Potenciar la fórmula, buena imagen pública y consenso del resto de los precandidatos colorados. Ernesto Talvi acababa de terminar de escribir las tres características del perfil que quería para su vicepresidente cuando el nombre de Robert Silva se le apareció en su cabeza. “Lo tengo”, dijo y aunque siguió pensando en otras posibilidades, en su fuero íntimo estaba más cerca de definir la fórmula colorada. Era martes de tarde, y todavía faltaban un par de días para que el abogado y docente nacido 48 años atrás en Tacuarembó lo supiera.
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