¿Quién lo hubiera imaginado? En realidad, muchos lo imaginaron, pero nadie se preparó ni para una pandemia (hubo múltiples advertencias) ni para negociar vacunas. En un año todo se nos vino arriba, virus y vacunas incluidas, y ahora vivimos algo así como una nueva guerra fría, pero no de armas nucleares, ni de guerrillas y dictaduras solventadas por bandos contrarios o de una carrera al espacio que llevó al hombre a la luna. Ahora la guerra es por las vacunas y la diplomacia, con más o menos sutileza, también tiene que ver con ellas. El juego político de las naciones va al ritmo de las donaciones o de los cargamentos de apuro para ciertos países, para mejorar las relaciones o afianzar la influencia.
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