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7 de agosto 2023 - 8:44hs

En medio de una majada que pasta en un campo de las Highlands escocesas, Luigi y Peaches, dos perros jóvenes de espeso pelaje blanco, vigilan de reojo el cielo para proteger a las ovejas.

Estos dos pastores Maremma, una raza de mastín italiana especializada en la protección de ganado contra los lobos, están aprendiendo a proteger a los rebaños de los pigargos, aves rapaces de la familia de las águilas que han convertido a los ovinos en sus presas. 

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Jonny y Daisy Ames lanzaron este programa de entrenamiento desde su cetrería en Rothiemurchus, en el norte de Escocia, con la esperanza de que su proyecto permita la coexistencia entre ganaderos y aves.

"Lo último que queremos es que se dispare a las águilas", explica Daisy Ames a la AFP. "Hay que encontrar una solución que convenga a ambas partes", apunta.

Cazados hasta la extinción

Los pigargos formaban parte del paisaje escocés hasta su extinción en el lugar en el siglo XIX por culpa de la caza. El último ejemplar fue abatido en 1918.

En 1975, en el marco de un gran programa de reintroducción de esta especie, ejemplares traídos desde Noruega se establecieron en la isla de Rum, uno de los lugares más salvajes de Escocia. Después, se reintrodujeron otras aves en otras regiones en los años 1990, 2007 y 2012. 

Y aunque la iniciativa fue un éxito en términos de reimplantación de la especie, los ganaderos no lo vieron de la misma forma, ya que estas aves atacan al ganado para alimentarse.

ANDY BUCHANAN / AFP Para entrenar a los perros se usa un dron que lo hace planear sobre los caninos.

Para resolver el problema, Jonny Ames se inspiró en su experiencia en un proyecto de protección de guepardos en Namibia, donde los pastores de Maremma fueron empleados para mantener a los felinos alejados del ganado.

Para entrenar a los perros, Ames usa un dron que lo hace planear sobre los caninos.

"El dron está equipado con un gran águila (falsa) sujeta a su base, que se tira en picado hacia los perros", explica a la AFP.

Jonny y Daisy permiten de igual manera a un águila de su cetrería alimentarse de un cadáver de oveja en un entorno seguro para "mostrar a los perros que el águila es un depredador y que si se acerca a los corderos, hay que asustarla".

Una de las ventajas de estos caninos, es que son "completamente dóciles" con los humanos. "Lo que no valen es como perros guardianes para (asustar a otros) humanos. Lo peor que les pueden hacer es lamerles", bromea.

ANDY BUCHANAN / AFP

"No es que sean malas"

Jenny Love, ganadera ovina en la costa occidental de Escocia, cuenta a la AFP que las águilas tienen un efecto devastador en la región.

"No es que sean malas", pero "no hay otro alimento para estas aves, entonces comen ovejas, que son presas fáciles para ellas", razona.

"Esto tiene un alto costo para los ganaderos, se les priva de su sustento", dice Love, lamentando que "la gente tiene la impresión de que los ganaderos son los malos".

Dentro del programa de gestión de los pigargos está previsto que los ganaderos reciban una indemnización de hasta 5.000 libras (US$ 6.300) por año por el ganado perdido a causa de las aves.

Sin embargo, el proceso de solicitud de la indemnización es costosa y compleja, aparte de no ser suficiente para compensar las pérdidas, según Love.

Un criador perdió 30.000 libras esterlinas (US$ 38.200) en ganado en una temporada, afirma.

La ganadera se muestra escéptica sobre la posibilidad de que los perros solucionen por sí solos el problema. 

Se necesitarían miles para cuidar a todas las ovejas en las montañas, que es donde se convierten en presa de las aves rapaces, advierte. 

La solución, según ella, pasa más bien por una mejor compensación, más alta y más fácil de obtener.

Fuente: AFP

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