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Olesker: impuesto a altas herencias "se votó por unanimidad" en el FA y resta ver "cómo implementarlo"

El candidato al Senado por la 90 dijo que el Partido Socialista había "dejado de lado" sus "banderas" y que está "trabajando para revertirlo"
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18 de octubre de 2019 a las 05:00

Daniel Olesker (67 años) no fue integrante del Partido Socialista hasta 2002 cuando, de la mano de Reinaldo Gargano, se acercó a una organización con la que tenía afinidades por su lucha en defensa de las empresas públicas. Aunque fue a partir de allí que llegó a los primeros lugares de la política nacional, su militancia había comenzado a fines de la década de 1960 en el movimiento estudiantil del 26 de marzo. En 1977, un día después de rendir un examen de Econometría dictada por Ariel Davrieux, cayó detenido y pasó los siguientes cuatro años entre Punta Carretas y el Penal de Libertad. A la salida de la dictadura integró el comité central del MLN-Tupamaros hasta 1989, cuando se dedicó únicamente al mundo sindical y a su trabajo en la comisión económica del PIT-CNT. Con la llegada del FA al gobierno, pasó a ocupar un lugar clave en la reforma de la Salud, fue ministro de esa cartera y lo fue también del Mides durante el gobierno de José Mujica.

Hoy alterna entre el cuidado de sus cinco nietos, a quienes dedica unas 22 horas semanales, con la campaña del Partido Socialista, sector por el cual encabeza la lista al Senado y al que quiere devolver el protagonismo de otros años. 

¿El Partido Socialista concurre a esta elección más volcado a la izquierda?
Desde el punto de vista programático no lo diría. El PS ya venía planteando desde hace años los mismos temas. El cambio es que nosotros hemos apostado más a poner esas definiciones programáticas en el centro de nuestra acción política.

¿Lo que dice es que las propuestas eran las mismas pero no se mostraban?
Se hacían poco visibles, y el partido no estaba tan perfilado como opción propia. Hoy queremos que el PS sea una opción sustentada en valores, en el concepto de socialismo, y en opciones programáticas vinculadas a vivienda, salud, empleo y salarios, que muestran la relación con la clase trabajadora.

Son reivindicaciones que también están muy presentes en el MPP y el Partido Comunista. 
Ahí hay que diferenciar el destaque en la opinión pública y la participación. La reforma de salud, la principal reforma protosocialista del gobierno, es casi una ingeniería del PS. En todas las reformas estructurales grandes –como la tributaria, la ley de subsidios, la despenalización del aborto– el rol de los socialistas fue muy importante. Creo que había definiciones programáticas pero se había dejado de lado la visibilidad de esas banderas. Estamos trabajando para que eso se revierta.  

Ese sinceramiento, según lo describe, ha generado rispideces y desprendimientos. Han sido sonantes los casos de Álvaro García, hoy candidato al senado, o el de Eduardo De León, que en su despedida escribió que la corriente hoy a cargo del partido tiene una "visión instrumentalista de la democracia", "fascinación por el populismo", y agregó que usted "propone sistemáticamente recetas del pasado para problemas del futuro". ¿Cómo recibe esas críticas?
Hay que dar un poco de realismo. Hubo desprendimientos, pero creo que fueron marginales en el número de afiliados y muchos de ellos ya no participaban. Así que le sacaría un poco de peso. Respecto a los argumentos de De León, que sí participaba en la pasada dirección, creo que se equivocó en irse del partido. Es como si nosotros nos hubiéramos ido la vez pasada cuando perdimos. 

¿Y respecto a lo que dijo?
Yo hace mucho tiempo que no hablo de propuestas tributarias. Hay una cosa de querer poner mitos sobre la mesa. Me he dedicado últimamente a salarios, salud y vivienda. Estoy lejos de proponer propuestas del pasado para problemas del futuro. La reducción de la jornada del trabajo es una propuesta para el futuro. Duplicar el presupuesto de vivienda también. En lo tributario, la necesidad de salir de la primarización de la economía lo dice el programa del Frente y el equipo de Martínez. 

¿No habla mucho de propuestas tributarias por convencimiento de que algunas cosas que proponía antes estaban mal o para evitar problemas?
Yo no digo que no hablo. El programa tiene cosas tributarias pero el énfasis de la discusión está basado en otros problemas.
 
¿El uso de reservas para financiar presupuesto, por ejemplo, le sigue pareciendo una buena herramienta?
Hay una discusión del Frente de no hacerlo, y ya está. Es una decisión política. En aquel momento, cuando había déficit de recursos para inversión pública tenía sentido. Hoy ya no es así. 

