Llueve impiadosamente en el Capurro y no hay dónde guarecerse. De repente, la sorpresa: Mauricio Larriera confirma el equipo y las caras de incredulidad eran el común denominador. Entre los titulares no estaba Walter Gargano -el eje de este equipo- quien justamente es el único que no puede jugar el miércoles ante Sport Huancayo porque se encuentra suspendido. Tampoco su lugarteniente en el medio juego, Jesús Trindade, ni uno de los mejores futbolistas actuales del plantel, Giovanni González, dueño de un ida y vuelta constante, tanto de lateral como de volante.
Son opciones que tomó Larriera, riesgos. La cabeza también estaba en el encuentro del miércoles contra Sport Huancayo cuando se buscará la clasificación a octavos de final de la Copa Sudamericana, algo que el club no logra en un torneo continental desde 2011 cuando con Diego Aguirre llegaron a la final de la Libertadores, y en los US% 500 mil que esa clasificación le deparará al club.
Claro que ante Sport Huancayo -que no ganó ni un punto en sus cinco partidos y recibió 17 goles- alcanza un empate para clasificar, ni siquiera tiene que ganar Peñarol. Porque si iguala y River Plate de Paraguay quiere clasificar -de visitante ante Corinthians- debe ganarle por más de 12 tantos que es la diferencia que tienen a favor los aurinegros.
A esas reservas que hizo Larriera, se le suman varios aspectos negativos que mostró Peñarol en Capurro. Como que se alinearon todos los planetas para que el desempeño fuera casi nulo.
Nunca se encontró como equipo. Esta vez faltaron esos circuitos futbolísticos que el técnico había encontrado, con toques de primera, pases al vacío, desbordes de los laterales y conexiones con Agustín Álvarez Martínez. Al Canario no lo buscaron casi nunca. Solo una vez con un cabezazo que pasó lamiendo el palo de Luis Mejía. ¡Ah! Y una cosita más: no está más David Terans y esos 18 goles que se llevó, junto a las triangulaciones con Facundo Torres y el Canario Álvarez, el equipo empezó a extrañarlas.
Tampoco hubo buenas individualidades y cuando sucede eso, normalmente se paga caro. Pablo Ceppelini estuvo muy apagado, Torres también y Agustín Canobbio no mostró el repertorio que lo llevó a la titularidad desde su regreso al club.
A todo eso, hay que agregarle un punto fundamental: cuando las cosas no salen, normalmente el técnico que sea, recurre a las variantes.
Sin embargo, la versión del Capurro de Larriera, se olvidó -o se acordó tarde de hacerlas- y el equipo siguió sin rendir.
A Cristian Olivera le dio 21 minutos en lugar de Ceppelini, 7 a Jesús Trindade por Agustín Álvarez Wallace, mientras que a Giovanni González y al debutante Nicolás García, solo un minuto.
El lector podrá decir que Terans no estuvo en el mejor partido del Peñarol de Larriera hace solo nueve días, cuando goleó 4-0 a Corinthians con baile incluido. Es cierto. Sin embargo, esa noche, Ceppelini y Canobbio fueron un infierno, y cada vez que buscaron al Canario Álvarez, era medio gol.
Esta vez, ante esta nueva versión del Fénix de Juan Ramón Carrasco, un equipo desmembrado en la cancha que se guardó en una caja el viejo tiki-tiki que hace meses que no aparece, que casi no apuesta al arco rival -pateó una sola vez-, cuyos laterales no suben nunca, Peñarol defeccionó.
Se mostró desordenado, sin ideas, sin circuitos, sin profundidad, sin individualidades y sin los cambios de Larriera.
El técnico de Peñarol ha demostrado que aprende de sus errores. Se trata de un perfeccionista en un deporte imperfecto. ¿Qué sucedió después de aquel 2-2 contra Cerro Largo en el Viera cuando ganaba 2-0 y se equivocó en los cambios? En la revancha -en la que el propio presidente Ignacio Ruglio había manifestado que se jugaba su continuidad- no hizo variantes desafortunadas. Ese fue el encuentro que sirvió de lanzamiento para que trabajara mucho más tranquilo en Los Aromos.
Quienes lo ven trabajando en las prácticas dicen que es muy minucioso, hasta obsesivo, y hasta ahora, le está dando resultados.
Pero en el Capurro, pese a la lluvia intensa, se le quemaron un poco los papeles y se equivocó. Peñarol fue lento por el equipo que él formó. No tuvo profundidad porque él no hizo los cambios a tiempo ante un rival que se dedicaba casi exclusivamente a defenderse.
Peñarol fue el protagonista ante un rival menor en todo aspecto, pero falló en su fútbol, en su impronta, en su estilo. Se alejó de todo esto y ya de entrada en el Apertura, dejó dos puntos.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá