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Prolongada batalla contra los yihadistas está llegando a su fin

Tropas rebeldes apoyadas por Estados Unidos tienen acorralado al Estado Islámico
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25 de septiembre de 2017 a las 05:00
En Raqa, en medio de las ruinas, un combatiente antiyihadista se dirige, con un altavoz, a los habitantes asediados en los últimos reductos del grupo Estado Islámico (EI), instándoles a "marcharse a las zonas seguras".

Casi cuatro meses después de su entrada en Raqa, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza de combatientes kurdos y árabes apoyada por Washington, están a punto de arrebatarle al EI su "capital" en el norte sirio.

Aún así, los combates siguen causando estragos en los últimos reductos en los que los yihadistas están arrinconados.

Para escapar a los bombardeos aéreos de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos, los yihadistas se resguardaron en los refugios subterráneos de los edificios gubernamentales, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

El avance de las fuerzas se hizo más lento por la presencia de unos 15 mil civiles todavía afectados por los combates, según la ONU, que precisó que se trata de una estimación "difícil de verificar".
Antes de iniciar su ofensiva cerca de los silos para cereales del norte de la ciudad, los combatientes de las FDS intentaban evacuar a los habitantes.

Para huir, los civiles tienen que esquivar a los francotiradores del EI, siempre vigilantes, pero también rezar para no pisar ninguna de las minas que los yihadistas dejaron desperdigadas.

"Vinimos aquí porque hay civiles; nos han informado de que quieren salir", explica Ahmed Abu Sheij, con una radio en la mano y un pañuelo negro sobre la cabeza. "Nos separan unos 70 metros de ellos; vamos a arrancárselos de sus manos" al EI, asegura el combatiente de las FDS, que dirige una unidad encargada de la evacuación de civiles.

En torno a él solo se ve un paisaje de desolación. En un panel, en medio de las ruinas, está escrita la palabra "yihad". Por todas partes hay altos montículos de tierra, levantados por los yihadistas para frenar el avance de las tropas.

"Dios es el más grande", se lee en letras negras en las paredes de Raqa, escenario de las peores atrocidades cometidas por el grupo yihadista desde que tomara la ciudad, en 2014.

Decenas de miles de civiles huyeron de los combates en los últimos meses, desde que las FDS lanzaran su ofensiva para reconquistar los territorios aledaños a la ciudad. Otros cientos murieron en los bombardeos de la coalición, según el OSDH. Los que quedan vivos, pasan sus días en "condiciones increíblemente difíciles" y padecen "una grave escasez de alimentos, agua y medicamentos", según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU.

Las FDS, que entraron en Raqa a principios de junio, controlan buena parte de la ciudad, y los últimos yihadistas "ya no pueden lanzar ataques o utilizar vehículos bomba", aseguró uno de sus comandantes, Rodja Felat.

A su alrededor, se oía el ruido de los francotiradores y los disparos de obuses, mientras que los bombardeos aéreos dejaban humaredas aquí y allá.

Los combates continuaban en un sector del centro de la ciudad, cerca del principal hospital de Raqa y de un estadio de fútbol en el que los yihadistas debieron atrincherarse. En el hospital, los yihadistas utilizan a los civiles "como escudos humanos", para detener el avance de las tropas prosirias, según Jihan Sheij Ahmed, portavoz de las FDS.

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