Mathías Olivera

Qatar 2022 > CAMPEÓN DE ITALIA

Mathías Olivera, el niño que creció con el sacrificio de dos padres adolescentes y se consagró campeón con Napoli

Antes de cumplir los 4 años ya correteaba con la pelota en la canchita del Carabelas. El sacrificio de sus padres para comprarle los primeros championes y el tatuaje de su abuelo
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05 de mayo de 2023 a las 08:53

Mathías Olivera se metió en la historia de Napoli, equipo que logró ganar la liga italiana después de 33 años. Las únicas veces que el equipo napolitano consiguió el título en Serie A, jugaba Diego Maradona.

A continuación la nota que publicó Referí sobre la vida de Olivera, en ocasión del Mundial de Qatar 2022.

Ximena tenía apenas 16 años y Jorge 17, cuando nació Mathías en el sanatorio 3 del Casmu. Eran dos adolescentes con el mundo por delante y la gran responsabilidad de criar un hijo. Al principio nada fue fácil. Vivieron en la calle Juan Arrieta, entre el viejo Mercado Modelo y el desaparecido Cilindro Municipal, luego en Salinas, volvieron a Montevideo para instalarse en Aires Puros y otra vez a la casa de Arrieta.  

Jorge Olivera, Mía Olivera y Ximena Miramontes

Las lágrimas de Jorge, 20 años después, contienen la emoción del sacrificio.

Cuando aquel niño comenzó a jugar a la pelota, sus padres recorrieron cielo y tierra para comprarle un par de championes: “No teníamos un peso, fuimos a todos los shopping, hasta que conseguimos unos Total 90 y se los pudimos comprar”, contó a Referí.

Por eso hoy, cuando ven a su hijo Mathías Olivera en la selección uruguaya, a punto de jugar su primer Mundial de fútbol en Qatar 2022, a Ximena, Jorge y también a Mía (la hermana pequeña del actual futbolista del Napoli) se les infla el pecho de orgullo y se les llenan los ojos de lágrimas recordando aquellos primeros tiempos de esfuerzo.

Mathías con la camiseta de la selección

La pelota fue el juguete preferido de Mathías desde que aprendió a caminar. Andaba todo el día peloteando, con los amigos, con los primos.

Prácticamente con los pañales puestos, su padre comenzó a llevarlo al club Carabelas, ubicado en la calle Pablo Ehrlich, cerca de su casa. Jorge le gritaba desde afuera de la cancha, quería que hiciera todo bien y el niño de casi cuatro años se ponía a llorar. Por eso se sentía más cómodo cuando lo llevaba el tío, el hermano de Jorge.

Al principio se sentaba en la cancha y armaba castillos con tierra junto a sus amigos, pero cuando pasaba la pelota cerca, todos corrían detrás.

Eduardo Lavechia, a quien apodan Tigre, fue el primer técnico que tuvo en el Carabelas y mencionó que uno o dos años antes de cumplir la edad oficial para empezar en el baby fútbol, Mathías ya integraba el equipo.

Mathías con la número 5 de la Liga Palermo

“Él era categoría 1997 y todavía no jugaban en la liga, pero por sus condiciones lo hacía en la categoría 1996. Si bien en su momento no era el más técnico, había que pasarlo dos veces. Tenía buena recuperación, era muy fuerte, aguerrido y conservaba su puesto, que a veces a los niños les cuesta: siempre fue lateral izquierdo”, repasó Lavechia.

Defendió al club durante los ocho años de baby sin interrupción y por eso cuando se fue le hicieron un homenaje. Ganó cinco campeonatos y tres copas de campeones. Integró una muy buena generación, junto a Rodrigo Amaral, Maximilino Villa, futbolistas que llegaron a Primera división. Siempre fue seleccionado en la liga Palermo, con la que ganó dos títulos.

Su primer entrenador recuerda que por la forma de pegarle a la pelota y porque desde niño quería “hacer cosas de grandes”, marcaba una diferencia.

Eduardo Lavechia, el Tigre, primer técnico de Mathías

También era pícaro afuera de la cancha. Lavechia no sabe cómo -o si lo sabe, lo oculta- Mathías y su banda siempre escondían una pelota para tener a mano y jugar después de los partidos.

“Le apasionaba el fútbol, pero no solo jugarlo, también le gustaba practicar, que a veces a esa edad son reacios a los ejercicios”.

Abanderado en la escuela

Mathías fue al Jardín y a la escuela pública número 136, en la calle Ibirochay. Era muy buen alumno, supo pasar de clases con sobresaliente y ser abanderado de la bandera de Artigas. Concurrió al liceo 14 y al Pallotti, a través de un convenio que tenía Nacional con ese colegio. Completó hasta cuarto año de Secundaria.

Daniel “Pato” López, vinculado a la captación de Nacional, era el técnico de la selección de la Liga Palermo y así fue como Mathías se incorporó a la Preséptima tricolor. Un club del que siempre fue hincha.

Mathías abanderado en la escuela 136

Un día su abuelo le llevó de regalo una plaqueta con su nombre de la reinaguración del Gran Parque Central en marzo de 2005 y una porción de césped de la cancha. Mathías se enamoró de Nacional y cuando su abuelo falleció, se tatuó su nombre. Fue el primer tatuaje que tuvo de los tantos que actualmente cubren su cuerpo. Luego grabó en su piel el año de nacimiento del club y también el escudo.

