Pablo Ceppelini, Ignacio González y Federico Rodríguez
Joaquín Piquerez y Nicolás Prieto
Germán Rivero
Sergio Felipe y Germán Rivero
Sergio Felipe y Germán Rivero
Sergio Felipe y Germán Rivero
Joaquín Piquerez

Fútbol > TORNEO APERTURA

Maroñas y la fiesta de su hijo pródigo

Le ganó de atrás 2-1 a Defensor Spoting con goles de Nacho González y Terans, de penal
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11 de febrero de 2018 a las 19:20
Defensor Sporting lo ganaba hasta por inercia. Con poco era suficiente. Danubio, cada vez que veía la camiseta violeta sufría. Cuando no era un centro con un cabezazo agónico era el aprovechamiento de los errores. Pero la realidad es que el partido contra Danubio, a la viola le caía como anillo al dedo.

Bastaba con que hiciera un gol para dedicarse a manejar el juego a placer. Desde hace años la historia se reiteraba. Danubio jugaba a la pelotita, Defensor ganaba el partido, cerradito atrás, con un ejercito de volantes y jugando con los tiempos y la desperación rival.

Pero el domingo fue distinto en Jardines. Bastó que Ribair se plantara y Defensor notó que la tarea no iba a ser tan sencilla como en los años anteriores. El nuevo símbolo de la franja pegó cuatro trancazos, pechó y saltó a cabecerar con convencimiento. Y atrás lo siguió el resto.
Mauricio Felipe se encaró con Rivero y le hizo notar donde estaba. El Corto Prieto acompañó haciendo notar su presencia en el medio.

Danubio marcó la cancha y Defensor bebió de su propia medicina. Se topó con un equipo con personalidad que, lejos de quedar shoqueado por el gol recibido a los cinco minutos con un cabezazo de Rivero, lo fue a pelear.

Eso fue el primer tiempo, "una pelea". Dientes apretados, la pelota por el aire, escaso juego.
El gol le permitió a la viola manejarse con comodidad. Replegó líneas y esperó el error de la franja para pegarle el golpe de gracia. Como hizo en los últimos años.
Danubio fue. Se apoderó de la pelota. El tema es hasta donde eso era real o significaba un simple espejimo.

Lo cierto es que el sector izquierdo de la viola comenzó a hacer agua. Ni Piquerez ni Goñi podían con los embates de José Luis Rodríguez y Nachito González.

Pero todo moría en los pies de los defensores violetas que desprolijamente se encargaban de rechazar la pelota.

Todo duró hasta que el genio de Nachito González frotó la lámpara. A 11 del final del primer tiempo se encontró con Cepellini y encaró al área. Enganchó y dejó acostado a Correa para definir al lado opuesto. Un golazo.

Se fueron al descanso igualados y con la clara sensación de que Defensor no supo aprovechar los regalos de Danubio que, entre medio de los dos centrales, dejó enormes huecos.
El complemento fue blanco y negro. Sin vueltas. Danubio le rodeó la manzana a la viola y no la dejó salir de su zona.

La prueba más contundente es que Cristóforo no atajó una sola pelota y el equipo de Acevedo no generó una sola chance de gol.
Con el viento a favor y la pelota en su poder, Danubio empezó a golpear la puerta del gol del arco violeta.

Adelantó líneas. Ribair se multiplicó, Prieto se soltó un poco más al tiempo que Terans y Nachito González cobraron protagonismo y empezaron a triangular.

Si algo tiene esta versión 2018 de Danubio es que, de mitad de cancha para adelante, puede hacer mucho daño.

Y lentamente Reyes se empezó a transformar en figura.

Primero sacó un remate de Cepellini y ocho minutos después se le cayó la estantería a la viola. Lo que jamás pensó le ocurrió de muchos años y varios partidos. Danubio quebró la historia de los últimos tiempo y le dio vuelta el partido.

Sobre los 19 minutos Federico Rodríguez obligó a Reyes a una tapada. La pelota derivó en tiro de esquina. Otra vez el 9 danubiano quedó solo, remató y el golero dio rebote. Cuando fue en procura de la pelota se llevó puesto a Felipe. Penal que Terans transformó en gol para poner en ventaja a la franja por 2 a 1.

A partir de ese momento se invirtieron los roles. Danubio fue el que se replegó y dejó arriba a Federico Rodríguez con Terans a la esperar de alguna contra.
El técnico violeta, Acevedo, apeló a cambio. Primero se jugó con Waterman para intentar con tres delanteros. Luego mandó a Boselli. Pero no hubo forma. Se encontró con un Danubio bien cerradito atrás.

Peirano rearmó el fondo al sacar a Sosa y para el cierre reforzó el medio con Rodrigo Fernández en lugar de Nachito González.

En los últimos cinco apeló a la calidad de Carlitos Grossmüller para quitarle revoluciones al rival. La idea fue que manejara y tuviera la pelota.

El tiempo comenzó a apremiar a Defensor que tiró centros en procura de alguna pelota pegara en un la cabeza salvadora.

Pero el local estaba bien cerrado. Ribaír y Prieto se recostaron sobre la línea final. Felipe, de irregular primer tiempo, realizó una serie de cierres importantes consolidando un buen trabajo defensivo.
Federico Rodríguez desaprovechó una opción cuando corrió solo desde el medio pero no resolvió bien. Poco importó. Después de varios años Maroñas volvió a disfrutar la fiesta de su hijo pródigo: ¡Danubio!

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