El aniversario de
Peñarol tuvo buenos festejos institucionales del club, destrozos de supuestos hinchas y un equipo que, dentro de la cancha, fue superado por un rival, River Plate, que supo golpearlo en los momentos justos.
Luego del triunfo ante Racing y cuando el Peñarol de Pablo Bengoechea había logrado ganar por primera vez tres partidos de forma consecutiva, Referí hizo un análisis táctico sobre las falencias que el equipo mostraba en la última zona.
La armonía de los resultados maquilló los problemas defensivos hasta que el equipo de Juan Ramón Carrasco se encargó de tirar abajo el revoque.
Peñarol es tres equipos en uno. Tiene un ataque poderoso que genera fútbol en cantidad y que convirtió a Nicola Pérez en la figura del partido, una línea medular donde Luis Aguiar está varios escalones por encima del resto y una defensa que no logra hacer pie cuando falta un partido para la mitad del torneo.
Es cierto que Peñarol comenzó el partido como protagonista, con Marcelo Zalayeta y Diego Forlán muy participativos, buscando conexiones externas con los volantes y obligando al al arquero darsenero a realizar enormes atajadas.
Peñarol fue más y mejor que su rival, hasta que los zagueros dejaron un hueco enorme que Bruno Montelongo aprovechó para dejar sin asunto a Gastón Guruceaga. Estampado el 1-0, volvieron los fantasmas a la última zona aurinegra.
Aguirregaray se cansó de mostrarse como opción de desborde, Diogo volvió a tener distracciones claves en las coberturas y el mal rendimiento arrastró a los zagueros, que tuvieron la peor tarde en lo que va del Apertura.
River padeció un buen rato a Peñarol y, cuando su rival se desconectó, se hizo un festín.