Mundo > Armas en debate

Tiroteo en Las Vegas reabre debate público por tenencia de armas

La masacre de Las Vegas obliga a retratar una obsesión: ¿es la pasión por las armas una adicción estadounidense incurable?
Tiempo de lectura: -'
14 de octubre de 2017 a las 05:00
Embed
Deslice el cursor sobre la imagen para leer más sobre cada punto

"Queridos amigos europeos", se presenta el narrador del video. "Una devastadora crisis humanitaria está amenazando a un pequeño país en las costas de norteamérica: los Estados Unidos de América".

Así comienza un clip humorístico del programa holandés Sunday with Lubach, una especie de late night del estilo de los que tan bien funcionan en Estados Unidos con figuras como Stephen Colbert o John Oliver.
Las primeras risas dan paso a los datos más ridículos: 24 mil lesiones y 11 mil muertes apenas en un año, el 2017, pintan como nada lo que el mismo video llama una "terrible epidemia".

Con 40 muertos por día, el video plantea una premisa que no es tan impensable: ¿tienen los estadounidenses una enfermedad con las armas? Las cifras son demasiado contundentes: solo durante 2013, unos 11 millones de armas fabricadas en Estados Unidos fueron vendidas a nivel local.

De esa cantidad, apenas 440 mil fueron exportadas, según consigna el Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos​ de ese país. En ese mismo año se importaron 5,5 millones, lo que da un total de 16,1 millones de armas disponibles dentro del territorio estadounidense.

Los números de 2017 arrojan, según USA Today, que este país tiene un 42% de las armas de fuego civiles de todo el mundo. Se calculan más de 300 millones en el territorio, según cifras publicadas por el Washington Post. Es decir, más de una por cada ciudadano del país.

"Comienza con una inocente (pistola) Colt, pero, muy pronto, pacientes comienzan a mostrar indicios de ametralladoras, rifles de precisión e incluso M16", explica el video, que presenta a esta enfermedad como NRA, parafraseando al nombre de la organización detrás de este auge armamentístico personal y recurrente villano de lo que algunos llaman hoy la "América liberal", la National Rifle Asociation.

El ciclo no solo parece inacabable, sino que además ha sido trillado como pocos: un tiroteo con causas lo suficientemente llamativas sucede, luego llega una reacción de la opinión pública que pide un diálogo sobre el asunto.

El ciclo de noticias se renueva y ya sin la frescura de una nueva masacre, los grupos de presión como el NRA y las entidades que entienden al porte de armas personal como parte de su esencia (incluida la mayoría del Partido Republicano) vuelven a proteger un derecho constitucional que habilitó que muchos ciudadanos tengan verdaderos arsenales de guerra.

Y no hay razones para pensar que el ciclo cambiará pronto. Lo que se dice poco sobre el NRA es que es una de las organizaciones civiles con mejor funcionamiento, y que el dinero que ponen en los lobbies parlamentarios es una limosna comparado con el de otros grupos de presión: la forma de mantener políticos a raya para el NRA es movilizando a su masa de socios; y ese movimiento intimidatorio tiene repercusión inmediata en lo político, tal como lo explica una nota publicada por The Guardian.

No hubo gobierno que pudiera, ni siquiera queriendo, mover la aguja de la regulación de armas de donde está, en parte por la masa de ciudadanos convencidos de que no hay que hacerlo, y dispuestos a activar todos los canales democráticos para hacer que todo se mantenga.

Solo la falta de regulaciones puede explicar que Steve Paddock lograra su cometido. El contador retirado ingresó a uno de los hoteles más conocidos de Las Vegas una increíble cantidad de rifles de larga distancia y otras armas como si fueran cañas de pescar. Con tiempo y premeditación sanguinaria –protegiéndose de posibles embates policiales y alterando sus armas para que dispararan más rápido–, mató a 51 personas e hirió a varios cientos más durante un festival de música country al pie del hotel. Los motivos de Paddock no se conocen y tampoco interesan demasiado a los efectos de la crisis social que sufre EEUU. Lo que importa es qué puede hacerse para que menos asesinos en potencia y desequilibrados accedan a semejante armamento y puedan configurar un ataque de corte militar contra la población civil.

En el resto del mundo, la solución es clara y comprobada: tanto Japón como Inglaterra o Australia salieron a controlar las armas de uso interno en su momento, y vieron descender la cifra de muertos y heridos por incidencias que implicaron armas.


Pero en Estados Unidos no son tantas las personas que creen que esa será la forma de resolver el asunto: a menudo aquellos a favor de los derechos de porte de armas (gun rights) señalan a la Constitución de EEUU o al hecho de que hay más muertes por cuestiones cardíacas que por el uso de armas.

Y los hay a uno y otro lado del espectro ideológico: más allá de que los votantes republicanos estén en general en favor de no limitar el acceso a las armas, también hay personas que se consideran "de izquierdas" y aseguran que limitar la venta de armas es un gran error. La semana pasada, un reportaje de Vice mostró esas voces.

