Zona conocida como "El Caño" dentro del asentamiento Cantera del Zorro

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"Juegos de poder y de miedo": los negocios oscuros que esconden los grandes basurales de Montevideo

Una extensa consultoría contratada por la IM relevó "juegos de poder y de miedo" en los barrios con basurales
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05 de noviembre de 2022 a las 05:04

Los esqueletos quemados de los autos que sobresalen del lodo van a volver al mercado. Después de pasar por el desguazadero, de consumirse entre las llamas, de caer al cauce casi estancado del arroyo Pantanoso, alguien va a recuperar la chatarra. Eso lo va a vender a algún depósito cercano en el entorno de la calle Pedro Giralt, o a la chatarrería del barrio. De ahí va a pasar a algún depósito con los papeles al día, y ese lo va a poder vender a Gerdau –todos la conocen como “la Laisa”–, u otras fábricas de fundición.

El pasaje 2 de la Cantera del Zorro, la única senda asfaltada del asentamiento de cuatro cuadras al fondo de Tres Ombúes, estaba destinado a conectar con la calle José Castro. Al bache entre los dos caminos enfrentados se lo conoce como “El Caño”, uno de los más reconocidos cementerios de autos robados en el oeste

"Antes podías nadar ahí", rememora Antonia Silvera, toda una vida en el barrio. 

Las tomas de agua están rodeadas por pendientes de basura ennegrecida, que desprenden humaredas y el inconfundible hedor a plástico quemado. En el barrio está claro por qué calles entran los camiones que vierten esos despojos. Ahí aconsejan “no girar la cabeza”, se respeta aquello de “no meterse en lo del otro” y pedir permiso a los ranchos linderos al arroyo antes de acercarse a la orilla. 

Una consultoría para la Intendencia de Montevideo (IM) consignó el testimonio de alguien que trabaja socialmente en la zona, que dijo que “hay algunos juegos de poder” y “de miedos” por parte de algunas personas. El extenso estudio elaborado por la consultora LKSur –financiado en parte por el Banco Interamericano de Desarrollo– diagnosticó “tipologías” de grandes basurales: dentro de 16 puntos seleccionados en la cuenca del Pantanoso, en ocho marcó dinámicas oscuras, desde el desguazado de robo de autos, a otras actividades delictivas como la venta de drogas y la prostitución

Basura acumulada descartada sobre las márgenes del arroyo

En Cornelio Guerra y Domingo Basso, hacia el lado de Lezica, les hablaron de “cosas escondidas”. “Se agendaron entrevistas con dos vecinos que manifestaban tener información (...) pero finalmente no fue posible concretarlas. En uno de los casos se logra comenzar, pero al preguntar por el sitio, la parte entrevistada corta la comunicación y no se logra retomar”, relata el extenso informe de más de 400 páginas al que accedió El Observador.

Allí hay una serie de casas cuyo fondo da al mismo arroyo. Viven adultos y niños, y se observan a menudo entre cuatro y cinco personas que trabajan la “zafra” de limpieza de nailon. “No está claro el vínculo con el resto de los menores, si existe tenencia y/o relación de parentesco. Varios de ellos presentan dificultades cognitivas y/o discapacidad. Hay indicios que conducen a pensar que los menores están expuestos a situaciones de abuso intrafamiliar”, plantea el informe.

En ese entorno pusieron la lupa sobre otro vertedero a cielo abierto al final de la calle Ombú, a 20 metros del arroyo. Ahí hubo instituciones vandalizadas “para el robo del cobre”, en una zona donde el narcotráfico aparece “muy impregnado” y hay familias “históricamente vinculadas a la delincuencia”. Las fotos satelitales muestran un crecimiento importante desde la pandemia, a fuerza de despojos de casas cercanas, y una “decena de viviendas precarias dentro del predio” captadas con drones. 

Más al oeste, en el barrio Mailhos, había un "negocio de chatarra" derivado de los autos robados. "Quien lo lleva adelante y lo dirige tiene arreglos "comerciales" que suponen el traslado entre otros barrios, como Maracaná y Las Torres", diagnosticaron. De las entrevistas salieron cosas como que “la IM le tiene miedo”, que tiene “un criadero de chanchos al más alto nivel” donde se “esconde droga”, que reacciona con violencia cuando intentan acercarse. 

Ese dueño murió. A más de un año de la redacción de esa consultoría, el sitio cambió de cara. Hoy no es más que un pasaje de vegetación espesa que conduce a la cañada. El barrio está tranquilo, los niños juegan en la plaza de al lado, que fue una de las principales apuestas de la comisión vecinal luego del realojo años atrás. 

