Una vendimia muy uruguaya

La vendimia 2021 fue una verdadera montaña rusa. Pasamos de un déficit hídrico importante a enfrentar días de intensas lluvias que lo cambiaron todo. A mediados de enero se notaba claramente en el suelo y en las hojas la falta de agua. Hasta que llegó febrero. El segundo mes del año pareció vengarse de toda la lluvia faltante meses atrás, y pasamos de tener que regar de manera artificial a esperar que escampe para poder cosechar. Se dio vuelta la tortilla en pocos días, y marzo nos dio tregua para redondear una muy buena zafra: bienvenidos a Uruguay.

¿Qué se puede esperar de los vinos producidos en esta zafra 2021? ¿Quedó empañada detrás de la maravillosa 2020? Antes de responder esas preguntas con datos, un poco de contexto. En primer lugar, sepa el lector que la industria del vino en Uruguay ha acumulado años de avance técnico muy importante, tanto a nivel de campo (viña) como de industria (bodega). A esta altura quienes cultivan uva y elaboran vino tienen tantas temporadas adversas a cuestas que desarrollaron un músculo de supervivencia muy vigoroso. Dicho de otra forma: aquello del “efecto año” en los vinos es cierto, pero desde un tiempo a esta parte se ha vuelto relativo. A los optimistas del vino nos gusta pensar que de cada vendimia surgen productos con características únicas e irrepetibles, que no son mejores o peores que otros, sino distintos.

Romanticismo aparte, las condiciones del tiempo durante el ciclo vegetativo de la vid (de setiembre a marzo), pero sobre todo durante los meses de maduración de la uva (enero a marzo), son clave para determinar el perfil y calidad de vino a obtener. Y en ese sentido los registros de lluvia fueron mayores en el verano de 2021 con respecto a 2020. Sucede que una lluvia densa podría diluir y/o, en el peor de los casos, estropear la uva a punto de cosechar. Y, si bien este año llovió bastante, fue concentrado en los primeros 10 días de febrero. Las variedades tempranas (blancas en general) sufrieron un poco más porque ya estaban a pocas horas o días de ser vendimiadas. En ese caso la dificultad de la cosecha fue logística: no se puede cortar uva bajo agua. Y en cuanto a la sanidad, si bien en algún caso pudo haber desajustes de acuerdo a lo esperado, la gran mayoría pasaron con buena nota el examen.

Ese impacto de las condiciones del tiempo tuvo diferencias abismales de acuerdo a la región. Sin ir más lejos en Maldonado llovió el doble que en Canelones durante febrero. Pero en vendimias frescas y lluviosas como ésta (normales para Uruguay) las producciones de calidad y los terruños con condiciones naturales favorables (suelo drenados, pendientes, vientos) se destacan del resto. Así como en 2020 toda la uva parecía ser excelente, en 2021 se notaron de forma más clara las calidades y el impacto de los lugares. ¿Qué intento decir? Que en 2021 lo bueno seguirá siendo bueno, y lo no tan bueno puede llegar a ser regular.

En todo el país se cosecharon 99,5 millones de kilos de uva en 2021 (casi 7% más que en 2020), y elaboraron vino 164 bodegas, según el registro oficial del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi).

En síntesis: la vendimia 2021 fue buena a muy buena, con condiciones del tiempo típicas de un verano uruguayo. Los vinos de esta cosecha van a reflejar de manera nítida el impacto de un año frío y lluvioso, es decir, productos con menos alcohol, más acidez y aromas frescos, sin la contundencia y la profundidad de otros años (2015, 2018, 2020). En algún punto más equilibrados. Más uruguayos.

(*) Enólogo y periodista, trabaja en Bodega Cerro del Toro y en su proyecto personal Viggiano Vino Garage y formó parte de la redacción de El Observador desde 2010 a 2017

Piqsels