Éxito en la reducción de malezas, costos estables o a la baja y reducción del uso de plaguicidas a la mitad son algunos de los resultados a los que llegó el Proyecto Plaguicidas, luego de tres años de trabajo y pruebas para comprobar la eficiencia de los cultivos de cobertura o de servicio (CS) y del rolado, métodos que se utilizan para controlar malezas en la producción.
“Ésta es una buena noticia que llega en un momento delicado para el país y justo en época de siembra, oportunidad para innovar”, dijo el Oficial de Programa y Oficial a Cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Uruguay, Vicente Plata, al conocer el resultado de los trabajos del proyecto apoyado por esa organización.
En el informe elaborado, se indicó que durante años, el uso de herbicidas para el control de yuyos (malezas) fue una solución simple y económica que resolvía casi todas las situaciones o desafíos que los productores y técnicos enfrentaban. Hoy la realidad cambió. La intensidad de uso de principios activos causa un problema creciente de malezas resistentes. Esto hace que los agricultores incrementen la cantidad de productos aplicados, aunque muchos de ellos ya son ineficaces. Algunos también usan mezclas que tienen un costo económico importante, para hacer efectivos los controles. Cuando ya se suman años trabajando con este modelo, son cada vez más los inconvenientes productivos y ambientales que se observan. Es cada vez más común ver, en los monitoreos, signos de daños causados por herbicidas (por fitotoxicidad) en los cultivos. La acumulación de cantidades residuales de químicos en el suelo (apilamiento) a lo largo de la rotación de cultivos suele afectar la producción.
Para buscar respuestas a esa realidad es que, desde 2017, está en marcha el Proyecto Plaguicidas, que involucra al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Salud Pública, con apoyo de un equipo técnico de la FAO.
Ese equipo investiga y propone soluciones amigables con el ambiente que permitan reducir los riesgos asociados al uso de herbicidas en los distintos sistemas de producción del país.
En ese ámbito, cobró fuerza la idea de probar alternativas de manejo que permitan reducir el uso de herbicidas de síntesis en los métodos de control de malezas de la agricultura de grandes superficies (extensiva), en diálogo con la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y actores del sector privado.
A la hora de probar alternativas, se decidió trabajar con soja porque en este cultivo se pueden esperar impactos importantes, teniendo en cuenta que ocupan una superficie importante y hacen un uso intenso de productos químicos.
En este contexto, cerca del 75% de los plaguicidas utilizados son herbicidas, el 15%, insecticidas y el restante 10% son fungicidas, en las aplicaciones (o tratamientos) recomendadas para un ciclo de cultivo de soja.
Partiendo de esta realidad y de la información internacional existente al respecto, el equipo resolvió trabajar para comprobar la eficiencia de los CS para el control de malezas y el uso del rolado como herramienta de control mecánico complementario al desecado de los CS, en lugar de utilizar químicos para eliminar la vegetación del campo antes de sembrar.
Los CS son plantaciones que no se cosechan, que se realizan con otros fines. En este caso, para evitar la propagación de malezas.
Los CS se usan para prevenir la aparición de malezas, inactivando sus semillas impiden que se den las condiciones ambientales para que germinen, frenando su crecimiento y desarrollo, porque compiten por el agua, los nutrientes y la luz. Además, ese tipo de plantación libera compuestos que evitan el crecimiento de las malezas (efectos alelopáticos), cuando su ciclo de crecimiento coincide con el de las malezas de otoño-invierno.
Una vez que se marchita el CS (desecado), los restos que quedan en el campo también actúan sobre el crecimiento de las malezas de primavera y de verano: inhiben la germinación, reducen la llegada de nutrientes y de luz, además de liberar, también, compuestos alelopáticos mientras se descomponen.
El rolado, o desecación mecánica por rolado de los cultivos de servicio, supone machucar las plantas con un rolo o rodillo con paletas a su largo, para que se deshidrate rápidamente y muera, sin afectar ni remover el suelo.
“La demanda futura de alimentos responderá a la necesidad de certificar la producción sostenible en cuanto a los siguientes cuatro ejes: sostenibilidad económica, social, ambiental y de la salud. Además, las virtudes de estas herramientas son argumentos de peso de cara a su aplicación a nivel país, respaldando un uso más racional de los plaguicidas para así alcanzar un verdadero manejo integrado de plagas que combine varias estrategias para controlarlas, haciendo más sostenible la producción de Uruguay”, estimó el Representante de la FAO ad ínterim en Uruguay, Rubén Flores Agreda.
El control de malezas es tan solo una de muchas ventajas que aportan los cultivos de servicio a la producción: reducen la erosión, mejoran las propiedades del suelo, la calidad del agua en sus cursos e incrementan la biodiversidad de los campos y otros servicios que brinda el ecosistema.
“El desafío está en darle valor monetario a estas virtudes, para que puedan ser fácilmente valorados y comercialmente aplicables para continuar avanzando en el camino hacia un modelo productivo sostenible”, estimó por su parte Vicente Plata.
El Proyecto Plaguicidas viene realizado jornadas de capacitación y difusión en coordinación con la academia y el sector privado, para difundir, multiplicar y concientizar sobre estos resultados, con la adhesión de los productores y, a través de ella, la generación de nuevas experiencias de éxito que continúen demostrando el gran potencial que tienen estas herramientas para reducir el uso de herbicidas y con él, riesgos productivos, ambientales y de salud.
La existencia de los planes de uso y manejo de suelos impulsados por el MGAP desde 2013, que promueven el uso de cultivos de cobertura para reducir la erosión del suelo, hacen que Uruguay tenga parte del camino recorrido de cara a la generalización de estas prácticas más respetuosas del medio ambiente. El problema recurrente de malezas resistentes –con alta infestación– y los altos costos de los herbicidas que se necesitan para controlarlas son otros argumentos a favor de los métodos probados con éxito por el proyecto.
Plata confía en que “todo lo anterior permite pensar que estas alternativas de manejo ‘no convencionales’ podrían comenzar a ganar espacio en el día a día del agricultor uruguayo y, quizá, pasar a ser convencionales en un futuro no tan lejano”.
En mvotma.gub.uy/plaguicidas se accede a todos los documentos técnicos generados por el Proyecto Plaguicidas.
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