Producción ganadera en campos de Tacuarembó.

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¡Masticá Laura!

Pablo Carrasco y su mirada sobre un tema de alto valor para la ganadería: "La realidad se explica y se interpreta, nunca se decreta”
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13 de agosto de 2021 a las 21:33

Por Pablo Carrasco, Twitter.com/@confin48, especial para El Observador

Mi abuela vivía en la calle Uruguay esquina Eduardo Acevedo, en una de esas viejas casas interminables del Cordón. Obviamente sus 15 nietos alternaban visitas, almuerzos y meriendas, de tal modo que aquel lugar se constituía en un conjunto de intersección de la generación.

Laura era la luz de los ojos de doña Catalina y la supervisión sobre su alimentación era permanente, al punto que en su trajinar desde un cuarto a otro de la casa y en ocasión de pasar por el comedor le recordaba a mi prima: “¡Masticá Laura!”.

Este recuerdo se me vino a la mente en estos días, en el que estoy protagonizando una polémica sobre la conveniencia económica para la empresa individual de obtener un porcentaje elevado de preñez y posterior destete.

Desde hace ya décadas, la academia machaconamente pregona sobre la necesidad de mejorar el resultado económico de las empresas individuales con base en la obtención de un alto porcentaje de preñez en los dos a tres meses que en Uruguay se permite que una vaca quede preñada. Y hasta el día de hoy, nadie se ha animado a preguntar por qué.

Entorno a este paradigma empresarial se ha generado un encarnizamiento terapéutico sobre los vientres y aquello, que a todas luces es una herramienta más, ha sufrido una metamorfosis profunda convirtiéndose en un objetivo económico de la ganadería nacional.

A pesar del apostolado Jesuita, los criadores fungiendo de guaraníes ignoraron olímpicamente el consejo y produjeron durante medio siglo y cada vez con mayor precisión un 65% de destete.

Si mi único conocimiento para dar una opinión se basara en mis lecturas sobre la historia del pensamiento económico de la humanidad, diría simplemente que la realidad siempre tiene razón. Y la realidad se explica y se interpreta, nunca se decreta.

La discrepancia entre el ser y el deber ser, para el porcentaje de preñez. tiene dos y solo dos posibilidades: o los productores son unos tontos que no saben lo que les conviene o la solución que se les ofrece no es la que ellos demandan.

Quien conoce mis convicciones, difícilmente se quedará con la incógnita sobre la respuesta.

La polémica radial que se desarrolló en el programa Tiempo de Cambio del ingeniero agrónomo Eduardo Blasina se atenuó significativamente luego de emitirse la entrevista al ingeniero agrónomo Bruno Lanfranco. El técnico del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) funcionó como una suerte de VAR recordando las leyes más elementales de la economía, lo que fue recibido por muchísima gente como el descubrimiento de la redondez de la tierra.

Los ganaderos, que hablan perfectamente el lenguaje de los precios, van a tomar decisiones conscientes o inconscientes acordes a tales mensajes y la interpretación de su conducta habría sido mucho más beneficiosa para el negocio ganadero que la presunción de idiotez que hemos mantenido durante décadas.

La Riqueza de las Naciones y el postulado de la mano invisible cumple –en 2021– 245 años desde su publicación. Si su autor viviera, frente a la pregunta sobre el porcentaje de destete ideal en el negocio de la cría diría sin titubear: 65%.

Carl Menger y su teoría del valor subjetivo se completó hace ya 129 años y si viviera nos ilustraría sobre quien es el que decide lo que es bueno o malo, caro o barato.

Si me preguntaran sobre tal delay en la incorporación de leyes exitosas en la práctica, respondería que al menos como ingeniero agrónomo nunca recibí noticia alguna en mi formación sobre tal materia y que las cátedras específicas de economía que padecimos pasaron sin solución de continuidad de una planilla Excel en la dictadura a una clase de marxismo en la democracia.

Ni mi prima Laura habría dejado de masticar, salivar, formar el bolo alimenticio y deglutir en ausencia del consejo de mi abuela, ni los criadores habrían dejado de hacer lo que les conviene en ausencia del consejo de los que saben.

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