La ficción está hecha de preguntas. Hay cientos de ellas y algunas son muy pequeñas, insignificantes, apenas sirven para darle pie a una novela intrascendente o un cuento perdido. Sin embargo, hay otras que terminan por generar, casi sin proponérselo, toda una corriente literaria que se aferra al paso del tiempo y que se mantiene en nuestro imaginario. La distopía, por ejemplo, es una de ellas. Nació de una pregunta puntual, a partir de la que tanto George Orwell como Ray Bradbury y el resto centraron las historias que los hicieron famosos. La pregunta fue “¿Qué pasaría si…?”. A pesar de que hoy su peso es notorio –el género distópico está en auge y no parece tener ganas de dejar de estarlo–, no fue la única duda que transformó mundos en la literatura.
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