Enviado a Goiania, Brasil
Luis Suárez fue tema de conversación durante los dos días que Nacional permaneció en Goiania. El taxista, el recepcionista del hotel, cualquier brasileño en una esquina, hablaba de Suárez. Es impresionante la repercusión que tiene el delantero tricolor, por su participación en Europa y en la selección uruguaya, aún en este país plagado de cracks futbolísticos.
Brasileños que se acercaron al hotel, con camisetas de Uruguay o de Barcelona, solo para ver a Suárez. Esperaban horas y discutían con los guardias de seguridad que cuidaba celosamente la puerta del hotel Castro's Park donde se hospedó la delegación tricolor.
Pero el delantero se mostró poco. Ni siquiera los uruguayos que se hospedaron en el mismo hotel pudieron tomarse una foto u obtener su autógrafo. Solo salió de la habitación para concurrir al comedor y el martes al mediodía para realizar la activación previa al encuentro, junto a sus compañeros.
El partido en el estadio Serra Dourada frente al Atlético Goianiense empezó a jugarlo desde el banco de suplentes, luego del primer gol del equipo local. Suárez salió de su zona y se trasladó hasta donde estaba el cuarto árbitro para protestarle por una jugada.
Cuando Pablo Repetto decidió su inclusión, para el inicio del segundo tiempo, Nacional ya perdía 2-0. Remontar el marcador era una misión prácticamente imposible para el equipo.
El "uuuhhh" de público se escuchó fuerte cuando lo vieron caminar al costado del campo junto a Brian Ocampo y Alex Castro, los tres cambios que introdujo el entrenador.
La gente local estaba eufórica por el resultado parcial que se sumaba al conseguido una semana antes en Montevideo.
El aullido en contra de Suárez sonó más fuerte cuando el futbolista entró a la cancha.
Apenas comenzó el complemento, se metió entre los dos zagueros, Wanderson y Klaus. En su primera participación se conectó con el colombiano Castro por la izquierda y le pidió que mandara el centro al área.
Después intentó ganarle la posición a Klaus tras un pelotazo de Yonatan Rodríguez, metiendo su cuerpo por delante, tal cual es su característica. Se empujaron y el brasileño cayó. Suárez saludó al rival porque le ganó el lugar, pero enseguida le pidió al cuarto árbitro que pusiera más atención.
En el gol de Luiz Fernando, el tercero de la noche, el salteño le hizo señas a sus compañeros, a Rochet y a Coelho principalmente. Se quejaba por algún movimiento puntual. No lo podía creer.
Unos minutos más tarde le cometió infracción a Edson y lo ayudó a levantarse. Wanderson le pegó de atrás y quedó tirado en cancha de Nacional. Se levantó y protestó airadamente. La jugada continuó como si nada hubiera pasado y se molestó bastante.
Luego de un pase de Cándido, Suárez remató por primera vez al arco y atajó el golero Renan.
Enseguida, Castro se mandó en velocidad, abrió para Suárez que se corrió a la izquierda y con gran panorama metió para Fagúndez que entraba desde atrás; su remate terminó rebotando en los zagueros.
En otra de sus participaciones, cabeceó débil un centro y después retiró a Fagúndez que se estaba peleando con Marlon Freitas.
El rendimiento del equipo no ayudó a que Suárez pudiera sobresalir. Nacional no encontró nunca la forma de vulnerar a la zona defensiva del equipo local y la pelota tampoco le llegó bien jugada al número 9.
Apenas terminó el encuentro, Suárez se quitó un zapato (había recibido un golpe en el tendón) y se retiró con sus compañeros. No fue el arranque ideal ya que el equipo quedó eliminado de la Sudamericana.
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