¡Si te hubieran traído, VAR! El clásico se definió a la uruguaya

Sin embargo, todavía no hay VAR (estará excepcionalmente para las finales de diciembre de este año y para las de diciembre 2020), y el fútbol uruguayo quedó atado a las decisiones humanas y a los errores sin posibilidad de revisar las jugadas.

En ese contexto, el clásico del Torneo Clausura se resolvió con un empate sin goles, en una pobre exposición futbolística, con un fallo arbitral que cambió el resultado y con una lesión, la de Walter Gargano, que condicionó futbolísticamente a Peñarol para las finales del torneo, en donde buscará su tricampeonato.

En la cancha los dos hicieron poco para ganar. Los números los dejaron en evidencia. Apenas generaron tres situaciones de gol y ocho remates al arco, un registro que desprestigia por sí solo un partido entre los dos mejores equipos del fútbol uruguayo.

En ese costado gris que expresa la estadística, Peñarol fue levemente más ambicioso futbolísticamente que Nacional, con un primer tiempo en el que buscó acercarse al triunfo jugando por el piso al impulso de los juveniles Matías de los Santos y Facundo Pellistri, trasladando el fútbol en forma vertical hacia el arco de Luis Mejía, pero sin llegar a pisar el área, mientras que los tricolores resolvieron a los pelotazos y con contragolpes.

El partido estuvo marcado por la falta de creatividad. Por esos planteamientos espejo (4-1-4-1), que le quitaron emoción al juego. Que dejaron sin espacios para que uno de los dos equipos sorprendiera. Que acabaron con las emociones que vienen atadas cuando un equipo consigue superar numéricamente al otro en un sector del campo. Que le dieron al partido un toque tan amargo, que solo la emoción de la tribuna le puso al clásico algo diferente.

Nacional se ahogó en sus propias limitaciones. Gutiérrez quiso sorprender con Zunino como volante por adentro, para aprovechar sus diagonales a las espaldas de Bergessio, pero se encontró con que no tuvo espacios para hacerlo. Ocampo apareció maniatado, igual que Gonzalo Castro del otro lado, y el goleador Bergessio quedó perdido, solo, no inquietó y, como capitán, habló y protestó al juez más de lo que jugó.

Peñarol tuvo en sus juveniles un aire fresco, que le permite creer que puede tener opciones para las finales. Mostró que Xisco tiene mucho para darle a su equipo, por la forma en que sale a buscar la pelota, por cómo descarga, porque aguanta la pelota y da el pase para sorprender. Sin embargo, también Peñarol se terminó apagando, porque Guzmán Pereira no es Gargano y porque Cebolla Rodríguez no pudo ser desequilibrante, como lo necesita su equipo.

El partido dejó sabor a derrota para Nacional y para Peñarol, porque no supieron jugar para ganar, porque fueron conformistas, amarretes con el juego, y al final se terminaron recostando en que el empate mantiene todo como está y lleva la definición para resolver en diciembre.

Perdieron los dos. Nacional porque no pudo asegurar la Anual, y Peñarol por la baja de Gargano. De todas formas, el fútbol uruguayo ganó la tranquilidad que para diciembre, con la tecnología, en las finales habrá VAR y la revisión para todos los fallos.