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Las de Josema fueron lágrimas de sentido de pertenencia

El zaguero no aguantó el llanto en pleno partido al ver que a Uruguay se le acababa el tiempo
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06 de julio de 2018 a las 13:31

No era solo un partido. No se siente solo como 90 minutos y nada más. Las lágrimas de José María Giménez en el minuto 88 sorprendieron a todos porque el encuentro ante Francia no se había terminado. Uruguay había estado a un pasito de llegar una vez más a semifinales en este mismo proceso del Maestro Tabárez.

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Su impotencia mostró el sentido de pertenencia que existe no solo en él, sino en todo este plantel celeste que comanda el Maestro desde hace 12 años y medio.

Fue un mensaje más de este proceso. Aunque parezca mentira, en plena derrota, en pleno adiós al Mundial de Rusia 2018, Josema pareció enseñarle al mundo entero que lo veía que hasta de emociones se puede aprender de Uruguay dentro de una cancha.

Hubo gente que lloró con él. Que hasta allí miraba expectante el encuentro y con alguna esperanza de que llegara al menos el descuento. Uruguayos que quisieron abrazarse al televisor porque se sintieron dentro de la cancha. Extranjeros que nunca habían visto algo así en una Copa del Mundo antes de que terminara un partido.

Esto demuestra que no es solo sentir la camiseta. Es todo un proceso de muchos años que suma dramatismo, sensaciones distintas, mezcla de placeres con momentos difíciles, pero en los que el común denominador es tirar todos para el mismo lado. Sin rencillas internas, sin hacer lobby, como dijo el Maestro en la conferencia de prensa tras la derrota contra los franceses.

Desde que nació Josema hace 23 años, Uruguay no fue al Mundial de Francia 98, ni al de Alemania 2006. Solo tenía siete años cuando se disputó el de Corea-Japón 2002. Pero su generación, que es la de la juventud uruguaya, pudo ver tres Copas del Mundo seguidas (Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018) y él, pese a su corta edad, ya disputó dos y en este pudo convertir su primer gol.

Y esos muchachos hoy tienen solo agradecimiento por esta generación y muchos se sienten representados por Josema Giménez. Es que también no muchas veces lo vieron así o sintieron la impotencia que tenía en ese tiro libre cuando todos quedaron azorados vinéndolo.

Esos mismos muchachos uruguayos que hoy sienten orgullo por estos futbolistas y no tienen reproche alguno. Se perdió ante un rival mejor. Punto. Se terminó un nuevo Mundial. Punto. Uruguay va a terminar en la quinta posición de esta Copa del Mundo de Rusia 2018, en partidos en los que hubo altos y bajos. Quinto entre más de 200 países. En ciertos países puede sonar a fracaso, pero en Uruguay no.

Para algunos podía ser un partido de fútbol. Para otros, era mucho más que eso. Nada que ver con la vida y la muerte, términos espantosos para meter en un tema como el de este hermoso deporte.

Cuando existe un proyecto como este, se juegue bien o se juegue mal, se encuentre el fútbol o no –como ocurrió esta vez ante Francia–, aunque se pierda, el hincha aplaude igual. Se va desconcertado, sí. Pero no se lleva un sentimiento de calentura, de bronca, de revancha como puede ocurrir en otros casos.

Este es el Uruguay de hoy. Así sienten los futbolistas la camiseta. Amor por ella pueden tener casi todos los países. Pero el de la celeste supera todas las expectativas. Y este ejemplo de José María Giménez, es único.

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