Último auto quemado que puede verse en el otrora depósito de chatarras

“Era a encargo. Lo vendían por el tapiz o lo que fuera, y después lo quemaban”, recuerda “El Tiburón”, una cara conocida en el barrio, que merodea alrededor del último esqueleto de auto visible, dentro de lo que supo ser un importante desguazadero. 

Más arriba, sobre Batlle Berres y el Pantanoso, desde el Macro Mercado relataron una “actividad delictiva” que los golpea de cerca. Es un amplio predio pelado, tugurizado tras el cierre de una cartonería décadas atrás. “Al ser descampado y sin iluminación se refugian en esa parte de ahí, es un lugar donde hacen aguantadero de cosas robadas. Han querido ingresar a los depósitos de nuestra empresa y a la empresa que tenemos al lado. Han llegado a hacer boquetes para entrar”, denunciaron. 

Ahí, como en el resto de los barrios en que las lomas de basura escalan con los años y con el tiempo les crece el pasto por encima, tienen claro cuál es la empresa que ingresa con camiones a hacer el vertido

Viste que acá se hunde si pisás. Es todo basura abajo. El caudal del arroyo antes era enorme”, asegura Julio Fernández, uno de los vecinos de la Cantera del Zorro, parado en la margen de un angosto curso del Pantanoso. 

La orilla no es tal, sino que se trata de toneladas de basura que le fueron ganando espacio al agua. Por eso las inundaciones son una de las consecuencias más frecuentes que enlistan vecinos y trabajadores de las zonas que padecen basurales. Las mordeduras de rata, los parásitos en los niños y los olores fétidos tampoco faltan. 

–Uno de los proyectos que se trabaja en la zona es huerta, y esta es la peor para eso, porque no se puede utilizar la tierra –dijo en la consultoría una funcionaria del Servicio de Orientación, Consulta y Articulación Territorial (Socat) que tenía el Ministerio de Desarrollo Social. 

El asentamiento comenzó a expandirse hace varias décadas con el cierre de los frigoríficos del Cerro, cuyos trabajadores sin sustento se abocaron a la cría de chanchos para hacer el pan del día. “El (vecino) “Toto” Rosa cortó un alambre, y fue uno de los primeros en el barrio”, rememora Fernández. 

Último auto quemado que puede verse en el otrora depósito de chatarras

Los vecinos empezaron a recolectar los residuos en la zona de Tres Ombúes, por donde no pasaban los camiones de la comuna. Una parte iba para el engorde de los chanchos, otra empezó a venderse para reciclaje y, lo que no servía, terminaba en los bañados. Pese a no tener un censo actualizado, los locales estiman que en la Cantera viven alrededor de 3 mil personas.

“Estamos poniendo el foco donde podemos actuar directamente. Tampoco podemos estar desbaratando bandas, eso es más resorte del Ministerio del Interior”, declara a El Observador el director de Desarrollo Ambiental de la comuna, Guillermo Moncecchi. La comuna tiene en la mira unos 207 basurales dispersos a las márgenes de distintos cursos de agua, y lanzó intervenciones en el arroyo Carrasco, el Pantanoso y el Miguelete. 

El hombre de confianza de la intendenta Carolina Cosse reivindica que están siendo “muy estrictos con los controles”. “Ya estamos viendo resultados, no lo tenemos cuantificado a esta altura, pero ya se están notando entradas de más camiones a Felipe Cardoso”, asegura.

La administración plantea endurecer las multas, habilitar programas específicos –como el permiso a transportistas formales a que clasifiquen residuos en los asentamientos– de modo de “arrimar a la formalidad” situaciones diversas y detectar mediante GPS cuando un camión está detenido varios minutos cerca de un basural.

–¿Qué se espera lograr con las intervenciones de limpieza en los basurales? Hay barrios enteros que viven de la basura, y es su economía, comen con eso. 
–Tenemos claro que es una tarea muy compleja, pero que si no hacés nada, la cosa no cambia. Hay todo un ecosistema alrededor de los residuos. Tenemos que lograr que eso llegue a la formalidad, y eso quiere decir que las cosas que no se puedan hacer, se hagan. Pero también tengo que dar posibilidad de reconversión. Por eso hay que trabajar en paralelo en programas. Tengo que fiscalizar, pero te tengo que dar alternativas. Estamos viendo que la concientización –que no es aquel idealismo romántico de cuidar el ambiente, porque acá hay gente que vive de eso–, si te doy los mecanismos para que lo hagas de forma ordenada, se van a ver cambios.

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