El mes de noviembre en Uruguay arrancará con un feriado, ya que el próximo domingo 2 de noviembre se conmemora el Día de los Difuntos. Este día, aunque se trata de un feriado laborable, es un asueto que nunca cambia de fecha y representa el penúltimo feriado del año en el calendario uruguayo.
Según la ley N° 16.805, modificada por la ley N° 17.414, el Día de los Difuntos se conmemora el 2 de noviembre de cada año sin importar el día de la semana en que caiga. Este año, al coincidir con un domingo, no se formará un fin de semana largo, aunque sigue siendo un día de descanso obligatorio para los empleados.
¿Cómo afecta este feriado a la remuneración?
Si bien el Día de los Difuntos es un feriado laborable, las condiciones salariales varían dependiendo del tipo de contrato del trabajador. Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), los trabajadores jornaleros no percibirán su jornal si no trabajan ese día, mientras que aquellos con contrato mensual seguirán cobrando su sueldo habitual. En caso de que trabajen ese día, los jornaleros recibirán su remuneración correspondiente, pero los empleados mensuales no recibirán un pago adicional.
El origen del Día de los Difuntos
El Día de los Difuntos, también conocido como Día de los Muertos o Día de los Fieles Difuntos, tiene una profunda tradición religiosa, especialmente en la comunidad católica. Su origen se remonta al 2 de noviembre de 998, cuando el monje benedictino San Odilón de Francia instituyó esta conmemoración. A partir del siglo XVI, la fecha fue adoptada en Roma y comenzó a celebrarse entre los católicos de todo el mundo.
Durante esta jornada, los católicos recuerdan a los seres queridos que han fallecido, y en Uruguay, es habitual que se refuerce el servicio de transporte público hacia los cementerios. Los mismos suelen operar con horarios especiales debido a la mayor afluencia de personas que visitan las tumbas.
El Día de los Muertos en la cultura mexicana
El Día de Muertos en México es una celebración profundamente arraigada en su cultura, donde la muerte se ve no como un final, sino como una continuación de la vida. Octavio Paz lo expresó claramente: “El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte”. En lugar de tristeza, esta fecha está marcada por el color, la fiesta y el reencuentro con los difuntos, quienes, según la tradición, regresan al mundo de los vivos durante un día para compartir con sus seres queridos.
Gabriela Luna, residente en Ciudad de México, mantiene viva esta tradición colocando un altar de muertos cada año en honor a su abuela. Para ella, el Día de Muertos es una forma de mantener la conexión con quienes ya no están, transmitiendo esta costumbre a las nuevas generaciones. "Es una forma de no perder una costumbre en la que siento que los que no están me acompañan", asegura.
El origen de esta celebración se remonta a las antiguas culturas mesoamericanas, como los mexicas, quienes organizaban fiestas para guiar a los muertos hacia el Mictlán, el inframundo. Se colocaban altares con ofrendas, flores y cráneos como símbolos de la muerte y el renacimiento. Según la cosmovisión indígena, la muerte no es un final, sino un tránsito hacia una nueva etapa, y este día es una oportunidad para que los muertos regresen a casa.
El Día de Muertos, aunque asociado a una fiesta, también tiene una profunda carga espiritual. La llegada de los españoles influyó en la celebración al fusionarla con las festividades católicas del Día de Todos los Santos, lo que llevó a la creación del Día de Muertos tal como se conoce hoy en día. La influencia de la tradición precolombina es evidente, con elementos como el uso de la flor de cempasúchil, las velas y los altares que siguen siendo elementos fundamentales.
En México, el Día de Muertos es un símbolo de identidad, orgullo nacional y un recordatorio del profundo lazo que une a los mexicanos con sus seres queridos fallecidos. Esta celebración se ha globalizado, en parte gracias a la popularidad de películas como Coco, pero sigue siendo un acto profundamente personal y comunitario. Como explica Gabriela Luna, “nosotros deberíamos seguir preservando esos colores, que además nos hacen a los mexicanos tan característicos y tan únicos en el mundo”.
Este día, en lugar de marcar la muerte con tristeza, celebra la vida, el reencuentro y el homenaje a los que ya no están, una tradición que sigue viva en el corazón de los mexicanos, tanto dentro como fuera de su país.