El presidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), Pablo Abdala, manifestó su preocupación por el videojuego Poppy Playtime y el personaje principal, Huggy Wuggy. Este videojuego de terror causó que siete niños uruguayos se autolesionaran, e incluso dos de ellos terminaron internados.
“Vivimos en una sociedad más violenta, particularmente con relación a los más chicos y creo que este episodio, que a todos nos sorprende y nos impacta mucho, debe ayudarnos a reflexionar”, manifestó el jerarca.
En tal sentido, enfatizó en que se deben “extremar los esfuerzos por cuidar a nuestros niños” y “prevenir que puedan caer en las redes de este tipo de prácticas complejas, que alguien irresponsablemente alienta o implementa", según consignó Telenoche.
A su entender, este episodio "es la confirmación” de que el desarrollo tecnológico, las redes sociales y el acceso cada vez más temprano por parte de los niños a distintos dispositivos “en sí mismo es un avance de la modernidad, pero al mismo tiempo entraña un riesgo muy severo".
No obstante, Poppy Playtime no es el primer juego de este tipo. En Uruguay ya ha habido casos de actividades lúdicas que terminan con niños en situaciones críticas.
Tal es el caso de Ballena Azul: el reto establecía 50 desafíos para realizar en 50 días y causó temor alrededor del mundo, ya que la última tarea es que el usuario se suicide.
En Uruguay, psicólogos avisaron a los padres para que estos generaran confianza con sus hijos en busca de evitar que participen de este juego.
La situación obligó a que el Ministerio de Salud Pública (MSP) emitiera recomendaciones y registrara casos de adolescentes internados en cinco departamentos. En un momento, llegó a requerir la atención de cuatro ministerios —Defensa, Educación, Interior y Salud— y el ministro del Interior en aquel entonces, Eduardo Bonomi, incluso derivó un caso a la Interpol.
Por otro lado, el segundo juego que despertó alarmas fue Momo. Este reto viral implicaba escribirle a un número desconocido a través de WhatsApp, que eventualmente “respondía con imágenes violentas y agresivas” e incluso con “amenazas y revelando información personal”, según alertó en ese momento la Unidad de Investigación de Delitos Informáticos de la Fiscalía General del Estado de Tabasco, en México (UIDI).
Si bien este último no causó tanto revuelo como su predecesor, se registraron casos en Brasil, Colombia y México, por ejemplo. Al igual que la Ballena Azul, se extendió rápidamente a través de internet y de las redes sociales.
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