Los países en desarrollo, agobiados por la deuda, enfrentan una brecha de empleo mucho más alta, de hasta 25,7% en 2023

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Las crisis que se superponen, empeoran la disparidad en el empleo a nivel mundial

Así lo destaca un informe de la Organización Mundial del Trabajo que advierte sobre un conjunto de dificultades que amplían las desigualdades estructurales ya exacerbadas por la pandemia
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02 de junio de 2023 a las 05:01

Las crisis que se superponen y refuerzan mutuamente, como el incremento de los niveles de la deuda pública, los conflictos geopolíticos, las catástrofes naturales y las crisis económicas, afectan de manera desproporcionada a los países en desarrollo, agravando las disparidades en materia de empleo a nivel mundial entre los países de altos y bajos ingresos, dinámica que amplía las desigualdades existentes y que se exacerbaron por la pandemia.

Así lo advierte un informe elaborado por el Observatorio de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Si bien el documento prevé que este año el desempleo mundial disminuirá a los niveles previos a la pandemia, hasta los 191 millones de personas –que corresponde a una tasa global de desempleo de 5,3%–, las estimaciones muestran que los países de bajos ingresos siguen muy por detrás en el proceso de recuperación.

La OIT estima que los países de bajos ingresos en África y en la región árabe tienen pocas probabilidades de recuperar este año los niveles previos a la pandemia. Los especialistas del organismo estiman que la tasa de desempleo para África del Norte se ubicará este año en el 11,2%, por encima del 10,9% registrado en 2019, mientras que en África Subsahariana quedaría en el 6,3%, contra el 5,7% de 2019.

Para los países árabes, las proyecciones indican que 2023 finalizará con una desocupación del 9,3%, superior al 8,7% de 2019. Otras regiones, en cambio, lograron reducir sus tasas por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Son los casos de América latina y el Caribe, que terminaría 2023 con una desocupación del 6,7%, contra el 8% de 2019; Europa del Norte, Meridional y Occidental, que finalizaría con el 6,3%, 0,7% menos que en 2019, y Asia Central y Occidental, región en la cual la tasa descendería al 7,8%, por debajo del 9,2% de 2019.

Más allá de las tasas de desempleo, un nuevo indicador desarrollado por la OIT, conocido como la brecha de empleo, ofrece una medida más exhaustiva de la demanda insatisfecha, sobre todo en los países en desarrollo. Se trata de un indicador que comprende a todas las personas que desearían trabajar, pero que no tienen un empleo, calculado como porcentaje de la población económicamente activa.

Por lo pronto, el informe destaca que “las variaciones en la brecha del empleo apuntan a una disparidad mundial”. Los países de bajos ingresos enfrentan la mayor tasa de brecha de empleo, que alcanza un alarmante 21,5%, mientras que la tasa en los países de ingresos medios se sitúa en poco más de 11%. Por su parte, los países de altos ingresos registran una tasa de apenas el 8,2%. “Además, los países de bajos ingresos constituyen el único grupo que registró un incremento a largo plazo en la tasa de brecha de empleo, que pasó del 19,1% en 2005 al 21,5% en 2023”, señala el informe.

El documento de la OIT advierte que los crecientes niveles de la deuda pública y otros desafíos económicos, reducen considerablemente el alcance de las intervenciones políticas en los países de bajos ingresos. “Las dificultades financieras y fiscales obstaculizan las respuestas a amenazas complejas, que incluyen conflictos, catástrofes naturales y crisis económicas, factores que a su vez tienden a reforzarse mutuamente, agravando la brecha de empleo”, explica la OIT.

Según el informe, “los países en desarrollo de bajos ingresos agobiados por la deuda enfrentan una brecha de empleo mucho más alta, de hasta 25,7% en 2023, frente a 11% en los países en desarrollo con bajo riesgo de sobreendeudamiento”.

Adicionalmente, el informe pone en evidencia las significativas carencias en materia de políticas de protección social en los países en desarrollo y aporta nuevas pruebas de que mayores inversiones en este ámbito aportarían beneficios económicos y sociales que reducirían la brecha mundial en materia de empleo.

El estudio analiza las pensiones básicas por vejez, en especial en los países de ingresos medios-bajos y de ingresos bajos, donde sólo 38,6% y 23,2% de los ancianos reciben, respectivamente, una pensión, frente a 77,5% a nivel mundial. Según la OIT, “la introducción de una pensión universal por vejez en los países en desarrollo aumentaría el Producto Bruto Interno (PBI) per capita en un 14,8% en 10 años y reduciría la pobreza extrema, como porcentaje de personas que viven con menos de US$ 2,15 diarios, en unos 6 puntos porcentuales. Una reducción drástica de cara a una tasa actual del 15,5%.

“La financiación de la protección social es difícil, pero no imposible”, sostiene el informe. Para los países en desarrollo, el costo anual de universalizar las pensiones por vejez a niveles compatibles con las líneas de pobreza equivaldría al 1,6% de sus PBI.

“El análisis aporta un argumento sólido para el apoyo financiero mundial a la creación de empleo y la protección social durante un período de múltiples crisis y perturbaciones, a fin de garantizar que la recuperación y la reconstrucción no dejen a nadie atrás, y apoyen una transformación estructural a largo plazo”, afirma el documento.

El informe destaca la importancia vital de crear un espacio fiscal para las inversiones sociales en los países de bajos ingresos. “Esto debe ser considerado con urgencia como parte de la discusión actual sobre la reforma de la arquitectura financiera internacional. Invertir en las personas a través del empleo y la protección social contribuirá a reducir la brecha entre las naciones y entre las personas ricas y pobres”, afirmó Gilbert Houngbo, director general de la OIT.

Por este motivo, la OIT lanzó la Coalición Mundial para la Justicia Social. “La intención de la coalición es reunir una gran diversidad de organismos multilaterales y partes interesadas. Creemos que ayudará a posicionar la justicia social como la piedra angular de una recuperación mundial, y hará que se convierta en una prioridad de las políticas y acciones nacionales, regionales y mundiales”, afirmó Houngbo durante la presentación del documento.

(Con información de la OIT)

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