En la casa de Montevideo, una de las paredes de su cuarto, que ahora pertenece a su hermana Mía, mantiene el decorado tricolor: dos camisetas encuadradas y la inscripción “1899, padre y decano”.

Cuando llegó a Nacional lo recibió el entrenador Rudy Rodríguez, entonces a cargo de la Sub 14. Era de los niños pícaros, de los que ya demostraban mañas y personalidad para jugar al fútbol, destacó el técnico en diálogo con Referí.

La pared del cuarto que fue de Mathías y que aún se mantiene

“Siempre fue muy solidario en el esfuerzo y con la intención de superarse en cada entrenamiento. Un jugador que se destacaba por su estatura y capacidad de recuperación del balón”, subrayó Rodríguez.

Con el tiempo fue mejorando aspectos tácticos, como no cerrarse demasiado cuando el juego venía por la banda opuesta. Siempre tuvo buena disposición a aprender y a corregir los errores que le marcaban los entrenadores. Jugando con fortaleza y combatividad, y si tenía que trancar con la cabeza lo hacía.

Recordó Rudy un partido decisivo contra Central Español que Nacional estaba perdiendo. Al final se armó una pelea general, de la que Mathías fue uno de los protagonistas principales. Cayó al piso, lo golpearon y sufrió las consecuencias. Una anécdota que marca el temperamento del lateral izquierdo de la selección uruguaya.

La cancha del Carabelas

Afuera de la cancha era tranquilo, respetuoso. “Con su picardía era la alegría del grupo y marcaba su impronta en cada una de las diabluras, pero nunca tuvimos dificultades ni rezongos grandes, como sí pasó con algunos otros”, señaló el DT.

A Primera y un viaje polémico

Álvaro Gutiérrez lo ascendió a Primera división en 2015, pero debutó oficialmente en febrero de 2016 con Gustavo Munúa como entrenador. Jugó dos partidos por el Clausura, frente a River Plate en Maldonado y contra Plaza Colonia en el Suppici. Fueron los únicos dos encuentros que disputó en Nacional.

A principio de 2017 integró la selección sub 20 que ganó el Campeonato Sudamericano en Ecuador, junto a Matías Viña, Agustín Rogel, Rodrigo Bentancur, Nicolás de la Cruz, Agustín Canobbio, Nicolás Schiappacasse, Diego Rossi y Rodrigo Amaral entre otros. Los dirigía Fabián Coito.

Mathías en un clásico, jugando con Nacional

A mediados de ese año, junto a su padre y al representante Daniel Fonseca, Mathías viajó a Turquía para incorporarse al Galatasaray, pero el pase se frustró.

“Había cosas que no nos gustaban y decidimos volvernos a Montevideo. Eso fue horrible, porque la ilusión que tenía del primer pase a Europa era muy grande. Fue difícil volver con una mano atrás y otra adelante”, contó Jorge.

El regreso no fue fácil y contaron con la ayuda de Pablo Boselli, quien actualmente sigue representando al jugador.

“Fue todo tan rápido que tuvimos que salir de Turquía a Francia, de ahí a Buenos Aires donde hicimos una escala de muchas horas, antes de llegar a Montevideo”.

Rudy Rodríguez lo dirigió cuando llegó a Nacional

Aunque la salida de Nacional fue polémica por la negociación con el empresario, Jorge destaca el apoyo que recibieron del presidente José Luis Rodríguez.

En agosto de 2017 se confirmó la transferencia a Getafe. “Al principio resultó difícil porque Mathías se había sacado el hombro en el Mundial sub 20. Llegamos a España y le pasó lo mismo, por lo que tuvo que operarse. Estuvo un tiempo sin jugar, perdió su lugar y lo cedieron a Albacete por un año”.

Sin embargo, debido a las buenas actuaciones, a los seis meses estaba de regreso en Getafe, donde se consolidó en el equipo principal y permaneció hasta mayo de 2022, cuando su ficha fue negociada al Napoli.

El llamado más esperado

Primero recibió el llamado de Darío Rodríguez, quien le comunicó que iba a integrar la primera lista de 50 jugadores reservados por Diego Alonso para los partidos de la selección en enero y febrero de 2022 contra Paraguay y Venezuela por las Eliminatorias al Mundial de Qatar.

Luego le comunicaron que estaba en la lista definitiva. Nunca había sido llamado a la selección mayor.

Mathías estaba muy triste porque lo que más quería era jugar en la selección y el Maestro (Tabárez) no lo tenía en consideración. No entendíamos por qué, porque estaba haciendo las cosas bien en Europa y en la liga de España estaba siendo un lateral destacado”, dijo su padre.

En el Sudamericano Sub 20 de Ecuador 2017

Alonso lo incluyó en el equipo titular en aquellos dos encuentros y se ganó el puesto de lateral izquierdo.

La emoción de Ximena, de ver a su hijo con la camiseta celeste es inexplicable, porque “luchó mucho para eso, era su sueño”.

Según Jorge, cuando Mathías juega con la selección “se transforma" y el Tigre Lavechia dice que es lo máximo para él y para el club, porque además, el futbolista que se prepara para jugar en el Mundial Qatar 2022 nunca se olvidó del Carabelas y cuando regresa a Montevideo se da una vueltita por la cancha de Aires Puros donde más de 100 chiquilines sueñan todos los días con jugar su primer Mundial.

(Publicada en agosto de 2022)

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