La aprobación de los presidentes –sin importar de quién se trate y salvo excepciones– suele dibujar una ola invertida. Al comienzo del gobierno se está en la cresta, con los mejores niveles de evaluación, y los saldos positivos se mantienen por unos meses que los politólogos les llaman “luna de miel”. Luego viene un declive que se acentúa a la mitad del mandato. Y por último sobreviene un repunte que, salvo también excepciones, nunca alcanza el pico del inicio de la administración.
Luis Lacalle Pou, o el presidente “verdaderamente surfer” como le dicen las revistas deportivas especializadas, viene surfeando la ola de aprobación siguiendo el ciclo clásico, aunque, a juzgar por las encuestas de opinión pública, llega a la mitad de su mandato con ciertas singularidades.
Porque su administración se inició con niveles de aprobación similares al primer mandato de Tabaré Vázquez o al arranque de José Mujica –por encima del registro de su padre Luis Alberto Lacalle, de la segunda gestión de Julio María Sanguinetti, de Jorge Batlle y del segundo gobierno de Vázquez–, pero la “luna de miel” se extendió por más tiempo que el observado en los dos primeros presidentes de izquierda.
Recién en el segundo trimestre de 2021 comienza el “declive” del ciclo de aprobación de Lacalle Pou, pero lo hace con lentitud al punto que, a falta de la mitad del período, más del 45% de los uruguayos en edad de votar hacen una evaluación positiva de su gestión, según el promedio de las cuatro principales consultoras de opinión pública (Cifra, Equipos, Factum y Opción) procesado por la Unidad de Métodos y Análisis de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de Udelar. Eso es unos puntos porcentuales por encima del primer gobierno de Vázquez a esta misma altura.
Los analistas políticos consultados por El Observador coinciden en que la gestión de la pandemia –o mejor dicho la sintonía que el presidente logró con las necesidades de la ciudadanía en el manejo de la pandemia– explican en parte la consolidación de una evaluación positivo y constituyen uno de sus grandes “éxitos” hasta la mitad del mandato.
La concreción de los proyectos de ley que el Ejecutivo envió al Parlamento –con el caso paradigmático de la LUC a la cabeza y su posterior reafirmación en el referéndum– es otro de los mojones que destacan los analistas. De hecho, el 75% de las leyes aprobadas hasta agosto partieron de la iniciativa del Ejecutivo.
La seguridad, uno de los aspectos que hizo ganar la elección a la coalición de gobierno, es ahora uno de los desafíos que avizoran los consultores. También las postergadas reformas de la seguridad social y la educación, así como la pérdida de salario real y la situación económica, partiendo de la base que el bolsillo es un factor importante en la construcción del voto.
Según el cristal con que se mire, otras variables, como el funcionamiento de la coalición o la centralidad del presidente, serán desafíos o éxitos para lo que viene.
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