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Un ejemplo de vida: los futbolistas no videntes de Peñarol

El aurinegro es el primer club que tiene esta disciplina y busca que se forme una liga para poder competir; casi todos nacieron con vista y luego la perdieron
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02 de julio de 2017 a las 05:00

"Los nunca vistos", se llama la banda de música que formó Anthony Da Luz, el mejor futbolista de este novel equipo de jugadores no videntes que aunque no lo quieran hacer, dan un ejemplo de vida, y defienden a Peñarol, el primer equipo que se interesó y que espera que haya otros que lo imiten para formar una liga para competir, ya que por ahora, en Uruguay eso no existe.

Imagínese estar con los ojos vendados en una cancha de fútbol. Usted que tiene la posibilidad de ver, de saber hacia dónde moverse. Todo eso es distinto para estos muchachos.

Anthony tiene un talento espectacular. Había que verlo en la cancha de césped sintético de Los Aromos –que siempre presta el club– ordenando, moviéndose, siendo guía de sus compañeros. Juega en Peñarol, pero también defiende a Estudiantes de La Plata de Argentina desde hace cuatro años.

El equipo de no videntes de Peñarol
 


Como casi todos los integrantes del equipo, no es ciego de nacimiento. Perdió la vista en 2009 por un glaucoma congénito, presión inestable en la vista. En 2006 tenía la el ojo izquierdo con baja visión, pero veía. "Me quisieron operar para dejarme bien, pero en el proceso de recuperación finalmente la perdí. Tenía 19 años. Ahora tengo 27", comentó a Referí.

Se ríe porque el periodista le dice que es número puesto en el equipo porque es hijo del técnico, Ricardo Da Luz.

"Claro, obvio, sin dudas", y lanza la carcajada.

"Para los que en su momento tuvimos vista, es más fácil jugar ahora, porque sabemos lo que es una pelota, lo que es una cancha, lo que es la parte táctica, ofensiva y defensiva. Es más fácil poder explicarle a una persona que vio y adaptar sus movimientos", afirma.

Está en pareja y hasta hace poco trabajaba en un call center. Ahora está en seguro de paro. Terminó la secundaria y estudia para ser analista en recursos humanos.

El equipo de no videntes de Peñarol
 


Su padre no oculta el orgullo que siente por él, no solo porque lo dirige y porque sabe que juega muy bien, sino por lo que significó el cambio drástico de perder la vista casi a los 20 años.

"La mejor historia de vida la tengo con mi hijo. Más allá de que perdió la visión a los 19 años, es un ejemplo de que yo hoy esté acá también. Aprendí mucho con él y también lo hago con todos ellos. Una cosa es quedar ciego y otra es ser ciego de nacimiento. Son historias complicadas hasta para definirlas. Cada familia es un mundo y ellos tienen sus problemas", indicó.

Claro que el cambio de vida no fue sencillo tras aquel episodio en el que la operación no salió como se esperaba. "En un principio nos costó en casa, a mi señora, al hermano que tiene dos años más. Fue difícil aceptarlo, pero gracias a la ayuda de todos y a la suya principalmente, porque es un botija que nunca se quedó, que siempre está superándose en todo sentido, en el fútbol, en su vida, me hizo las cosas menos difíciles. Él nos ayudó y familiarmente supimos llevar esta situación".

La suya es una de tantas historias.

Por ahí anda Lenny Lemos tratando de acoplarse a la zona defensiva. Tiene 14 años, aunque por su físico parece más. Va a la escuela y está en sexto. "Yo antes veía. A los tres años me quedé ciego. Estar acá es un sueño. Nunca había jugado en un equipo y es un sueño. No puedo creer estar acá".

Es que para todos ellos es muy difícil poder estar en un equipo, ya que si quieren jugar al baby fútbol, no lo pueden hacer.

"Desde chiquito soñaba jugar en un equipo y cuando se planteó todo esto, quedé muy contento", cuenta Lenny.

El equipo de no videntes de Peñarol
 


Va a la Escuela 198 del Paso Molino y sus compañeros "se matan de la risa entre ellos, están contentos de que juegue en Peñarol y yo me prendo en algún picado con ellos. Me dicen que disfrute. Ahí jugamos con pelotas sonoras y cuando no hay, inflamos mucho una normal y le ponemos una bolsa para que yo pueda escucharla. Me gustaría estudiar mecánica, pero está difícil para eso".

Otro que la mueve lindo en la cancha y es referencia de ataque es Jonathan Delgado, de 21 años, quien luego de la práctica se abriga con una campera que dice "Tony Pacheco".

"Es un orgullo para mí ya solo jugar, y hacerlo para Peñarol es mejor todavía. ¿Por qué tengo la campera del Tony (Pacheco)? Porque es por quien estoy acá. Es mi ídolo. Me gusta cómo es como deportista. Todavía no he tenido el orgullo de estar con él, pero algún día nos vamos a encontrar".

Jonathan perdió la vista a los cuatro años. "Pero tengo un pequeño remanente aún, no la perdí totalmente", cuenta. "Cuando a los 14 años comencé a jugar con los muchachos, Anthony me enseñó todo lo que sabe y por eso juego. Cuando empecé, le erraba a la pelota como al elástico, pero ahora dicen que más o menos la muevo" y se ríe con una risa contagiosa.

