98 kilómetros cuadrados en el que nadan a gusto pingüinos y lobos marinos tiene características similares a las de Marte.

La isla tiene forma de herradura, con un diámetro máximo de 15 kilómetros y una bahía interior de entre 6 y 10 kilómetros, la bahía tienen una profundidad máxima de 190 metros. La isla, en su conjunto, se alza 1.400 metros desde el fondo del mar.

El estudio de los microorganismos presentes en el lugar, capaces de soportar temperaturas extremas de hasta -28 ºC, podría ser una guía sobre la posibilidad de la existencia más allá de nuestra atmósfera.

“Es análoga a Marte porque allí lo que tenemos es un planeta con un pasado de una inmensa actividad volcánica y en la actualidad condiciones muy frías", explica el geólogo planetario español Miguel De Pablo.

El análisis de las rocas de la isla complementa la labor de ingenieros, científicos y astrónomos que con robots escarban y sobrevuelan Marte. "Es la mejor aproximación que podemos hacer para entender Marte sin pisar el planeta”, agrega De Pablo, profesor de la Universidad de Alcalá y responsable de la red de monitoreo de suelos congelados de la Antártida.

Tierra de investigación

Las ruinas de las antiguas bases científicas se oxidan en la Isla Decepción, un territorio que alcanza los 98 kilómetros cuadrados si se suman los pequeños islotes que hay a su alrededor y que emergen en el océano Antártico.

Un canal permite el flujo y reflujo del agua desde el océano hacia la otrora caldera, en la que aún se encuentran aguas termales. En la superficie de la costa que traza la herradura interna crecen musgos y líquenes únicos. También anidan miles de aves.

Wilson Andrés Ríos, capitán de fragata de la Armada colombiana e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, señala que los cambios que ha registrado la Isla Decepción y el resto de la Antártida se explican por la "evolución de la intervención humana".

A inicios del siglo pasado, la isla fue testigo de la "caza indiscriminada" de lobos marinos y ballenas, cuenta Ríos, uno de los tripulantes de la X Expedición Científica, un proyecto oficial que navega desde finales de 2023 las aguas desde la caribeña Cartagena hasta ese confín del planeta a bordo del buque ARC Simón Bolívar.

En 1931, una planta de procesamiento de aceite de ballenas instalada por noruegos cerró y en 1944 la isla empezó a ser la sede de una base científica de Reino Unido, que llegó hasta allí tras una expedición lanzada durante la Segunda Guerra Mundial para ocupar territorios antárticos, bautizada como la Operación Tabarín.

Por la vida

Varios desalojos y erupciones después, la Isla Decepción fue declarada tierra de paz e investigación. Bajo la mirada celosa de los investigadores por la posible interferencia en su trabajo, también arriban miles de turistas en cruceros.

“Lo de los cruceros y turistas es algo preocupante y que va en aumento. La presencia de estos enormes buques, más allá de los recaudos que se tomen, altera el ecosistema y deja traza de contaminantes. Los cruceros no deberían ingresar”, cuenta la historiadora y máster en geografía Natalia Jaramillo, coordinadora científica de la expedición.

Pese a que en Marte hay temperaturas mucho más bajas, de hasta -153 ºC de acuerdo con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), De Pablo está convencido del aporte de la Isla Decepción para la ciencia y una humanidad que mira hacia el espacio exterior.

En 2023, investigadores de la NASA concluyeron que Marte tuvo en algún momento un clima con estaciones cíclicas, propicio para el desarrollo de la vida, según deducciones a partir de indicios hallados en el "planeta rojo" por el robot explorador Curiosity.

Los científicos de la agencia estadounidense sostienen cada vez con más pruebas que una inmensa erupción volcánica cambió la atmósfera marciana y propició la aparición de océanos y ríos que luego se evaporaron, o bien quedaron congelados bajo la superficie del planeta.

"Las condiciones antárticas nos pueden ayudar a entender si en Marte podrían darse o pudieron darse las condiciones para el desarrollo de la vida. Se trata de entender cómo la vida se adapta a las condiciones tan extremas que genera tanto la actividad volcánica como el frío, explica De Pablo.

"No estamos ciento por ciento seguros de los resultados de la investigación, pero es una forma de ir acotando los márgenes, determinando aquellas cosas que pudieron ocurrir en Marte y descartando otras. Es una forma de avanzar, de aportar datos para resolver el enigma sobre la chances de encontrar alguna forma de vida bajo la superficie marciana", concluye De Pablo.

(Con información de AFP)