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1 de abril 2019 - 7:35hs

Las bolsas plásticas iban a empezar a cobrarse en los comercios el 30 de junio de este año. Así lo indica la reglamentación de la ley 19.655. Pero a los comerciantes se les ocurrió adelantar el cobro y se pusieron de acuerdo en anunciarlo cuatro días antes de ponerlo en práctica.

Desde que se reglamentó la ley, los uruguayos sabían que iban a tener seis meses para acostumbrarse a una nueva manera de consumir. Los más precavidos ya lo están haciendo y se los ve llegar a los comercios con sus bolsas reutilizables. Muy bien ellos. Pero la gran mayoría se encontró con que en pocas horas tendrá que cambiar su hábito, o pagar el costo de no hacerlo.

¿Cuál es el espíritu de cobrar la bolsa? Desestimular su uso. Eso la ley lo marca con claridad y hasta dice que será obligatorio que los comercios la cobren. También va a ser obligatorio que sean biodegradables o compostables y eso tiene que estar señalado en el producto que se compra.

Podría discutirse sobre si la mejor manera de disminuir el uso del plástico es cobrando a los usuarios por las bolsas o si, por ejemplo, era preferible poner límite a la cantidad que los supermercados pueden adquirir y, por tanto, ofrecer a sus clientes. Pero esto ya está definido por ley y es una medida que persigue un bien superior. Nada para cuestionar ahí.

Sin embargo, ¿cuál es el sentido de cobrar las bolsas antes de tiempo? El argumento de los comerciantes –el Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), la Unión de Vendedores de Nafta del Uruguay (Unvenu) y la Asociación de Supermercados del Uruguay (ASU)– es que las empresas no tienen stock suficiente de bolsas para llegar a junio, cuando el cobro empezará a ser obligatorio. La falta de stock, dicen los empresarios, se debe a que desde el 1º de marzo está prohibido producir o importar bolsas que no sean biodegradables, pero las nuevas que sí se permiten todavía no están en el mercado.

¿Y? Si el fin es, justamente, desestimular el uso. ¿Cuál es el problema de que los comercios se queden sin stock? En todo caso, el cliente tendrá la opción de comprarse una bolsa reutilizable, o conseguir bolsas de nailon negras, o tomará la decisión que crea más conveniente. O los comerciantes podrían haber empezado su campaña de difusión para evitar problemas llegado el momento.

Diego Battiste

El costo de la bolsa que los comerciantes ofrecen ahora ya está incluido en los precios de los productos que el cliente se lleva. Cuando el súper “regala” la bolsa, en realidad ya la incluyó en sus cuentas de modo que el negocio no dé pérdida. O sea que, cuando cobre las bolsas desde hoy, va a estar recibiendo ingresos dos veces por ella. El cliente paga dos veces por lo mismo.

Las bolsas que indica la ley son compostables y soportan hasta seis kilos. Son de mejor calidad que las que se ofrecen ahora. El costo de fabricarlas es de entre $ 2,5 y $ 3, según el director de la Dirección Nacional de Medio Ambiente, Alejandro Nario. Por eso la ley fijó su precio en 0,82 unidades indexadas más IVA, que al valor actual es $ 4.

Sin embargo, Nario dijo a Montevideo Portal que las bolsas que se venden hoy, que no cumplen con la normativa, cuestan menos de $ 1. Pero las asociaciones de comercios señalaron que el precio será el mismo que establece la ley, aunque todavía no esté en vigencia. Cobrarán como mínimo $ 4 (el precio final, que puede ser superior, lo pone cada vendedor) por una bolsa que cuesta menos de la cuarta parte y que ya fue incluida en los precios de sus productos. Más ganancia para el comerciante, más gasto para el cliente.

Los empresarios remarcaron que su intención no es ganar con el cobro de las bolsas, sino organizarse para llegar sin problemas al 30 de junio. Bueno: ganan “sin querer”.

La ley supone que como contrapartida a la venta de bolsas las empresas realicen campañas sobre su uso y otras iniciativas que fomenten el cuidado del medioambiente. Pero la Dinama no tiene cómo controlar que el dinero se destine a ese rubro –mucho menos si la norma todavía no está rigiendo– por lo que esa práctica quedará a voluntad de cada vendedor.

No son los $ 4 la bolsa. Ni los $ 20 o los $ 50 que se sumen a los gastos cada vez que se va al supermercado. Es que es dinero que el consumidor no debería volver a pagar. No ahora, no por ese producto.

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