Trabaja para el Mides en el programa ocio-educativo-laboral Uruguay Trabaja. Pero no solo eso. Estudia en el plan 2009, que sería primero, segundo y tercer año de liceo, los tres en uno. Por la mañana trabaja y estudia de noche.

El equipo de no videntes de Peñarol
 


Cuenta cómo se siente. "Mi familia está orgullosa. Tengo una novia que me apoya abundante. Se llama Erika y vivimos juntos. Ella tiene baja visión, ve mucho más, se maneja muy bien. Aunque no sé si me vio bien cuando me eligió. Nos conocimos de noche", bromea entre carcajadas.

El más veterano del grupo tiene 36 años y se llama Diego Ramos.

Se vino del interior "buscando nuevos horizontes". Siempre le gustó el deporte. Perdió la vista a los 18 años por una retinitis pigmentaria. Tenía miopía muy alta y con el desarrollo, se le desprendió la retina.

"Empezamos en 2009 con un fútbol muy precario, pero hoy en día hemos crecido muchísimo con los pocos recursos que tenemos. Eso es muy satisfactorio, te llena de orgullo", dice.

Estudia portugués, pero piensa estudiar administración en facultad y siempre está estudiando algo, haciendo algún curso.

Y lo explica: "Me gusta estudiar y aprender. También trabajo en atención telefónica al cliente".

Además admite: "Esto es una oportunidad única que se ha dado, porque nunca nos habían dado la posibilidad de acceder a una cancha, a equipo deportivo, a muchas cosas que son básicas para la práctica del deporte. Es todo un orgullo y una felicidad, no solo personal, sino del equipo. Casi todos somos de la selección uruguaya. Estaría bueno que otras instituciones deportivas tomen el ejemplo de Peñarol y se forme una liga para poder competir entre nosotros y poder crecer".

El gol con el que le ganaron a Estudiantes en el debut
 


Andrés Barral, con 26 años, se suma a la charla. "Es un orgullo estar acá. Soy fanático de Peñarol. Mi ídolo se fue, pero hoy es el Cebolla o Nahitan Nandez. El que se fue era Darío Rodríguez. Lo conocí, gran persona. Yo perdí la vista en 2011 con 20 años. Un problema en el nervio ocular llamada, una neuritis óptica. Mis padres están muy contentos de que yo pueda formar parte de este equipo. Se armó un grupo muy unido", sostuvo.

También juega Mauro Díaz (24): "Todavía no lo puedo creer. Estar en el equipo que amo tanto y todavía siendo ciego, no lo puedo creer".

El arquero es el único que por reglamento, debe ver. Se llama Rodrigo Cabrera y tiene una escuela de fútbol para niños de baja visión y ciegos. Entrenan los sábados de 11 a 12 en el Olympique Belgrano de Galicia y Piedra Alta.

En el partido presentación, le ganaron 1-0 a Estudiantes de La Plata y ahora el presidente de fútbol para no videntes, José Luis Bringa, quiere llevar el equipo al interior del país para ganar adeptos.

El técnico Ricardo Da Luz hizo un cursillo en Uruguay en 2009 y un curso en Brasil en 2011 para ejercer. Es retirado militar, en donde era músico. De allí a que Anthony, su hijo y figura del equipo, haya formado la banda. Se presentan en boliches y ya grabaron dos temas. Pero su pasión está en la cancha. Al igual que sus compañeros, aunque no vea la pelota, la siente en su corazón.

 

 

 

 

LOS QUE ESTÁN DETRÁS DE LA IDEA
La idea del fútbol para no videntes en Peñarol surgió del comité "ADN Carbonero". En enero se lo plantearon al presidente Damiani –quien dio su apoyo– y el 1° de junio comenzaron a trabajar. José Luis Bringa es el presidente y además, trabajan junto a él Francisco Feoli, Delia García, Mariana Laufer, Carlos De Armas, Edison Márquez, Julio Naso, Anthony López, Dino Tuero y Gonzalo García.

 

CÓMO SON LAS REGLAS

El fútbol para no videntes se juega en una cancha de 40 x 20 metros con cinco jugadores por equipo. El único de esos futbolistas que tiene visión normal es el arquero.

Se disputan dos tiempos de 20 minutos cada uno en los cuales, al igual que en el básquetbol –por citar un ejemplo–, el reloj se para cuando se pita algo.

La gran diferencia es que la pelota no se va nunca para afuera, debido a que en los costados de la cancha existen vallas inflables para que el jugador no se golpee. Esas vallas no existen en el Uruguay, por lo que en los encuentros que se han disputado hasta el momento, se debieron importar.

Algo similar ocurre con la pelota. Tiene un cascabel para que el sonido guíe a los futbolistas. Sin embargo, son traídas de Argentina debido a que en Uruguay no se confeccionan.

Las reglas son prácticamente las mismas del fútbol sala, salvo esa excepción de que el balón no se va para afuera.

En realidad, se puede decir que hay tres técnicos: el entrenador oficial, el arquero –quien guía a sus compañeros de defensa– y un guía detrás del arco en el que se ataca para avisarles por dónde moverse o patear.

Cuando hay un tiro libre cerca del arco rival o un córner, el guía golpea los caños para que los jugadores se ubiquen.

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