"No le vamos a dar a este gobierno el monopolio de la violencia", dijo uno de los entrevistados.

"Las autoridades siguen matando indiscriminadamente, con lo cual la gente pobre no debería renunciar a esas armas", dijo otro entrevistado. Por más apoyos políticos que concentre, hoy el diagnóstico de todos los expertos es uno: el movimiento por la regulación es débil.

(Mucho) más lejos de Las Vegas

Cuando suceden episodios como el que Paddock ejecutó el 1º de octubre pasado, la cara más visible de la violencia armada en EEUU pasa a ser la de los eventos de algún modo aún excepcionales.

Sin embargo, los problemas del país van aun más allá: una investigación de la National Public Radio (NPR) descubrió que los estadounidenses tienen más chances de morir en episodios de suicidio con armas de fuego que en un tiroteo masivo.

En ciudades como Chicago, la cantidad de muertes por uso de armas de fuego es tan alta que muchos ciudadanos y políticos piden que se declare un estado de emergencia en la ciudad.

Para el profesor de leyes constitucionales de la universidad UCLA, Adam Winkler, los problemas de Estados Unidos con las armas se remontan a finales de la segunda guerra mundial, cuando paradójicamente Europa comenzó a limitar la tenencia de armas: ya habían tenido suficientes episodios como para armar a la población.

Sucedió exactamente a la inversa en Estados Unidos, explicó Winkler a la NPR. Para el académico, más que la influencia política de grupos como la NRA, lo que importa es la movilización social: "Vemos que el 90% de la población apoya medidas como los chequeos de antecedentes antes de vender un arma".

Pero Heidi Heitkamp, senadora demócrata por North Dakota, dijo que cuando se estaban considerando estos chequeos, las llamadas a su oficina tenían una diferencia de 7 a 1 en favor de que no se hicieran esos chequeos.

"Los que pelean por ese tipo de controles no están tan bien organizados", explicó Winkler. La diferencia entre países desarrollados que tienen porcentajes similares de usuarios con armas presenta un matiz: en la enorme mayoría, son territorios con menos población y ciudadanos que hicieron el servicio militar o utilizan estas armas para la caza o el tiro recreativo.

En el caso de Estados Unidos también sucede así, pero hay una razón que subyace, que es más poderosa que todas: el miedo. En concreto, el miedo al otro.

En la fantasía estadounidense, explica Kurt Andersen en la revista Slate, la gente precisa armarse para un estallido de ultraviolencia que no ha sucedido ni sucederá.

Andersen, autor del libro Fantasilandia: cómo América se volvió loca, cuenta allí que apenas 15% de los estadounidenses se dedica a la caza (uno de los aspectos más "deportivos" de tener un arma de fuego) y una parte muy menor de todos ellos se somete de hecho a la actividad de adentrarse en un bosque a cazar. Andersen hace énfasis en el aspecto cultural, uno que Winkler también sostiene.

No por obvia su explicación se hace menos pertinente: tener un arma es también jugar a ser Clint Eastwood.

"Así como yo desde pequeño me imaginaba cuando disparaba que era un miliciano, o alguien del lejano oeste, (los fanáticos de las armas) son como niños que juegan con sables láser, excepto por el hecho de que están preparados para pelear contra aliens verdaderos, que por lo general vienen de Medio Oriente o México. (...) ¿Por qué los estadounidenses compran año a año las semiautomáticas AR-15 o los rifles? Porque sostener y disparar una está bueno.

Y está bueno desde que el cine comenzó en la década de 1960 a mostrar gánsteres con armas, para hacerlo de forma constante en la de 1990. Por eso, la mitad de los estados no piden licencia para que la gente pueda comprarlas. Es la misma razón por la cual un tercio de los vehículos que se venden en EEUU son pick-ups y camionetas off-road cuando esos vehículos nunca van off-road.

Es la misma razón por la cual desde los años de 1960 usamos los jeans azules. Somos actores de un escenario abierto en forma permanente, haciendo el papel de los duros héroes".

La palabra de moda en este momento en la política estadounidense relacionada a las armas es bump stocks. Así se llama el dispositivo que convierte a un arma semiautomática en una capaz de disparar nueve balas por segundo, tal como hizo Paddock en Las Vegas.

En lo que parece la única chance para un gobierno de mayorías republicanas de limitar en algo el uso abusivo de armas, el partido político más abrazado a la famosa Segunda Enmienda a la hora de defender la tenencia de armas aseguró que estará dispuesto a escuchar una propuesta demócrata para limitar el uso de este artefacto.

Varios republicanos se han mostrado dispuestos a conversar al respecto, aunque por ahora hay voces escépticas que se unen al mensaje del presidente Donald Trump de que "no es momento" para hablar de regulación alguna.

Sin ir más lejos, Steve Scalise, representante republicano que quedó hospitalizado y al borde de la muerte cuando un hombre atacó a tiros un partido de béisbol de políticos este año en Washington, aseguró que no cambió su postura contra la regulación.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...