El fútbol es tan imperfecto como quien lo quiera imaginar. Nunca se va a jugar de la misma manera de un partido a otro, nunca se va a encontrar el juego químicamente puro en todo un torneo. Siempre habrá vaivenes, recaídas.
Algo de eso vive, por ejemplo, Matías Arezo, quien luego de un arranque excepcional con ocho goles -más tres por Copa Sudamericana ante River Plate-, entró en una sequía preocupante. Sin embargo, esas ocho conquistas lo siguen manteniendo como máximo artillero del campeonato.
Más allá de la ausencia de su grito personal a las tres letras más famosas del fútbol, Arezo siempre se ha mostrado, siempre la pide, pica al vacío y busca los espacios. Eso, el hincha se lo reconoce.
Y el equipo ha conseguido una sinergia especial con la hinchada. Tanto es así que le devolvió la esperanza por lo que muestra en el ámbito local.
En lo internacional, está clarísimo que Peñarol está en falta y que no cumplió para nada lo que podía esperar. Tiene el mejor plantel del medio, pero con ello, no alcanza para hacer un papel decoroso en la Copa Sudamericana. Las pruebas están a la vista.
No obstante, si se habla de Torneo Apertura, no hubo ningún equipo que jugara mejor hasta ahora en estas fechas disputadas.
Eso es a lo que apostó Alfredo Arias: a pensar siempre en el arco de enfrente, sabedor de que está en un club grande. Y, además, consiguió una de las cosas más difíciles que existen en el fútbol: logró un estilo de juego.
¿Que hay partidos en los que Peñarol juega mal? Está claro. Una gran muestra fue el segundo tiempo del domingo pasado ante Plaza Colonia en el que el fútbol se tomó descanso. El golazo de Abel Hernández dio por tierra con los posibles recuerdos que pudieran quedar de esa jornada.
Ante Fénix, que atacó muy poco, merced a que no tiene plantel y que Leonel Rocco -un buen técnico- empezó hace muy poco, Arias recuperó, al menos en algo, a su gran figura: Sebastián Rodríguez.
Jugó ante un rival que llegaba último, que ganó el fin de semana pasado sobre Danubio luego de 10 fechas sin hacerlo y que vendió solo 42 entradas entre sus hinchas descreídos.
El volante fue determinante en el inicio del Apertura, pero hacía varios partidos que se había apagado, y el equipo lo sentía. Este viernes, infló la red de uno de los arcos del Estadio Campeón del Siglo con un gol de penal, pero también recuperó fútbol. Esa es una buena noticia para Arias y para su equipo, más allá de la pobreza del rival.
Además, mantuvo una gran sociedad con Carlos Sánchez, quien comenzó a ser fundamental otra vez para este Peñarol, es quien empuja, y se volvió a retirar lesionado, encendiendo un poco las alarmas. Hasta ahora, es una contractura. Habrá que ver qué dicen los exámenes que se le hagan. Si vuelve a ausentarse por lesión, el equipo lo sentirá.
En lo que pecó Arias fue en la punta izquierda del primer tiempo. Por allí, Lucas Hernández y Kevin Méndez tuvieron un andarivel casi suelto para trepar, pero no lo aprovecharon. Distinto fue el segundo tiempo, cuando el técnico enmendó el error y colocó a Nicolás Rossi en lugar de Méndez, muy apagado en la ocasión.
Peñarol mantuvo la sonrisa enhiesta y se aproxima a su primer gran paso en el año: conseguir el título del Apertura. Le devolvió la esperanza a su hinchada y espera seguir por ese camino.
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