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Macri ya construye gobernabilidad

Eludió los temas urgentes de la economía y prefirió llamar a la unidad nacional
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13 de diciembre de 2015 a las 05:00
Ni dólar, ni cepo, ni inflación, ni impuestos, ni paritarias, ni deuda ni fondos buitres: las palabras que dominan con su presencia agobiante en las tapas de los diarios y los informativos de TV estuvieron ausentes en el discurso inaugural de Mauricio Macri. Más bien, el flamante presidente eligió dejar en un segundo plano la agenda de temas urgentes y el detalle programático de su gobierno para centrar su mensaje en un único y recurrente tema: el cambio de estilo.

Lo cual implica, de por sí, todo una definición política y un diagnóstico: en un país agobiado por el déficit fiscal, la escasez de divisas y la falta de inversión, con una infraestructura colapsada y una economía estancada, el nuevo mandatario no consideró que esos fueran los problemas más graves sobre los cuales explayarse.
En cambio, su interpretación sobre lo que la ciudadanía esperaba de él en su primer día tuvo que ver con ese tono que en los últimos ocho años exasperó y dividió al país. Para Macri, su primera obligación es convencer de que "viene un tiempo nuevo". Por eso, el llamado a la reconciliación nacional y la promesa de una postura ética ante el manejo del Estado fueron cuestiones prácticamente excluyentes.

Y en ese marco, aunque no haya estado presente ni nadie la haya mencionado, el fantasma de Cristina Kirchner sobrevoló toda la jornada del jueves.
Era inevitable, claro. Cómo soslayar la ausencia de la expresidenta en la Casa Rosada para colocarle la banda y entregarle el bastón. O cómo pasar por alto el faltazo masivo de los legisladores kirchneristas a la sesión de la asamblea general en el Congreso.
Macri eligió no ignorar esa realidad. No mencionó explícitamente a Cristina, pero habló de ella durante todo el día. Cada párrafo pareció destinado a marcar un contraste entre lo viejo y lo nuevo, entre "ellos" y "nosotros".

"Hemos vivido muchas divisiones. Somos pasionales y es bueno serlo, pero a veces genera fanatismos innecesarios", fue una de las frases más aplaudidas en el Congreso. Todo estuvo muy lejos del discurso de barricada, del típico tono partidario que caracterizaba a los actos kirchneristas.

En contraste con el tono grave y combativo de Cristina y los "pibes para la liberación", Macri hasta se dio el gusto de restarle solemnidad al día de su asunción, ensayando sus clásicos pasitos de baile en el mismísimo balcón de la Casa Rosada, para espanto de no pocos peronistas tradicionales.
Pero dio la sensación de que nada fue decidido con ingenuidad. La actitud distendida, las sonrisas, el canto de Gabriela Michetti, el ambiente de fiesta familiar que fue la marca registrada del PRO tienen también un sentido político: dejar en claro que se terminó la era en la que un gobierno se dedica a diferenciar entre el "campo popular" y los enemigos de la patria.

Un llamado al diálogo con picardíaEl tono del discurso de Macri fue firme: habló de la independencia de la Justicia, de la intolerancia frente a la corrupción administrativa y de la reafirmación del principio de autoridad pero sin la confusión con el autoritarismo.
Pero también tuvo guiños a sus socios y opositores, y algo de cálculo político.
De hecho, su convocatoria a "aprender el arte del acuerdo" y su apelación a contar con "el aporte de todos, de los de derecha y los de izquierda, de los peronistas y los no peronistas" fue una de sus jugadas más inteligentes.

Por un lado, resulta coherente con su discurso basado en la "reconciliación" y en el diálogo entre todos los sectores de la vida nacional. Pero, sobre todo, supone una apuesta a reforzar la gobernabilidad, uno de los puntos débiles con el que arranca la gestión macrista.
Con apenas 43 diputados y cuatro senadores, el PRO está obligado a buscar acuerdos con todas las fuerzas políticas. Y no solamente con sus socios de la coalición Cambiemos, dado que sumando ese aporte tampoco logra una mayoría propia.

Recién cuando se agregan los votos peronistas que responden a Sergio Massa, el oficialismo logra sumar 132 diputados, un número como para imponer mayoría. Y en el Senado, ni siquiera haciendo esa cuenta se llega a una mayoría: los tres bloques sumados dan 25, sobre un total de 72 miembros.
De manera que la convocatoria a los candidatos presidenciales que participaron en octubre –Daniel Scioli, Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Adolfo Rodríguez Saa y Nicolás del Caño– está motivada, además, por el interés propio.
Al generar esta instancia de diálogo, Macri compromete a estos líderes a buscar consensos sin adoptar una "oposición salvaje". Pero el ingrediente especial de esta estrategia es que deja afuera a quien aspira a convertirse en la verdadera líder opositora: Cristina Kirchner.
Macri ya tomó nota, además, de los primeros atisbos de rebeldía en el propio espacio peronista. El hecho de que el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, haya desconocido expresamente el boicot kirchnerista y haya viajado junto a sus representantes parlamentarios para asistir a la jura, es toda una señal de lo que viene.

El llamado al diálogo político es, entonces, no solo una cuestión de principios, sino una estrategia para afirmar la gobernabilidad y hasta la oportunidad de introducir una "cuña" en la interna peronista que se avecina.
Mientras tanto, Cristina viajaba, en vuelo de línea y sentada en el sector turista, hacia Santa Cruz para ver la jura de su cuñada, Alicia Kirchner, como gobernadora. Un símbolo de que un nuevo ciclo comienza.

Almuerzo "económico" con los gobernadores

El presidente argentino Mauricio Macri encabezó la primera reunión institucional con los gobernadores y el jefe de gobierno porteño en un almuerzo ayer sábado en la residencia de Olivos. Entre las prioridades y preocupaciones se destacó el tema económico. "Todos los gobernadores entienden que los problemas de la Argentina pasan por tres ejes: pobreza cero, narcotráfico y mejora en la calidad institucional", indicó Macri en conferencia de prensa. Reconoció que el tema de la coparticipación fue uno de los puntos que se trataron y señaló que se tiene que ir a una Argentina federal donde se distribuyan los ingresos. Agregó que es necesario bajar la inflación, el déficit y los impuestos: "No podemos competir con los países hermanos que tienen sistemas tributarios menos gravosos y más competitivos. Todos sentimos que la solución es crecer a partir de la generación de empleo en el sector privado", resaltó.
Una de las presencias esperadas era la de la flamante gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner. "Estoy contento porque vino Alicia y planteó severos problemas financieros en la provincia. También planteó que las obras que se lanzaron en la provincia puedan seguir adelante", dijo Macri. (Cronista)

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