El asesoramiento de inversiones automatizado basado en algoritmos crece y seguramente crezca bastante más en tanto los inversores Millennials y Gen Z muestran alta apertura al robo-advice (J.D. Power 2023 U.S. Self-Directed Investor Satisfaction Study).
En ese contexto, la semana pasada el Banco Central del Uruguay sostuvo que en la medida que a través de una plataforma se brinden recomendaciones personalizadas a terceros en forma habitual y profesional, respecto a la compra o venta de valores de oferta pública, la actividad se encuentra comprendida dentro de las definidas para los Asesores de Inversión. En consecuencia, se requiere su inscripción en forma previa al comienzo de sus actividades.
La respuesta del regulador se produce en ocasión de responder una consulta acerca de si una entidad, que se publicita como una herramienta digital, en la que los potenciales clientes pueden recibir asesoramiento sin la intervención de un asesor profesional, es compatible con el marco regulatario del Registro de Mercado de Valores.
El BCU señaló que las entidades que desarrollen su actividad como Asesor de Inversión a través de estas plataformas deberán dar cumplimiento a la totalidad de la normativa aplicable a esta licencia. En particular aquellos vinculados a la capacitación mínima y la experiencia en la materia, que serán aplicables a los responsables de la elaboración de los cuestionarios, perfiles de clientes y estrategias de inversión, procedimientos de asesoramiento, definiciones de asignación de activos según perfiles, diseño y mantenimiento de los algoritmos en caso de que aplique, entre otros. Estas personas serán las responsables por la entidad por cada eventual salida del sistema, sostuvo la resolución.
En virtud de la respuesta del regulador, no es necesario una licencia especial para asesores financieros digitales, sino que se le aplica el régimen de asesores de inversión existente. Es una buena noticia en tanto el avance de la tecnología llega a todos los sectores de actividad y la posibilidad de aprovechar las ventajas en velocidad y costos pueden ser relevantes.
Algunos desafíos que visualizo:
- poder fiscalizar que el algoritmo que recomienda inversiones no sea una “caja negra”;
- que se pueda explicar, en términos comprensibles, cómo se generan las recomendaciones;
- detectar si el algoritmo está sesgado o si privilegia productos que generan más ingresos para la entidad;
- garantizar que el cuestionario y análisis para conocer al cliente sea suficientemente robusto;
- en temas de manipulación del mercado, al requerirse normalmente intencionalidad, es más difícil probar la intencionalidad de un algoritmo.
Nuestra regulación para esta actividad sigue estando enfocada en las personas que conforman el equipo de la entidad, y por ello se exigen capacitaciones y roles específicos, y la eventual responsabilidad, al menos ante el regulador. Ciertamente el “acto de la máquina” dificilmente funcione como escudo, y estemos hablando de falla del servicio. Estamos lejos de la existencia de licencias de asesores de inversión sin humanos, por de pronto además de lo que indica el regulador, se precisan para el on-boarding, monitoreo, eventos extraordinarios como un default, manejar lo emocional que se presenta en caídas bruscas, entre otras. La tecnología agiliza, pero la confianza, el juicio y la visión estratégica sigue siendo de humanos.