Más allá de la definición del Frente, ¿a usted qué le parece la herramienta?
Para determinadas coyunturas puede ser, para otras no. Tiene que ver con si hay o no déficit de recursos. Hoy no se precisa.  

Óscar Andrade dijo durante toda la interna que era el único que decía con todas las letras que iba a cumplir el programa del FA y por ende aumentar ciertos impuestos. ¿Usted coincide?
El planteo concreto es estudiar la posibilidad de generar ciertos impuestos a las grandes riquezas y al capital. Martínez lo ha dicho con claridad: "no digo que vamos a aumentar impuestos, pero vamos a estudiar si algunos son viables". 

Pero aparte de "estudiar" algunos casos, para otros el programa dice directamente que se hará. Por ejemplo con el impuesto a las altas herencias. 
Eso lo dice el programa. Creo que hay que estudiarlo a ver cómo se puede implementar. 

Supongamos que gana el FA y usted es senador. ¿Va a reclamar que el Ejecutivo lo envíe?
Entre marzo, que llega el gobierno, y mayo hay una discusión entre ministros y legisladores de Hacienda para discutir el presupuesto. Ahí discutiremos todo, veremos cuáles son los números que proyectamos y cuáles son las necesidades. 

Si no lo crean estarían faltando al programa.
Desde el punto de vista económico no mueve la aguja. Yo soy partidario de hacerlo como dice el programa, que lo hicimos entre todos. Todos los frenteamplistas somos partidarios de hacerlo. Se votó por unanimidad. Podremos tener visiones distintas de cómo se implementaría. 

También se propone bajar la carga relativa a los trabajadores. ¿Eso cómo se haría?
No sé cómo se implementaría. Creo que la medida más sencilla sería que algunos rubros que son importantes en el consumo familiar pudieran pasar de la tasa básica a la tasa mínima. Tiene efecto fiscal pequeño y habría que analizarlo cuando diseñemos el presupuesto. 

El programa habla además de cambios al Fonasa. Dice textualmente: "Los principios de solidaridad en el financiamiento del sistema se profundizarán ajustando los criterios de aporte según nivel de ingresos". 
No sé bien cuál es el punto en eso. Desde el punto de vista solidario los aportes actuales son equitativos.

¿No están promoviendo que los aportes al Fonasa varíen según nivel socioeconómico?
También lo otro que puede querer decir eso, y yo estoy de acuerdo, es analizar el contenido de la devolución del Fonasa. Se ha planteado varias veces y nunca ha tenido éxito. Las tasas reflejan una equidad muy buena, no es necesario cambiar nada. 

¿La devolución sí?
Hay que estudiarla sí. Ver en qué medida el tope de la devolución no se corrió muy para abajo. 

¿Qué significa "estudiarlo"? A veces parece una forma de no comprometerse demasiado a una cosa o la otra. 
Es analizar qué impacto tiene y, si es viable, mejorar la equidad de ese componente. 

Hoy hay una restricción fiscal importante. ¿Cuál es la receta del oficialismo para salir de esa situación?
Es muy sencilla: crecimiento económico. Nosotros calculamos que con un crecimiento económico de 2,5% vamos a andar en 13% en todo el quinquenio. Pretender resolverlo en el primer año es ajuste fiscal. Hay que usar la mitad, o un tercio del crecimiento para nuevos gastos y el resto para ahorro. 

¿No es demasiado optimista? Hay un escenario incierto en la economía internacional, y este gobierno ya lo sufrió, con estimaciones de crecimiento que resultaron erradas. 
Cuando hay una crisis como la de Argentina o Brasil, eso tiene una crisis en el momento, pero después ese efecto es meseta. Yo no creo que haya grandes ciclos de incertidumbre en el futuro. Yo creo que con el actual nivel de comercio exterior que tiene el país y con la propuesta de reactivación del mercado interno, la estimación es razonable. Perfectamente se puede bajar a dos puntos el déficit fiscal y duplicar el presupuesto en vivienda. 

Y lo importante es el para qué. Nosotros queremos tres cosas. Una es la construcción de nuevas viviendas. La segunda es mejorar los procesos de autoconstrucción en áreas precarizadas. Eso se vincula a la medida de 25 zonas, que viene del Plan Siete Zonas, que fue un error haberlo discontinuado. Lo tercero y más novedoso es incidir desde el Estado en el mercado de alquileres. Ahí proponemos que parte de las viviendas que construya el Estado sean lanzadas desde la propiedad pública al mercado para bajar los precios. Y también crear un mercado voluntario de personas que incorporen viviendas privadas para ser arrendadas con precios fijados por el Estado, incentivando el ingreso a ese mercado regulado. 

