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Pueblos reprimidos y miles de desplazados con la excusa de la “conservación de la naturaleza”

Gobiernos, ONGs y capitales privados planifican y perpetran la erradicación, a veces sangrienta, de los pueblos de sus tierras ancestrales para armar cotos de caza y emprendimientos de turismo de lujo con disfraz ecológico
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03 de julio de 2022 a las 10:42

Con la excusa de proyectos de “conservación de la naturaleza”, en África gobiernos y organizaciones no gubernamentales intentan desplazar a comunidades enteras de sus territorios ancestrales y reprimen con brutalidad a quienes los resisten.

El último episodio de represión sangrienta ocurrió en Loliondo, en el norte de Tanzania, con un balance estimado de 31 masáis heridos y miles de desplazados como consecuencia de los intentos de las autoridades de expulsar a los pobladores de sus tierras para dejar paso a la caza de trofeos y al turismo de lujo.

Por ese motivo, Survival International y el Instituto Oakland hicieron un llamamiento a la UNESCO y a la UICN, instándoles a retirar Ngorongoro como Patrimonio de la Humanidad, y a romper todos los lazos entre ellos y el Gobierno tanzano.

“Está claro, ahora más que nunca, que los abusos y el robo de tierras en nombre de la conservación de la naturaleza no las cometen solo ‘algunas manzanas podridas’, sino que están integrados en el sistema. Si queremos salvar la biodiversidad debemos respetar los derechos territoriales de los pueblos indígenas y luchar contra este modelo colonial y racista de conservación. Ahora que los líderes mundiales están presionando para convertir el 30% de la Tierra en Áreas Protegidas en la próxima reunión del CDB (Convenio sobre la Diversidad Biológica) en diciembre, es el momento de hacerles saber que esta propuesta es una catástrofe para los pueblos indígenas, para la naturaleza y para toda la humanidad”, explicó Fiore Longo, investigadora de Survival International.

Reclamo de los Sengwer

Los Sengwer son un pueblo indígena cazador-recolector que vive a lo largo de las laderas de las colinas de Cherangany en las tierras altas occidentales de Kenia. Su población estimada es de 33.187 personas a las que se pretende desplazar.

Su tierra natal, las colinas de Cherangany y los bosques a lo largo de sus laderas, dan a la tribu su identidad, cultura y proporcionan un anclaje espiritual. Sin embargo, estas mismas colinas y bosques también han sido la causa de muchos problemas para los Sengwer debido a la codicia de los colonizadores primero y de los gobiernos locales después.

En el siglo XIX, la administración colonial británica y los colonos blancos intentaron desalojarlos para facilitar la creación de plantaciones de té en la zona. En la Kenia posterior a la independencia, los desalojos de la tribu comenzaron en 1978 y en la última década se ha intensificado la violencia.

En una carta publicada por Survival International, el pueblo Sengwer de Kenia también hace un llamamiento a la opinión pública occidental para “que dejen de financiar proyectos de conservación de la naturaleza que están robándonos nuestra tierra y destruyendo nuestras vidas (…). Si quieren practicar la conservación de la naturaleza, lo primero que deben hacer es garantizarnos a los Sengwer y a otros pueblos indígenas la pertenencia de nuestra tierra. Si no se respetan nuestros derechos, no quedará ningún bosque”.

“Este modelo de protección de la naturaleza que ustedes financian proviene de la época colonial y conducirá a un genocidio (…) Les apremiamos a que dejen de financiar las violaciones de las formas de vida indígenas, que son sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. En su lugar, trabajen con nosotros para proteger nuestro bosque, protegiendo nuestros derechos. Y esto no solo con nosotros, los Sengwer, sino con todas las comunidades de Kenia y también del resto del mundo”, agrega la carta.

En su llamamiento, los Sengwer se hacen eco de la situación crítica que sufren los pueblos indígenas que protestan por toda África Oriental contra proyectos de conservación de la naturaleza, racistas y coloniales, que les roban sus tierras y destruyen sus vidas.

Los pueblos afectados

La Sociedad Zoológica de Frankfurt (FZS), The Nature Conservancy y otras grandes organizaciones conservacionistas, así como la UE y los gobiernos de Alemania, Francia y Estados Unidos, son los principales financiadores de programas de conservación de la naturaleza que implican la creación y el mantenimiento de Áreas Protegidas en las tierras ancestrales de pueblos indígenas, que luego sufren abusos atroces y son expulsados de su territorio.

Entre los pueblos indígenas que denuncian el devastador impacto de los proyectos de conservación de la naturaleza sobre sus vidas están:

El Pueblo Borana (Kenia): “Le pido al mundo, a todo el que dona dinero a Northern Rangelands Trust (NRT), que como humanos no se preocupen por mi color, no se preocupen por mi religión, pero como seres humanos se nos tortura, se nos coloniza por segunda vez, estamos muriendo (…) Les pedimos que detengan estas donaciones a NRT. Si eres un ser humano, si realmente lo eres, por favor detén esto”, dijo un hombre borana a Survival.

El Pueblo Masái (Tanzania): “Su dinero es veneno para nosotros”, explicó a Survival un anciano masái. “La conservación siempre es mala. En la cultura masái necesitamos espacios abiertos para el ganado. Pero desde que empezó la conservación nos empujan a terrenos pequeños y eso ha provocado que muera mucho ganado”. “De todos los enemigos del mundo, la FZS es el enemigo número uno de los masáis: porque es responsable de todas las expulsiones de masáis desde que salimos del Serengeti. Vinieron con sus ideas y su dinero, también hasta el Ngorongoro. Y ahora hasta esta tierra de 1,500 km 2 [Loliondo]. Perdí muchas cosas importantes desde que dejé el Serengeti. Perdí el Serengeti, sus llanuras, una tierra muy buena para el pastoreo… Me encantaba”.

El Pueblo Enderois (Kenia): un hombre enderois expulsado de su tierra en 1973 como consecuencia de proyectos de conservación de la naturaleza, dijo: “La vida antes era buena. Teníamos muchos animales y nuestra vida no estaba tan restringida. Entonces llegó el Gobierno y dijo que esto tenía que ser un área de conservación, y experimentamos la inhumanidad. La policía nos forzó a marcharnos y no sabíamos a dónde ir. Nos dijeron que el papel del Gobierno era cuidar de la vida salvaje y no de los humanos. Pero no estábamos matando a los animales, sino protegiéndolos”.

El Pueblo Ogiek (Kenia): “El Gobierno dijo que desalojar a las comunidades es una forma de restaurar el bosque. Pero si se dejara el bosque a los ogiek, no se destruiría. El bosque es nuestro lugar, donde hay muchas cosas de las que dependemos”.

 

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