Tiempo atrás, en uno de sus esos vetustos Boeing 767 que American Airlines utiliza para realizar el vuelo entre Miami y Montevideo, me tocó de compañera de asiento una señora uruguaya, radicada desde hace tiempo en Nueva York, la cual viajaba a Uruguay a ver a su hermana.
Soy de leer mucho y de conversar poco en
aviones, pero como el vuelo estaba atrasado hablamos por un rato, contándome que en Nueva York había tomado un taxi y que el chofer, proveniente de Senegal, no sabía dónde quedaba Uruguay. Tratando de ser, en la medida de lo posible, diplomático, le dije que la situación no debería sorprenderle, pues probablemente la mitad de los uruguayos no sabe dónde queda Chad.
Gracias a nuestra gran deidad laica nacional, el fútbol, somos más conocidos que muchos de los 195 países que hay en el planeta. Sin embargo, hay otros países de los cuales, no solo los uruguayos, sino también el resto del mundo, sabe poco o nada. Recordé ayer a la señora del vuelo, pues Chad integra la lista de los seis países cuyos ciudadanos tienen restricciones de visa para entrar a Estados Unidos.
Chad, en verdad, es una rareza, no solo por tener una población 13.470.000 de habitantes repartidos en una superficie de 1.284.000 km2, porque tiene más petróleo que
agua, y porque el 40 por ciento de su población es cristiana y 55 por ciento musulmana, sino porque ahí conviven 200 diferentes etnias y grupos lingüísticos, un arcoíris cultural fascinante desde cualquier punto de vista.
En el liceo tuve un profesor de geografía de primer nivel, Novoa, quien murió joven en un accidente de moto, y para una de sus clases tuve que preparar el capítulo sobre Chad, país por entonces nuevo, pues consiguió su independencia en 1960. Me parece un lugar fascinante por su pasado y su presente, al cual me gustaría conocer, aunque la presencia del grupo terrorista islámico
Boko Haram hoy lo convierte en un riesgo.
En fútbol, los chadianos son malos, ocupan el lugar 168 del ranking FIFA, y esa es otra de las razones por las cuales de ese país llegan pocas noticias. Chad sigue perteneciendo a los lugares menos conocidos y más misteriosos del mundo, donde todavía la globalización no ha llegado, o si ha llegado, no la dejaron entrar.