El gobierno había apostado a las viviendas de interés social. ¿No fueron suficientes?
Quedaron a medio camino. Porque tenía dos objetivos muy importantes: uno lo cumplió muy bien y el otro no lo cumplió. El primer objetivo era que las inversiones en vivienda se desplazaran de la costa hacia la trama urbana media. Eso se cumplió. Lo que no se cumplió es que esas viviendas fueran accesibles para las clases medias y medio bajas, entre el cuarto y el sexto decil. A ese sector no se llegó.

Usted estuvo al frente del Mides. ¿Qué evaluación hace de esta administración?
Creo que en este gobierno hubo una buena gestión. 

Se habla de aumento de la fragmentación social, del crecimiento de la cantidad de gente viviendo en la calle, ¿en esas cosas no hay responsabilidad del Mides?
No creo que le quepa mucha responsabilidad. Veo estancamientos de muchos procesos que se habían dado con mucha rapidez hasta 2014, como el haber llegado al núcleo duro de la pobreza, y también con las condiciones económicas que cambiaron.

Vázquez puso a personas de mucha confianza en el gabinete, como Marina Arismendi en el Mides, o María Julia Muñoz en Educación. ¿No hubo un desgaste de esas personas ante la opinión pública?
Puede ser. Ahora, no hubiera habido reforma de Salud sin María Julia Muñoz como ministra. Yo la reivindico. 

¿Como ministra de Salud o como ministra de Educación también?
Como persona, como gestora, como líder. Sí. Para mí hay que ubicar las cosas en su justo término. Yo creo que en este período la situación económica cambió y eso limitó el alcance de algunas políticas, que se requería audacia para hacerlas. 

Vázquez la designó en el ministerio de Educación para hacer algo análogo a lo que había hecho en la Salud. ¿Considera que lo cumplió?
Creo que todos los ministros han sido buenos. En los tres gobiernos hubo mejoras importantes en la inclusión educativa, y mejoras presupuestales. Cuando uno lidera reformas de fondo y dramáticas es más visible. Cuando uno entra en la meseta y tiene que continuar el proceso de profundización las visibilidades son menores.

El Partido Socialista fue el primero en arremeter contra la ley de urgente consideración que propone Lacalle Pou. ¿Por qué lo hicieron?
Poner el tema en la discusión fue muy importante y fue un acierto del partido. Antes casi ni estaba arriba de la mesa. Respecto al contenido, ¿cuál es la urgencia de discutir una ley de negociación colectiva en 90 días? ¿Y la desmonopolización del alcohol? ¿O la representación docente en la gobernanza? No hay ninguna razón para pensar que el país tenga urgencias en esos temas. 

Si usted mismo está nombrando los temas, ¿por qué dicen que hay una agenda oculta?
De negociación colectiva no sabemos qué van a decir. Lacalle Pou dijo una cosa cuando fue al PIT-CNT, sus asesores dicen otra cosa, el programa dice otra. En el caso de la regla fiscal tampoco. Arbeleche dijo que quieren una al estilo Chile. ¿Qué significa? La importación de combustibles sí ya está claro. 

Pero a su modo, todos los programas tienen esa vaguedad. El del Frente también, lo hablábamos antes con el tema impuestos. 
Pero cuando tu programa lo vas a transformar en algo a discutir en los primeros noventa días de tu gobierno, tenés que decir qué vas a hacer. La gente tiene que advertir qué está votando. 

¿Cómo se imagina un gobierno del FA sin mayorías parlamentarias?
Si no las tuviera, me imagino haciendo acuerdos puntuales. Discutiendo entre marzo y junio la ley de presupuesto, con un acuerdo puntual. Y después haciendo lo mismo con cada tema. Eso se ha dado en períodos pasados. El rol de los intendentes blancos en el interior durante el gobierno de Mujica, por ejemplo. Tenemos muchas posibilidades de discutir sin quebrar nuestro programa. Creo que vamos a tener mayoría parlamentaria. Pero si no la tenemos nos faltará uno o dos. Ellos sin el acuerdo de los tres partidos no tienen condiciones para hacer nada. La mayoría parlamentaria de ellos es una mayoría que requiere acuerdos ideológicos, y dependen de Manini Ríos.

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